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Viernes, 15 de agosto de 2003

INTERNACIONALES

La paz irritante

Española, feminista, periodista, ex diputada por Izquierda Republicana, Pilar Rahola constituye un botón de muestra del tejido ideológico sobre el cual el presidente español Aznar se subió al tren de la cruzada contra Irak y todavía no pagó ningún costo. Defensa irrestricta de la política israelí en Medio Oriente.

Por Mercedes López San Miguel

Pilar Rahola, periodista, ex diputada, feminista y, sobre todo, provocadora. Esta española oriunda de Barcelona dice sin tapujos lo que piensa sobre Medio Oriente y levanta polvareda. “La paz en la región es más probable ahora que Saddam Hussein no está”, dice sin titubeos ni alusiones al alto costo de la caída del líder iraquí o al alevoso despliegue militar de Estados Unidos en la región. En esa línea, señala de cara a un pequeño auditorio de argentinos que “el mundo está mejor sin Saddam y sin Bin Laden, y sobre todo está más segura la democracia, por eso sostengo que se traiciona a sí misma cuando no combate el integrismo islámico”. Defiende a capa y espada “lo israelí” de la opinión de sus compatriotas. “La vieja y dolida Europa, inventora de los totalitarismos, está enferma: en su seno resurgió el antisemitismo disfrazado de antisionismo.” Y va más allá al denunciar que “no es sólo de derechas”.
Como periodista, Pilar Rahola ha trabajado en televisión y prensa. Para televisión cubrió conflictos como la guerra entre Etiopía y Eritrea, la guerra de los Balcanes, la caída del Muro de Berlín, el asalto al Parlamento ruso, o el proceso de independencia de los países bálticos. Actualmente escribe para los diarios El País, madrileño, y Avui, catalán. Desde una mirada indudablemente occidental, Rahola advierte que “el integrismo islámico es el heredero natural de dos grandes totalitarismos de la humanidad, el nazismo y el stalinismo. Como ellos, es funcionalmente antisemita y, como ellos, presenta un cuerpo doctrinal basado en el terror, la anulación de todo principio de libertad, y el expansionismo sangriento”. Debió ser discípula de la reconocida periodista fiorentina Oriana Falacci. Tras los atentados del 11 de septiembre, Oriana publicó La rabia y el orgullo, donde no escatima vocablos para oponerse a la cultura del Islam: “Apenas dos meses después del apocalipsis de Nueva York –dice Falacci en ese libro–, el mismo Bin Laden demostró que no me equivoco cuando les gritó que una cruzada al revés está en marcha. Una guerra de religión que ellos llaman Jihad (guerra santa). Se equivocan los optimistas que creen que la Jihad concluyó tras la derrota del régimen talibán”.
Pilar Rahola, como siguiendo un mismo trazo, señala que “nunca vi una sola manifestación contra el terrorismo integrista, a raíz del 11 de septiembre, y nunca he oído que ninguna ONG quiera enviar escudos humanos a las cafeterías de Tel Aviv. Hay una solidaridad selectiva, derivada también de un pacifismo selectivo que, en su momento, llegó a considerar el atentado de las Torres Gemelas como una pura consecuencia de la política americana”. A Afganistán le siguió la campaña en Irak. Hoy, Pilar advierte que “es evidente que la caída de dos dictaduras en Medio Oriente, Afganistán e Irak, las dos nutrientes poderosas del terrorismo, y los dos agentes desestabilizadores de la zona, son las dos mejores noticias del combate actual por la democracia. Por supuesto, Siria, Arabia Saudita y Egipto están ahí, con nuestros peores sueños, pero algo se mueve en ese polvorín del mundo”. El tema que desvela a George W. Bush es lograr la paz entre Israel y la Autoridad Palestina. Según Pilar Rahola, la mayor posibilidad de paz se dio con los acuerdos de Oslo (septiembre del 2000) entre Bill Clinton de mediador, Yasser Arafat (Autoridad Palestina) y Ehud Barak (Israel). Pero derivó en el incumplimiento del programa de parte de israelíes y palestinos, y posteriormente el levantamiento de las facciones palestinas, conocido como Intifada (ahora está transcurriendo la segunda). “Sin ninguna duda, Israel paga muy caro el optimismo de Camp David (residencia donde se llevó a cabo). No siendo responsable de su fracaso, paga sus consecuencias”, afirma Pilar. Y agrega: “Sostengo con dolor inmenso que lo europeo y lo palestino se quieren tanto: la adscripción total a la causa palestina. La neutralidad europea con respecto a Medio Oriente es una neutralidad pro-palestina”.
El tema del terrorismo como hilo conductor le dispara un concepto: “El nihilismo terrorista”. Pilar afirma que “el último concepto del nihilismo es el amor por la muerte”, y cita a los atentados suicidas. La otrora diputada en el Parlamento español por la Izquierda Republicana catalana afirma que “es mi Parlamento, el europeo, el que financia el sistema educativo palestino donde, día a día, se inculca la cultura de la muerte. Es mi Parlamento el que se niega a conocer qué pasa con esos fondos, qué ocurre con la corrupción de Arafat y qué consecuencias tendrá la hipermilitarización de la sociedad palestina”.
Casada, con tres hijos, uno biológico y dos adoptados; entre sus últimas publicaciones destacan Mujer liberada, hombre cabreado y Carta a mi hijo adoptado, en donde prevalecen la temáticas de la mujer y la infancia, de tinte autobiográfico. Dirá sobre el primer tópico que “lo que ocurre es que la palabra mujer continúa siendo el saco roto de tragedias, de explotaciones, de discriminaciones y de estadísticas trágicas. La realidad es muy tozuda en el tema de la mujer, no nos permite dejar de luchar”. Y desde su experiencia como madre adoptiva confiesa que “al adoptar un hijo, padeces mucho, saltas muchos obstáculos y generalmente cuando llega, viene también con una carga de problemas que hacen que tengas que continuar luchando. Por eso me parece una injusticia vincular la maternidad a las cuestiones de sangre”. Ada se llama la pequeña que adoptó hace un año en Siberia.

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