“Nos identificamos con todos los roles que asumimos”, afirman Carla Baredes e Ileana Lotersztain, física y bióloga, respectivamente, pero también autoras, editoras, fundadoras y directoras de la editorial Iamiqué. Con colecciones como “Descubridores”, “Preguntas que ponen los pelos de punta” y “Asquerosología”, Iamiqué logró instalarse entre docentes, bibliotecarios, libreros, padres, madres, niñas y niños: el mérito del sello está justamente en abordar temáticas científicas y de divulgación desde una perspectiva curiosa y descontracturada, cerca de la idea de que son los lectores los que tienen que poder seguir haciéndose preguntas después de leer. Con presencia en planes de lectura de la Argentina y México, con la experiencia en ciernes de “Libros para atesorar”, un colectivo de sellos infantiles que está dando sus primeros pasos en las Ferias del Libro nacionales, y con la publicación de Abuelas con identidad, el libro que les llevó más de dos años de investigación y que aborda el secuestro y la restitución de niños durante la dictadura, esta editorial autogestionada por mujeres es un ejemplo concreto de que confiar en una manera nueva de contar las cosas puede dar muy buenos frutos.

¿Cómo se transformó la vocación científica en la creación de una editorial?

Ileana Lotersztain: –En mi caso, culpo a mi profesora de Biología del secundario. Me encantaban los problemas del tipo “qué probabilidad hay de que un chico tenga ojos azules”. A la vez siempre me gustó escribir y leía mucho. Cuando empecé la carrera, no era lo que yo había pensado. La salida típica era la investigación, y entré en crisis porque no me veía en un laboratorio. Me anoté en el curso de periodismo científico en la Fundación Leloir, y ahí la conocí a Carla. Al poco tiempo nos pusimos a trabajar en una editorial escribiendo manuales de ciencias, pero había muchas restricciones. Entonces empezamos a fantasear con hacer algo propio.

Carla Baredes: –Nos conocimos en el ’97. Yo soy física, y siempre me atrajo el fenómeno natural. En la carrera la pasé bárbaro, y trabajé como física no bien me recibí con una beca de investigación del Conicet, pero me aburría. Un día me quedé sin beca: le tengo que agradecer a Cavallo el vaciamiento, porque me dio la posibilidad de reinventarme. Empecé a hacer el curso de periodismo científico y enseguida empezamos a armar un proyecto de publicación de fascículos de ciencias para un diario. Escribíamos en los ratos libres con un entusiasmo casi infantil. Y nos terminamos encariñando con el proyecto: empezamos a averiguar si podíamos publicarlo nosotras...

I. L.: –Nos daba lástima cederlo... Y entonces armamos una editorial sin saber qué significaba del todo. En el año 2000 no era como ahora, que hay cursos para emprendedores...

¿Cómo surgió la idea de hacer un libro para chicos sobre las Abuelas de Plaza de Mayo, Abuelas con identidad?

C. B.: –Surgió en un viaje, durante un curso en el que mostraban libros alemanes sobre cómo explicarles el Holocausto a los chicos. Empezamos a considerar el hecho de que las sociedades quieren entender qué pasó, y la responsabilidad de los adultos de preservar la memoria. Me entusiasmó la idea de encarar una investigación profunda desde Iamiqué. El interés siempre estaba por el lado de la genética y qué pasaba con una abuela que estaba convencida de haber encontrado a su nieto y tenía que demostrárselo al juez. Desde el punto de vista científico es muy interesante cómo las Abuelas le exigieron a la comunidad científica que avanzara en esa necesidad concreta con la creación del banco de datos genéticos. Por otro lado, hay nuevas maneras de abordar los años de dictadura porque ahora el genocidio tiene el peso de una verdad histórica. Nos parecía que era un desafío para nosotras acercarles un libro con esta información a los chicos. Así que armamos un equipo de trabajo, tuvimos muchísimo asesoramiento, y se dieron discusiones internas sobre cómo contarlo. El resultado es un libro esperanzador. Creemos que era necesario.

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