Viernes, 11 de julio de 2003 | Hoy
POLíTICA
Las circunstancias no eran las mejores. Bolívar, recién derrotado. La Banda Oriental, de hecho en manos portuguesas. Chile de nuevo ocupado por los realistas, que también amenazaban por Salta y Jujuy. Fernando VII venía de recuperar su trono y preparaba una nueva expedición al Plata. Como siempre, entre las propias filas había dudas, temores y predicadores de la derrota. Pero fue decisivo el empuje de San Martín, que reclamaba ese paso indispensable para seguir la ofensiva liberadora en el resto del continente. Y vino el acto de coraje: “Declaramos solemnemente a la faz de la tierra que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli... y de toda otra dominación extranjera”, se agregó luego. Así decía la declaración que votaran los congresales de Tucumán. ¿Cómo nos encuentra hoy este 9 de Julio, donde deberíamos celebrar la Independencia? Hace pocos días pasó por estas tierras esa especie de nuevo virrey llamado Köhler, titular del FMI, que en vez de español habla alemán. Pidió informes y revisó nuestras cuentas. Sin gestos agrios como Singh y Kruger, se mostró simpático y hasta sonrió varias veces. Pero reclamó lo mismo: más ajuste a las provincias, el tarifazo para las privatizadas, compensación a los bancos privados y apertura de la banca pública, entre otros condicionamientos. Y terminó diciéndonos lo de siempre: “Ajusten y paguen... y que sea en efectivo”. ¿Y a qué país vino a decir eso? A éste, donde ya casi no queda industria y las multinacionales se quedaron con todo. Donde hay veinte millones de personas en la pobreza y diez millones en la miseria. El virrey Köhler vino a decirnos “paguen”, a este país que de nuevo es una colonia, ya no española sino yanqui. Y por eso nos dejó una misión del Fondo directamente a vivir acá, instalada en forma permanente, monitoreando todo... Como en 1816, lejos de ser ideológica la discusión es muy concreta. Por ejemplo el 9 de septiembre vencen 2900 millones de dólares de deuda externa con el FMI: 8000 millones de pesos. ¿Qué significa eso? Medio millón de viviendas populares y 1,5 millón de puestos de trabajo por dos años. O 4,5 millones de planes para los desocupados por un año. En ese solo pago el Fondo se llevaría gran parte de las viviendas que nos faltan o los planes para todos los desocupados del país por un año entero. ¡Para eso habría que usar las reservas! ¡Para trabajo, planes, vivienda y comida, no para el Fondo! Por eso no tenemos ninguna confianza en el gobierno de Kirchner y Lavagna, que se han comprometido a “pagar en la medida en que crezcamos”. Si se paga la deuda no hay crecimiento, ni respuesta para las urgencias, ni independencia. Hoy independencia significaría decidir libre y soberanamente no pagar un solo peso más de esa maldita deuda. Hacer punta dejando de pagar, convocar a unirnos en un frente de países deudores latinoamericanos para romper con el FMI y así avanzar en el camino de una segunda independencia, esta vez del imperialismo yanqui. Y las circunstancias para pelear por ella son menos difíciles que hace 187 años. Cayó el tabú de que “no se puede vivir sin el Fondo”. A diferencia de los gobiernos, todos los pueblos de América latina, con sus luchas y movilizaciones, están demostrando una enorme voluntad de terminar con el sometimiento a Estados Unidos y a sus órdenes. Lo mismo acá. Lo expresan cada maestro y cada estudiante al defender la educación pública. Cada empleado de la salud pública al defender su hospital. Cada ferroviario que pelea por reestatizar el tren y cada bancario del Nación o el Provincia al oponerse a que lo privaticen. Cada desocupado al exigir su plan y trabajo genuino, y cada trabajador al reclamar salario. Cada pequeño deudor hipotecario que lucha contra el remate de su casita y cada vecino que se prepara para no dejar pasar el tarifazo. De todos y cada uno de ellos están viniendo los nuevos actos de coraje. Nuestro desafío es unirlos en un gran movimiento para hacer realidad la segunda y definitiva independencia que tanto necesitamos.
* Diputada de la Ciudad. MST-Izquierda Unida.
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