Vie 29.06.2012
las12

MONDO FISHION

Vanguardia textil

› Por Victoria Lescano

Un jueves de junio por la noche, en Scalabrini Ortiz al 1000 –la zona donde proliferan los negocios consagrados a la venta de lanas con sus ineludibles altares de ovillos–, frente a la nueva tienda de Paula Ledesma, las ramas y el tronco de un paraíso y el poste de luz habían sido engalanados con tricots por la artista textil Alicia Santuz.

Paula Ledesma representa a una nueva generación de diseñadores con innovadores desarrollos morfológicos y un anclaje en la industria. Puertas adentro de su local se celebraba una exposición de 25 obras ideadas por ilustradores y con el tejido como coartada argumental; las ganancias de tales ventas se destinarán a una asociación benéfica de los aledaños (el comedor del Centro Comunitario San Ezequiel Moreno).

El cóctel celebratorio se extendió entre la vereda, el local con interiorismo de cemento, madera y tricot –tanto las pantallas de las lámparas como las cortinas de los probadores y el tapizado del sillón vintage fueron realizados en tejidos– y un garaje cruza con depósito lanero contiguo, que ofició cual lounge, sala de tapas y de proyección de la colección invierno que llevó premisas del tratado “Art forms in Nature”, de Ernst Haeckel, a formas orgánicas aplicadas a vestidos con drapeados y pliegues en tonos negro, nude, azul, habano y gris. Vestida con un little black dress en punto y con plisados y recortes que ilustran tal manual de estilo, Paula, graduada en indumentaria textil en la UBA (donde además es docente en la cátedra Medios Expresivos, de Diana Lisman) se refirió a la trama textil imperante en su familia y a sus aportes de diseño: “Hace diez años me sumé a LedLan, la firma de hilados fundada por mi papá y mi tía en 1990. Un tiempo después creamos la marca de hilados Ambar, porque la empresa vendía productos de otros y productos propios pero sin marca. Ambar creció mucho y ahora se vende en las lanerías y mercerías más importantes del interior. El local de lanas siempre estuvo en la avenida Scalabrini Ortiz y ésa fue la zona en la que me moví desde el inicio de mi vida laboral. Hoy mi tienda está situada a dos locales de la empresa familiar, lo que me permite hacer los trabajos en simultáneo. Por un lado, desarrollo los hilados para una producción masiva y para clientes exigentes que siempre quieren cosas nuevas, de ahí que primero hago una búsqueda de tendencia en texturas y colores que en ocasiones implican viajes. Luego empieza mi propia búsqueda, pero esa parte de la labor es más compleja, a veces surge de ver una película o de leer un libro pero en el proceso observo los materiales, las muestras de tejido y, en general, armo prendas posibles sobre un maniquí o el cuerpo de alguien que acceda a probarse. Muchas veces desarmo prendas que tengo, o las doy vuelta y encuentro otro lenguaje. Evalúo la tensión de cada material hasta que considero que un diseño es el definitivo.

Creciste jugando entre los hilados de Villa Crespo, ¿cómo viste la evolución del barrio y qué considerás que suma tu local a ese paisaje?

–Mi papá nació en Villa Crespo y mis abuelos vivieron siempre ahí, recuerdo haber visto el apogeo de la avenida Scalabrini Ortiz en mi infancia; luego hubo algunos negocios cerrados pero siempre permanecían los antiguos y con productos standard. Considero que en 2001 hubo un resurgimiento del tejido, que se volvió a poner de moda tejer para uno y para los demás, entonces se abrieron muchos más locales de lanas. Y desde hace unos años las lanerías se fueron modernizando, mejorando los productos, produciendo más variedades de hilados, colores y texturas, generando diversidad en el producto y dirigidos a cierto público: los mayoristas y también quienes venden en menores cantidades. Más recientemente se convirtió en un polo textil porque las lanerías ampliaron sus productos, desarrollaron hilados con diseños, generaron imágenes más interesantes. También ayudó mucho la cantidad de comercios de ropa sobre la avenida Córdoba, la explosión de Palermo como circuito de diseño y luego los enormes outlets de marcas en calle Aguirre. Parece que se armó un sector referido a la ropa, el diseño, la decoración y el textil. Todo ello me hizo decidirme por abrir mi marca de tejidos innovadores en la avenida de las lanas y sin dudarlo, porque cierra una idea: somos textiles y trabajamos con hilados.

Quien en 2012 pasea por el barrio y se encuentra con nuevos modos de exhibir la lana, mediante prendas que no están a la venta, ¿considerás que esa estrategia de ventas reemplazó a la revista Burda?

–Un poco oficia de revista en versión vidriera, porque hay muchísima gente que viene a comprar hilado y si le mostrás algo nuevo te dice “¿qué hago con esto?”, entonces les podés mostrar cómo con los hilados podés hacer de todo, que tejer no es sólo para bufandas y suéteres. Mi mamá fue quien me enseñó a tejer pero también a coser y a hacer moldería. Ella siempre compró las revistas Burda, Mía, El Arte de Tejer, Para Ti y algunas de afuera, recuerdo la publicación chilena Paula porque me parecía fascinante que existiera una revista de tejidos con mi nombre. Cuando iniciamos Ambar Hilados desarrollamos cinco publicaciones de revista Ambar Tejidos, con explicaciones de prendas nuevas y diferentes, con nuestros hilados; es un proyecto que ahora dejé en pausa, pero lo voy a retomar porque me encanta.

www.paulaledesma.com.ar

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