ARTE
Limpia y con buena presencia. Así se puede describir al objeto y a quien lo presenta, a la obra y a la performance que la completa. Así se exhibe en el Malba, museo que la compró de inmediato después de la presentación en el último arteBA. Pero lo que se ve es apenas un anzuelo, el corazón de la obra es oscuro, al menos para quien paga su precio: ahí dentro están los elementos suficientes para recolectar las pruebas que construyan un juicio ético al mercado del arte –¿o al mercado a secas?–, el mismo mercado que le puso valor a esta obra.
› Por Cristina Civale
La artista Alicia Herrero ama dos cosas –entre otras seguramente–: la investigación y el desafío. Desde que comenzó su trabajo como artista, egresada a finales de los ’80 en la escuela Prilidiano Pueyrredón, se apropió de estos dos elementos como armas aliadas y apuntó a un objetivo claro: trabajar en los límites de los géneros artísticos discutiendo la narrativa del arte en la cultura del capitalismo. De este modo, a ninguna de sus obras aplica el ecléctico adjetivo “bello”. Sus obras –al menos– indagan en otra suerte de belleza, esa que otorga medios al que observa para interactuar con el mundo, ser consciente de sus mecanismos y sobre todo: intentar modificarlo. Herrero prefiere que su obra se adjetive a la carta según sea lo que cada una esté tratando de interpelar porque de eso se trata lo que produce: de una interpelación.
La obra que la tiene hoy, sin exageraciones, en el centro de mira de los agentes intervinientes en la cocción del arte contemporáneo, está formada por una cajita de apariencia simple, una caja de jabón en polvo Brillo, que remite al pop de Andy Warhol, pero que en su interior contiene diez elementos que pueden ser activados como bombas simbólicas, algo que Warhol no hubiese imaginado y en caso de que sí, probablemente, hubiese desechado.
La obra en cuestión se llama Action-Instruments Box y fue presentada por primera vez hace un año en la feria arteBA. Inmediatamente fue adquirida por el Malba (donde actualmente se exhibe hasta julio) y recientemente hizo furor en la feria ARCO de Madrid, a punto tal de ser considerada por los medios especializados europeos como una de las diez mejores obras exhibidas allí y si tenemos en cuenta que por la feria pasaron más de 3.500 obras, el ranking es para prestar atención.
La cajita de jabón en polvo, pura parodia, podría haber pasado desapercibida en sus exhibiciones si no hubiese sido porque Herrero también creó un dispositivo de puesta en escena para hacerla llegar al público. Contrató a actrices-performers que en un sinfín daban un discurso a los visitantes. Las performers, exigió Herrero, debían ser lo suficientemente bellas –más que la obra, podría decirse–, siguiendo el canon de lo que belleza significa para atraer al público. “Modelos despampanantes, absolutamente hermosas”, aclara. Así, a través de este otro dispositivo –la mujer objeto–, la obra en sí, la cajita de jabón en polvo, consiguió la atención merecida.
Las performers-actrices-modelos daban un discurso guionado minuciosamente por Herrero que no falló en sus predicciones. Alrededor de la obra y del dispositivo de atracción –las chicas bellas– se arremolinó el público que luego se quedó atraído por el canto de estas sirenas, las palabras escritas por Herrero. En este discurso se explica con claridad la obra y se expresa sintéticamente de qué se trata. La acción fue para muchos un verdadero descaro infiltrado en el corazón de los mercados del arte, para Herrero un triunfo el haber burlado las reglas de ese mercado para ponerse en su centro y cuestionarlo. Para llegar a las conclusiones que arman los 10 dispositivos que contiene la cajita, Herrero estudió las subastas de Sotheby’s y Christie’s durante 2008, pero las conclusiones y las armas que entrega a quien aprende a usar los dispositivos de la cajita sirven para el futuro.
Action-Instruments Box consiste en un set de diez instrumentos de activación, con los cuales el poseedor de la caja puede producir sus propias revelaciones y evidencias para accionar un juicio crítico y legal a las actuales reglas del mercado del arte. Las palabras “crítico” pero sobre todo “legal” fueron puestas por Herrero con un sentido estratégico ideológico: la crítica sólo tiene valor si se hace en el marco de la propia ley del mercado –cosa que logra, ya que lo hace siendo legalmente elegida para participar en él– y también porque en un juicio clandestino no tendría valor el veredicto para hablar de lo que ella quiera hablar: quién legitima y da valor a las obras.
