Vie 11.07.2003
las12

MODA

Yamamoto y sus tres rayas

El diseñador japonés Yohji Yamamoto, célebre por sus cortes asimétricos y sus colecciones absolutamente negras, fue la gran firma contratada por la marca alemana Adidas para crear la colección Y-3, prendas de vestir sofisticadas que, a modo de guiño, mantienen las clásicas tres rayas.

Por Lola Huste Machado*

En el Charlety Stadium de París, este otoño, fue la revolución. Los y las modelos desfilaban cubiertos con motivos vegetales y coloristas; las tres rayas del logo de Adidas aparecían estampadas en trajes, en pantalones y vestidos elegantes. Se presentaba la colección Y-3, la fusión de la creatividad del diseñador japonés Yohji Yamamoto con el potencial de la marca deportiva Adidas. La empresa alemana había decidido salir de los estadios y pisar la calle. Los críticos dijeron: lo más fresco de la temporada. Con líneas rectas aquí y grandes flores allá, el culpable de todo era y es el japonés Yamamoto. El ha redefinido el universo Adidas; ha convertido sus prendas en ropa prêt-à-porter. ¿Por qué la primera marca europea de ropa deportiva y la segunda del mundo traS la estela del gigante norteamericano Nike, da este salto? ¿Y por qué ahora? Las preguntas las responden en la sede en Adidas, en Alemania.
Al llegar a Herzoggenaurach, en las afueras de Nuremberg, se aprecia que la industria de la ropa deportiva es una tradición. Gotean las macrotiendas de deportes por la campiña bávara y por el casco urbano de este lugar con casi 25.000 habitantes. Unos locales tienen el cartel de Puma, otros el de Adidas. “Eran hermanos”, dice un taxista. “Adi y Rudolf.” Todos en el pueblo lo saben. Ambas empresas nacieron de la misma raíz: la familia Dassler. En la actualidad, una sede se encuentra a unos cientos de metros de la otra. No tienen relaciones.
El cuartel general de Adidas está desde hace tres años en la antigua base militar norteamericana conocida como Herzo Base. El hall de entrada es pura luz, amplio, decorado con expositores llenos de prendas de conocidos deportistas. Allí se exhiben zapatillas usadas por Ivan Lendl, aquí las de Grete Waitz. El mostrador de la recepción lanza mensajes digitales: “Adidas, donde se unen pasado, presente y futuro”. Un ir y venir de gente de todo el mundo por los pasillos. Hermann Deininger, el director de desarrollo comercial de Adidas, señala: “En muchos países la gente cree que Adidas es algo nacional. Ocurre en España, en Francia... Es normal que la gente crea que es un producto casero”. Michael Michalsky, director creativo, está entusiasmado con la colección Y-3: “No existe algo así en el mercado. Que una marca deportiva vaya a un diseñador y le diga ‘hagamos algo’es nuevo. Siempre ha sido al revés. Han sido los diseñadores los que se han acercado a lo deportivo en busca de inspiración”. ¿Significa esto que Adidas se aleja de los estadios? “En absoluto”, afirma Michalsky.
“No hay riesgo. Adidas inventó la industria deportiva. Somos empresa deportiva y siempre lo seremos. Y-3 es un juego que sólo representa un 5 por ciento de nuestra producción y alcanzará a otro tipo de clientela”, puntualiza Anne Putz, de relaciones públicas. “Pero ya estábamos cansados de ver a prestigiosos modistos hacer prendas con estética deportiva, y sin tener idea”, contraataca Michalsky.
Así que de la conjunción de tiempo y lugar adecuados nació la Y-3, la Y, por el diseñador japonés; la 3, por las tres rayas de la marca alemana. El guión, el espíritu de la cooperación. “Lo hemos hecho en el momento justo y con la colección adecuada, con las dosis necesarias de minimalismo y autenticidad.” Según el director creativo, hace tres años nada de esto hubiera sido posible. Ahora el mercado está maduro, hay mayor gusto por lo auténtico, interés por la conjunción entre Oriente y Occidente.
La nueva colección, la criatura Adidas-Yamamoto, reluce en el hall. Colores azules, grises, morados, pantalones, suéters, camisolas, botas, vestidos floreados... Una colección impecable, andrógina, funcional y elegante. “Deportivo y chic y no tienen por qué ser conceptos separados”, dice Anne Putz. Cuando llegaron a un acuerdo, Yohji Yamamoto desde su oficina en Tokio puso manos a la obra. “El ya había trabajado para nosotros. Sus zapatillas tuvieron mucho éxito y nos planteamos: O paramos y hacemos esto en grande. Nos decidimos por esto último. Nosotros ganamos moda, él gana distribución y clientes”, afirma Michalsky. Se negoció luego cada detalle del diseño. ¿Y precios? “Se gasta más dinero en ideas, por eso Se vende a un nivel de precio superior, pongamos en los márgenes de Prada.” Veamos: de 70 euros por un top, a 600 euros por una parka, o 900 unos pantalones floreados. El último abril la colección fue presentada en París, y ya se vende en un centenar de tiendas en todo el mundo.

* El País/Página/12.

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