POLITICA
El final de la Cumbre de la Tierra Río+20 –la conferencia convocada por Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable que se realizó en la ciudad carioca– dejó cierto gusto a poco para quienes esperaban poner un freno a la hegemonía y las pretensiones de los países del Hemisferio Norte en relación a bienes comunes como los derivados de la minería, la tierra y la energía. Sin embargo, en los bordes de ese encuentro multitudinario se tejieron otras redes entre organizaciones y activistas, en las que las cuestiones de género tuvieron el lugar que se les negó en las reuniones centrales, aun cuando existen conexiones críticas entre la necesidad de un desarrollo que proteja al planeta y las mujeres.
› Por Florencia Goldsman
Río +20 son considerados por muchas organizaciones una falla ante las generaciones actuales y futuras. No obstante, en los espacios paralelos generados por decenas de movimientos sociales reunidos en la Cúpula de los Pueblos las mujeres debatieron, propusieron y reclamaron soluciones verdaderas hacia el desarrollo sostenible y los derechos humanos.
El futuro que queremos es el título del documento final que presentaron las Naciones Unidas y suscribieron más de 190 países. Las miradas sobre este paper difieren si la evaluación parte de funcionarios de Estado –que lo miran con optimismo– o de activistas –que lo consideran una oportunidad perdida–. Pero lo que es seguro es que se omitió la conexión crítica entre el cambio climático y la cuestión de género.
Las mujeres, los niños, los pueblos indígenas son los más impactados por el aumento de las consecuencias del cambio climático, remarcan con fuerza las redes de mujeres que de manera paralela a las conferencias centrales lograron afianzar una agenda propia que hizo del evento una vía más legítima para encontrar salidas a la crisis mundial del sistema capitalista. Algunas de las voces que tejieron la trama en la que confluyeron más de 50 mil activistas hablaron con Las12 sobre las urgencias comunes aun de quienes viven en distintos continentes.
La comunicación considerada un bien común tal como el agua, la tierra, entre los demás bienes de la humanidad.
“Soy parte de Intervozes, uno de los colectivos organizadores del II Foro Mundial de Medios Libres. El primero tuvo lugar en 2009 en Belén dentro del proceso del Foro Social Mundial. En ese momento se dio un reconocimiento de los movimientos de que había derechos en común en relación al acceso a la información, a la libertad de expresión, del derecho a la comunicación.
Los contextos son muy distintos en América latina respecto de Europa o Africa, pero el paño común son las amenazas a la libertad de expresión. Para nosotros era importantísimo hacer este foro en la Cúpula de los Pueblos porque entendemos la comunicación como parte de los bienes comunes que tienen que ser garantizados y reivindicados por el conjunto de los movimientos sociales. Debido a que la lucha ambientalista, feminista, la lucha por la vivienda, por la salud, la educación para prosperar precisa de un conjunto de medios plural y diverso en donde todos los pueblos se puedan expresar”.
–Tenemos una concentración muy grande de los medios de comunicación divididos en grandes grupos. En varias regiones del país los dueños de medios son familias que también controlan la política local. El resultado es un discurso casi hegemónico en torno de un modelo y un patrón de desarrollo. Esto cambió en los últimos años en Brasil porque el pensamiento del gobierno también mudó, pero esta tradición hegemónica es propagada por los medios de comunicación de masa. Hay todo un conjunto de alternativas, soluciones comunitarias y populares que es invisibilizada porque está fuera de la agenda de los medios.
La organización en la que trabaja Carmen Foro logró que 100 mil mujeres trabajadoras rurales llegaran a Brasilia el año pasado, dejando detrás casa, familia e hijos. La Marcha de las Margaridas moviliza desde 2003 un huracán humano con una lista de reivindicaciones extensa: biodiversidad, seguridad alimentaria, participación política, autonomía económica, salud, educación y violencia, entre otros. Margarida Alves, una sindicalista y defensora de los derechos de los agricultores asesinada en 1983 inspiró el movimiento. Carmen participó de la Cúpula de los Pueblos en Río +20 para articular aún más redes de mujeres.
–Hay un conjunto de convergencias. Estamos todas aquí imbuidas en la lógica de no transformar los bienes comunes en mercadería. Soy del campo y los desafíos para nosotras son muy grandes. Tenemos un enfrentamiento cotidiano con la lógica capitalista en el campo, con las empresas del agro negocio especialmente acá en Brasil que tienen el 75 por ciento de las tierras y envenenan todos los alimentos. Hay trabajo esclavo y un conjunto muy grave de problemas en el campo. Hemos sostenido luchas muy importantes en el sentido de garantizar acceso, en el área rural, a derechos básicos la salud, educación, fuentes de energía y agua potable.
–Hay un ambiente posible de diálogo pero esto por sí sólo no mejora nuestras condiciones de vida. Tenemos que tener un papel de presión, de movilización de los pueblos, de las mujeres. Precisamos de un enfrentamiento cotidiano con el gobierno y los grandes empresarios. Necesitamos tensionar políticamente, incluso teniendo una presidenta mujer que fue parte de la lucha armada. Sabemos que no es un gobierno de derecha, pero igualmente es un gobierno que tiene que ser presionado por la población.