Así, nos dice Herrero, “Action-Instruments Box desarrolla un sistema y un instrumental que permite hacer visible el impacto del mercado y el negocio sobre las propias obras de arte subastadas por dos de las principales casas internacionales del rubro, Sotheby’s y Christie’s. Este mercado funciona con el apoyo de los medios de comunicación, periodistas y reseñistas de arte, como un referente económico global que atenta directamente contra la ontología misma de la práctica artística, cuya estructura es potencialmente crítica y desafiante al estado de las cosas como las reglas, leyes sociales, económicas, políticas, el sentido, entre otras. Lo que vemos es que definitivamente las ‘obras de arte’ son vulneradas cuando quedan sometidas a los dominios del mercado del arte que rige y legitima todo”.
La obra abre dos cuestionamientos clave: ¿Tienen derecho las obras de arte a tener una existencia libre e independiente de estas leyes?
¿Podemos desarrollar recursos críticos y legales para hacer valer estos derechos?
Auctions market & money, la agencia de ficción productora de la cajita, hizo decir Herrero a través de sus modelos performers, “es la primera agencia consultora de recursos de imaginación e investigación para indagar este impacto que produce el mercado, el dinero y el negocio sobre la percepción que tenemos del arte, sobre la práctica artística y la obra misma”.
Las performers instigaban a la compra de la obra, jurando que los fondos de recaudación de la venta estarían destinados directamente a subvencionar esta investigación con el fin de transformar las reglas del sistema del arte.
Así quien se hace con la cajita y sus estudiados dispositivos se convierte a su vez en un operador crítico del mercado, capaz de resituar acontecimientos, datos y objetos y de producir nuevos documentos que para Herrero son “una fe de erratas de la información de origen emitida por estas galerías de subastas que fueron objeto de su estudio”.
Herrero agrega su propio contexto histórico a esta investigación que a esta altura del relato de la obra parece evidente: “Considerando los Juicios Eticos-Populares de las Madres de Plaza de Mayo y los tribunales populares impulsados por Bertrand Russell con el apoyo de destacadas personalidades como Jean-Paul Sartre (quien presidió un Tribunal) y Simone de Beauvoir, entre otros, me propongo reunir pruebas, testimonios y argumentos para este juicio crítico y legal”.
Así procedió Herrero para llegar a esta cajita con sus 10 detonadores.
Sotheby’s y Christie’s publican antes de las subastas lujosos catálogos que muestran las obras de arte que serán subastadas, estas páginas contienen los precios estimados de venta y las fotografías de las obras. Luego de las subastas, los precios resultantes de estas ventas son publicados inmediatamente en los sitios web correspondientes. Ambas publicaciones son la materia prima sobre la que se produce la fe de erratas. Mediante un Sistema de cálculos y correspondencias entre dólares y centímetros, fe de erratas valida gráficamente el precio resultante de estas subastas sobre las obras vendidas, produciendo esta acción deformaciones que crecen con los ceros y se evidencian sobre las propias obras de arte. Con esto arma un instructivo en forma de DVD para que quien compra la obra pueda actuar sobre el mercado y armar su propia fe de erratas.
La caja contiene todos estos elementos pero sobre todo un instructivo de sencilla aplicación con los pasos a seguir y los lugares adonde recurrir para conseguir información fehaciente que permita armar nuevos diagramas. Por último, se invita a quien haya realizado el instructivo a enviar los resultados de su propia investigación a un correo electrónico, [email protected], donde se sumarán las evidencias para esta obra que parece no tener fin.
Al grito de ¡Hazlo tú mismo!, Herrero coloca al coleccionista de su obra en otro campo, muy lejano al de la interactividad onanista tan de moda en estos tiempos y lo provee de armas para que se haga justicia. Porque en el arte también “justicia” y “legalidad” son palabras a las que parece necesario cargar de significado, el básico y ningún otro deformado por las cifras, más bien los numerosos ceros, de los dólares o de los centímetros.
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