Women Welcome Women World Wide (5W) es una asociación de mujeres dispuestas a darles la bienvenida a otras, viajeras solitarias la mayoría, para acompañarlas en un tramo de su camino y mostrarles con ojos locales el lugar al que llegan como turistas. El número de socias no cesó de crecer desde 1984. Pertenecer, dicen ellas, augura amigas en lugares tan distantes como Nigeria, Tanzania, Gambia o Turquía.
Por Soledad Vallejos
La desolación, para Sofía Shakespear, es una imagen que da frío y un poquito de pavor: “Por ejemplo, Zurich, en invierno, a las siete de la tarde. Es de noche, nieva. Cerraron los museos, las bibliotecas; estaba sola en la ciudad y lo único que había para hacer era ir a un cine o meterme en el hotel a leer. Yo pensaba: ‘no conozco a nadie acá, a quién hablarle y decirle fui a ver tal cosa, qué te parece’”. Será por el recuerdo de esa escena que, en 1994, cuando una señora inglesa con cara de abuela que hornea galletas empezó a desplegar en pleno Café Tortoni sus anécdotas de viajera más que frecuente con espíritu poco convencional, Sofía se quedó pensando. “Qué bárbaro –dice que se decía–, ésta es la solución, qué buena idea” había tenido Frances Alexander, la mujer que se había llegado hasta la Argentina sólo para dar a conocer el proyecto que había fundado a mediados de los años 80: una asociación internacional de mujeres que tuviera como meta, pura y exclusivamente, fomentar las relaciones sociales entre las socias, tanto por carta como mediante visitas personales. De eso se trataba y se trata Women Welcome Women World Wide (algo como “Mujeres dan la bienvenida a mujeres en todo el mundo”), la organización a la que Sofía se inscribió apenas dos días después de conocerla, y en la que ahora revista como una de las catorce directoras (las hay, también, de Japón, Estados Unidos, Suiza, Gran Bretaña, Alemania, Países Bajos, Australia y Bélgica) que procuran hallar la mejor manera para que tres mil mujeres de 70 países diferentes puedan conocerse y ser amigas porque sí.
Tener un millon de amigas
Desde el piso 16, detrás de la bruma intensa que envolvió a Buenos Aires en estos días, se puede adivinar el río, vislumbrar el desfile de autos hacia el norte, hacia el sur, asombrarse porque los ruidos apenas llegan con el ímpetu de un murmullo. Es el cuartel general de 5W (sofia
[email protected] o www.womenwelcomewomen.org.uk) en Buenos Aires: el living de Sofía, el mismo lugar por el que suelen pasar, en algún momento de su estadía porteña, mujeres de toda nacionalidad, edad y estilo de vida, con ganas de ver a su amiga argentina. De pronto, de un álbum empiezan a escaparse imágenes de la última reunión anual de directoras, momentos de alguno de los gatherings (encuentros) que las socias, por su cuenta y con alguna excusa temática (cine y cocina en Bélgica, criaderos de cocodrilos en Cuba, jornadas de spa en Grecia son algunos de los lemas que rigen las convocatorias del momento), organizan en distintas fechas del año; una socia de Australia con toda la palidez del mundo en las mejillas, finalmente frente a frente con una joven africana de piel oscurísima y trencitas con la que alguna vez se había carteado.
–La idea es solamente el placer de encontrarse con una persona de otro lugar y ofrecerle alojamiento o no, depende de si te gusta o si podés, para eso hay mil formas de manejarse.
Explica Sofía, antes de echar mano a la clave secreta más celosamente custodiada por 5W, el listado de todas las socias, un compendio de información confidencial (sólo pueden tener total acceso a él las socias) que detalla nombres, edades, ocupaciones, países, la voluntad de ser visitante o anfitriona, idiomas, tipos de viviendas, intereses, todo detalle necesario para darse una idea de quién es quién y poder iniciar los contactos. La letra es pequeña y la cantidad de páginas, bueno, levemente abrumadora, es decir, la necesaria para dar cuenta, en pocas líneas, de la cotidianeidad desde Noruega (donde vive la única socia del Círculo Polar Artico) hasta Tasmania, de mujeres de entre 16 y 90 años.