–En Brasil la lucha sobre los derechos sexuales y reproductivos entró en un retroceso. Fue objeto de debate en las elecciones y el saldo es que las mujeres continúan más lejos de esos derechos. El tema fue utilizado durante la campaña de elecciones e influenció negativamente en la sociedad sobre los grupos religiosos y más. La propia Dilma no pudo asumir el conflicto que se generó y ahora estamos en un ambiente con mucha dificultad de avanzar en ese tema y vamos a tener que recomponer esa lucha.
Esta pelirroja de sonrisa amplia que habla claro y fuerte en la plenaria general de las redes de mujeres, señala y se disculpa. “Soy una intelectual que trabaja para una organización, no una trabajadora rural.” Sin embargo, su lucha contra las brutales consecuencias de la megaminería la acerca a las demás: “El mayor problema para las mujeres es que la llegada de hombres a las comunidades y el impacto sobre las economías locales impactan sobre la cultura y la forma de vida. Las mujeres ya no tienen muchas más opciones porque han perdido su tierra, comienzan a establecer relaciones transaccionales con los hombres en función de elevar su nivel de ingresos que se ve reducido al mínimo y cae sobre sus espaldas”.
–En Sudáfrica la minería ha sido durante los últimos 200 años la actividad económica predominante combinada con la agricultura. Esto impacta a millones de sudafricanos y en particular a las mujeres y su horizonte de trabajo. Sudáfrica es una región en la que ocurre que habitualmente las mujeres son las granjeras y agricultoras, las que llevan la comida a la casa. El primer impacto es el del robo de tierras, cooptada por parte de las corporaciones mineras. Cuando hay una compensación económica la tierra entregada es inferior o está situada lejos de donde vive la gente. El segundo es un impacto sobre el propio estilo de vida de las personas. La actividad agricultora es la principal tarea de estas personas, entonces después no encuentran alternativas. Como resultado tenemos un crecimiento en los niveles la pobreza, un aumento en los índices de mal nutrición entre mujeres y niños. El tercer impacto es el de la polución que la minería produce en el medio ambiente y sobre el agua en especial. La minería en Sudáfrica, dedicada al oro, carbón, platino, uranio, titanio, en todas las diferentes formas de minería encontramos el uso de químicos con la consecuencia de una contaminación masiva en los surtidores de agua. En las áreas rurales, el agua que es extraída de la tierra a través de los pozos que la gente hace. Los químicos se introducen en la tierra y contaminan el agua que la gente solía utilizar. Entonces estamos recibiendo muchas denuncias de personas de comunidades que ya no pueden utilizar el agua para consumo ni para la agricultura. La contaminación del aire también se ve afectada con la minería que produce uranio y que es extremadamente tóxica, entonces observamos cómo se eleva también la tasa de casos de cáncer en áreas rurales.
“Las mujeres musulmanas no son sumisas, trabajan, van a la universidad. ¿Es una sociedad patriarcal? Sí lo es. Tenemos que luchar en contra de eso. No significa que por ser árabe o ser musulmana las mujeres son oprimidas. Tenemos que deconstruir ese papel y mostrar al mundo que esa variedad existe. Los medios libres están ahí para eso”, explica esta mujer, quien además relata que su padre fue expulsado de Palestina en 1948 (el actual Estado de Israel) y hasta hoy no pudo cumplir el sueño de regresar. Misleh, aparte de luchar por una tierra más justa para los palestinos, busca romper los preconceptos que circulan en torno de las mujeres árabes en los medios de comunicación.
–Creo que aún hay mucho por hacer. El camino pasa por la democratización de la comunicación, por abrir el espectro que está en manos de pocos pero que es un bien común. El día que hagamos valer el derecho a la comunicación las cosas van a empezar a mudar. Lxs activistas de la comunicación alternativa y de los medios libres están haciendo muy bien su parte. La gente está ahí para entre todos transformar esa realidad y luchar cada vez más por democratizar la comunicación.
–Ellas estuvieron capitaneando el movimiento, inclusive en Egipto y Túnez también lideraron el cambio. Egipto fue un caso interesante porque allí vi movimientos formados únicamente por mujeres. Supe de muchos casos de represión no sólo para los hombres sino para las mujeres que sufren más de esas situaciones porque ellas son consideradas más vulnerables y allí se usa la sexualidad para reprimir. En la era de Mubarak se detenía a las mujeres y se las sometía a la humillación de hacerles pruebas de virginidad. Y ellas salieron a las calles pese a eso, a protestar en contra de eso y lograron convocar a millones. Entonces una ve fotos de las manifestaciones en Egipto que muestran a la mujer con velo, sin velo, más vieja, más joven, todas juntas en la calle. Tuvieron un papel fundamental para divulgar ese otro mundo así como estuvieron en la movilización diaria en la calle, acampando. Hoy continúan la movilización, el proceso no está concluido. Existe una tentativa de contrarrevolución para no entregar el poder. Como siempre sucede en los imperios de mantener las cosas tal como están, pero yo creo en la fuerza de las mujeres para seguir con esa acción.
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