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Viernes, 24 de agosto de 2012

MONDO FISHION

Nuevos modos del estilo tango

 Por Victoria Lescano

Luego de la visión del compadrito con gestos de Buster Keaton en el escenario, ataviado con una levita y un chambergo negro representado por Daniel Melingo, el viernes por la noche y durante la presentación de su disco Corazón y Hueso, en el Festival de Tango de Buenos Aires, hubo un flirt musical entre el saxo del músico que antes de erigirse en nuevo referente del tango fue revolucionario en las líricas y los sonidos del rock de Los Abuelos de la Nada, Los Twist y Lions in Love. Tales cruzas de modismos, lenguajes musicales y estéticos se podrían aplicar a los nuevos estilos indumentarios alrededor de la milonga que pregonaron las pequeñas tiendas en un ala del Salón Municipal de Exposiciones. La firma Darcos Magic Tango Shoes exhibió modelos que remiten a recursos de la camelia de Chanel pero con anclaje local: un modelo con flor en su capellada negra, taco de siete centímetros llamado “Tucumana” o metalizados en rojo apodados “Mariel” y los clásicos de raso negro que parecen emular un modelito del exquisito zapatero Roger Vivier para ir a la milonga. Darcos tiene una gran tienda departamental en Sarmiento 835, donde exhibe tanto calzados como indumentaria ad hoc, música y merchandising.

Por otro lado, la rafia que rige las tendencias de las colecciones verano 2013, junto a los tonos verdes y remixes de animal print, irrumpe además en sandalias para tango de la firma Taconeando (con un showroom de ventas en el primer piso de Av. Córdoba 4030 y cuyas gráficas institucionales suelen ser protagonizadas por consagradas bailarinas). Moira Castellano es la modelo de la campaña más reciente. Su escaparate en el festival dejó estupefactas a un grupo de amigas, ya por el uso del marabú en modelos que recuerdan clásicos de Blahnik para la serie Sex and the City, como la profusión de un vasto imaginario de zapatos para fiestas. Su diseñadora, Marlene Heyman, dice acerca de las premisas que rigen la marca: “Taconeando comenzó hace cuatro años con la idea de modificar patrones estéticos precarios en el ambiente del tango. Soy diseñadora gráfica, bailo tango y durante mucho tiempo trabajé en el área textil de una empresa. Los zapatos de Taconeando se caracterizan por mantener una línea de tango clásica, aunque incorporé el taco de stiletto europeo, con materiales de moda atemporales y con innovaciones constantes en el modelaje. Sumamos 200 variedades de diseños y somos una combinación equilibrada entre los imperativos de la moda, las necesidades físicas de las bailarinas y mi gusto personal. Para irrumpir en el ambiente tanguero sin generar aversión, pues es un ambiente muy tradicionalista, tomé la decisión de transformar bailarinas en modelos para los zapatos y conquistar así un mercado difícil pero ávido de cambios. En el proceso de desarrollo fui descubriendo otro mercado, lindante: el del calzado para fiestas”, concluye Marlene.

Por otro lado, la experta en vestuario para tango Hilda Curletto, autora de atavíos para Tango argentino, el espectáculo de Claudio Segovia que circa 1980 se paseó por teatros de París, Nueva York y Tokio y que en 2000 tuvo su revival, suele contar que para vestir a las coreografías tangueras puso en los cuerpos de los bailarines María Nieves, Juan Carlos Copes. Elvira y Virulazo variaciones de trajes del 1900 rescatados en ferias de pulgas y casas especializadas en vestuarios de época. Entre sus creaciones destaca un corsé bordado con piedras ensambladas a una falda de brocato con volado violeta para las escenas de “El Choclo”, el paso de un cándido vestido de linón suizo a otro de tul con canutillos que en “La milonguita” aludió al fin de la inocencia de una niña del conventillo. Curletto, quien hace algunas temporadas creó una firma propia llamada Chamuyo, es una lúcida analista de los modos del tango. “Es importante aclarar que en los conventillos, uno de los primeros lugares donde el tango se bailó de modo espontáneo, la gente iba vestida muy simple, llevaban vestidos de algodón y materiales populares, pero todo cambió cuando el tango dejó de estar desclasado y surgieron milongas y lugares de categoría para ir a bailar o ver espectáculos. En la construcción del vestuario para Tango Argentino revisé la historia de cómo se bailaba entre 1850 y 1900, percibí que la gente iba a bailar con la ropa del momento.” Según Curletto, las mujeres más revolucionarias por sus atavíos tangueros remiten a 1940: “En La Querencia, un salón de Avenida de Mayo, cautivó Carmencita Calderón, la compañera de El Cachafaz, cuando usó un tajo en la falda de loneta negra larga hasta la pantorrilla con la premisa de bailar con mayor comodidad. Otra mujer revolucionaria en los modismos del tango fue Azucena Maizani, quien vistió un traje de hombre para salir a cantar”.

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