–Hay una chica, por ejemplo, que vive en Estocolmo, está el número de teléfono, el fax, el e-mail, la edad, 27 años, pero ponés la edad si querés, si no, no. Su profesión, tourist manager, travels a lot, viaja mucho, vive con un amigo, y dice non smoker, no fumadora. Algunas ponen “tengo tres gatos”, porque hay gente que es alérgica a los gatos, o que no le gusta tener animales en la casa. Después están sus intereses: salsa, dancing, ski, la naturaleza, reading, leer, sports. Una, según esas cosas, por ahí dice “ah, a ésta le voy a escribir”, o directamente, si tengo un viaje a Estocolmo, me fijo quién vive en Estocolmo, miro la lista y le escribo. A veces, también podés escribir, algunas aclaran que quieren pen-pal y otras no, porque por ahí no tienen tiempo para tener amigas por carta. Pero si una está allá, viajando, es un contacto, la llamás, “¿nos podemos encontrar para tomar un café?”, y arreglás para encontrarte. Ahora, hay mucha gente que viaja hacia acá, vienen, se contactan y una las conoce, aunque no viajes. Sos anfitriona de la ciudad. Una la acompaña, o le muestra un rincón, les mostrás tu esquina de San Telmo, porque a lo mejor ella no pasó por ahí. Conocer el lugar con una persona del lugar cambia todo completamente.
El último de los boletines de 2003 (5W envía tres por año), además de recordar los eventos por venir en el futuro más o menos inmediato y pasar revista a las actividades espontáneas y previstas de los últimos meses, puede leerse como una suerte de diario más o menos íntimo colectivo de las-chicas-sólo-quieren-divertirse global. Una socia australiana contando a todas las demás lo bien que la pasó encontrando de casualidad a una socia belga en plena Irlanda, una argentina feliz de poder alojar y pasear extranjeras de tanto en tanto, una belga contando su viaje por Argentina y agradeciendo a las socias que conoció en Buenos Aires y el interior. Más que la voluntad de agasajar, ser agasajada, y no sentirse prisionera de feroces agentes de viajes, pareciera que lo que todas ellas rescatan es un deseo unánime por conocer a la mayor cantidad posible de mujeres diferentes a ellas, de sentir, como explica Sofía, que (a cambio de una donación anual de alrededor de 36 dólares, con lo que, dado que 5W es una organización sin fines de lucro, se financia la administración) “hay amigas en todas partes”. Esa era, casualmente, la idea que Frances Alexander desarrolló en un ensayo publicado en 1984 en el boletín de la Comunidad Europea sobre Asuntos de la Mujer cuando hizo público su proyecto de una asociación internacional de mujeres, con tanta suerte que, en pocos días, 40 mujeres de cinco países escribieron solicitando ser aceptadas como socias, y Frances no tuvo más remedio que darle vida, en el acto, a su organización.
Viajando se conoce gente
Si leer las noticias es sólo una manera de seguirles la corriente a los avatares del mundo, a veces, bucear en otras dimensiones, más acotadas tal vez, pero definitivamente más reconocibles, puede dotar de un rostro, una voz, una letra, a esos datos que, con la frialdad, en ocasiones van perdiendo verosimilitud en el camino. Entender que hay vidas, digamos, detrás de los acontecimientos, es mucho más sencillo si alguna de esas voces llega hasta nuestro lugar, nos cuenta en qué cambiaron sus mañanas, sus tardes, sus noches, desde que algún gran evento saltó a las tapas de los diarios. Tal vez, además de saber que existe al menos la posibilidad de que alguien, en un lugar extraño, esté esperando con un café y un relato sobre su lugar, uno de los mayores encantos de 5W sea, precisamente, que brinda el camino para acercarse a esa dimensión pequeñita y personal de las vidas en otros mundos. Sofía, durante años, se deleitó leyendo y releyendo la lista de socias, descubriendo que una mujer en Kazajztán esperaba la visita de una socia de otro país; que, aún hoy, mujeres de zonas que asomaron al capitalismo con la caída de la Cortina de Hierro no pueden viajar por falta de dinero pero disfrutan recibiendo a quienes viajen por Rumania o Hungría.
–De pronto, te das cuenta de que esa relación es íntima, porque estamos nosotras conversando, y eso, de alguna manera, permanece para siempre. A lo mejor, con gente que una ve todos los días no tiene la misma relación. En Argentina, ahora somos alrededor de 30 socias, la mayoría de Buenos Aires y el conurbano, pero también hay un grupito en Trelew, Puerto Madryn, otra en Cutral-Có, otra en Goya, en Rosario, en Córdoba. En Japón hay muchas. En Nigeria, sólo una, de 30 años, es marketing manager, vive con su marido y sus hijos, habla inglés y yoruba... Hay en Noruega, Filipinas, Polonia, Portugal, Puerto Rico, Alemania, Rusia, Senegal, Singapur, Eslovaquia, Eslovenia, Corea del Sur, Sri Lanka, España, Suecia... A veces, una suele conocer las capitales, pero la gente también vive en otras ciudades, y conociendo a alguien de ese lugar, tal vez se te ocurra visitarla... Tanzania, Tailandia, Gambia, Turquía, Uganda, Alemania... Hay gente que te dice: “¿Pero cómo vas a ir a parar a casa de una persona que no conocés?”. Y bueno, vas y la conocés.
Definitivamente, la lógica es implacable.