DERECHOS
Después de años de excelente carrera dentro de la empresa a la que ella dedicaba su tiempo, Daniela Tordiglione fue despedida con la excusa de su bajo rendimiento, justo después de volver de un viaje que le ofrecieron como premio por su desempeño. La contradicción parece resolverse en el disgusto de la empresa porque estaba embarazada de su marido, un compañero de trabajo.
› Por Elisabet Contrera
Daniela Tordiglione era la empleada ideal. Eficiente, responsable, productiva. Todos los meses superaba sus niveles de venta y estaba siempre a disposición de la empresa y de los caprichos de sus clientes. Pero de un día para otro dejó de ser la empleada perfecta y la despidieron de American Express. ¿Cuál fue el error tan grave que cometió? Se casó con un compañero y quedó embarazada. “No me pueden despedir así, después de tantos años de trabajo y menos por esas razones. Es discriminación”, sostiene la ex empleada.
En un momento social y político marcado por la lucha gremial, por la recuperación de derechos laborales básicos y la búsqueda de la equidad entre varones y mujeres, la historia de Daniela no deja de sorprender. Sobra legislación tanto nacional como internacional que dejan al descubierto las acciones discriminatorias de la empresa y que respaldan la denuncia de la trabajadora, que reclama su reincorporación a la empresa.
“Trabajé seis años para la empresa. Es totalmente injusto lo que me están haciendo”, cuenta en diálogo con Las 12. Ella ingresó en 2005 al sector de ventas de viajes de American Express. Su experiencia acreditada y conocimientos previos le permitieron sortear holgadamente la entrevista de trabajo y ganar el puesto rápidamente.
En estos años cumplió con su función a la perfección y buscó superarse: asumió nuevas responsabilidades, amplió su cartera de clientes, ascendió en la firma. “Yo estaba en el sector Centurión, donde están los clientes más importantes. Pagan 4 mil dólares al año por renovar su tarjeta. Me encargaba de organizar sus viajes por el mundo, desde que salían de Ezeiza hasta su regreso al país”, describe.
“El trabajo era estresante, porque siempre tenés que estar a disposición de los clientes y tratar de sorprenderlos con los viajes que armás, pero más allá de eso a mí me gustaba mi trabajo, porque tenía la posibilidad de aprender, de viajar, de conocer gente”, destaca.
A la par de su crecimiento en la empresa, fue también creciendo la relación con Tomás, su actual marido. “Yo empecé a trabajar en la empresa en diciembre de 2005 y en febrero de 2006 nos pusimos de novios. Nos enamoramos y no nos separamos más. Hace cinco años y medio que vivimos juntos”, cuenta.
En la oficina se sabía que eran pareja, pero siempre cuidaron las formas para evitar posibles conflictos. Según Daniela, existe la regla tácita que prohíbe las relaciones amorosas entre empleados con un mismo jefe, pero como ellos pertenecían a áreas distintas del sector de ventas siempre estuvieron tranquilos.
Los problemas comenzaron cuando Daniela y Tomás decidieron casarse. El día de la boda, el 12 de abril de este año, el director de la firma se enteró de que ellos se estaban por casar y les ordenó a sus jefes que los separara de sector, según le comentaron terceros a la víctima.
Antes de partir a su luna de miel, la jefa de Daniela le adelantó a Tomás que ella se había ganado un viaje a Hong Kong como premio del nivel de ventas logrado durante 2011, pero le pidió que no le contara nada, que a su regreso se lo iban a informar. “Cuando volví, me enteré por un e-mail que se lo habían dado a otra compañera. Les pedí explicaciones a mis jefes y me dijeron que me olvidara del premio, que tenían algo mejor para mí, un cambio de función en la empresa”, recuerda, enojada.
“Para cambiar de posición, tenés que cumplir ciertas condiciones: tener antigüedad, interiorizarte en el nuevo puesto, pasar por una serie de entrevistas y, en mi caso, mis jefes me habían allanado todos esos pasos. Después de un mes sin trabajar (por el casamiento y la luna de miel), volví y me metieron a una entrevista para un puesto que no me interesaba”, relata.
Un tanto aturdida por la situación, sin entender demasiado qué era lo que estaba pasando, decidió rechazar el puesto. “Tenía que hacer de nexo entre la empresa y clientes de pymes. Perdía mi cartera de clientes, que antes de que me echaran era de 130 y me había costado mucho conseguir”, explica. Esta decisión, según cuenta la víctima, cayó mal entre sus jefes. “Me empezaron a tratar mal, no me hablaban o respondían mal a mis consultas.” Al mismo tiempo, Daniela pidió explicaciones sobre el viaje que le habían quitado a México, donde funciona la sede de la central para América latina de la firma.
Todos estos movimientos precipitaron el conflicto y Recursos Humanos citó a la pareja en su oficina y les informó que “ellos ya no podían trabajar juntos, que alguno de los dos se tenía que irse del sector y que les daban las herramientas necesarias para acompañar ese proceso”, rememora. Tras una charla extensa, Daniela y Tomás cedieron al pedido y pidieron sus pases.
La tensión terminó repercutiendo en la salud de Daniela, que cayó en cama con fiebre. Como establece el protocolo legal, ella llamó al médico laboral, quien le dio reposo. “Como tenía confianza con el doctor, le comenté que estaba embarazada, pero le pedí que no le informara a la empresa. Perdí un bebé el año pasado y prefería mantenerlo en el círculo íntimo”, detalla. La misma situación se repitió al visitar al médico laboral que atiende en la firma y al cual debía asistir al cumplirse las 48 horas de reposo.
Ese mismo día, la empresa le anunció que se había ganado un viaje a Hong Kong en compensación al viaje quitado. Aprovechando que les quedaban días de vacaciones, realizó el viaje con su marido y, a su regreso, Daniela fue despedida.
“Me hicieron trabajar todo el día, sacar los pendientes y al final de la jornada me llevaron a otro piso de la empresa y me comunicaron la decisión. Me hicieron firmar un papel en el que decía que yo había aceptado mi desvinculación de la empresa, me sacaron la credencial y no me dejaron despedirme de mis compañeros”, recuerda. “Cuando les pregunté las razones del despido, me dijeron por bajo desempeño. ¿Bajo desempeño? Me había ganado un premio por mi buen rendimiento.”
Ahora, el conflicto continúa en terreno judicial. Ella asegura que la empresa la despidió por haberse casado con un compañero y haber quedado embarazada, la empresa niega las acusaciones. Junto a su abogado laboral, Guillermo Pérez Crespo, y con su panza de seis meses, está recorriendo los despachos de los legisladores nacionales para visibilizar el problema y en búsqueda de apoyo a su reclamo.
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