Con su voz memorable, Jacqueline no pierde la posibilidad de interpretar las frases gloriosas del tango con ese valor que, dice, es fundamental para encarar el circuito off de un género tradicionalmente masculino. En su último disco, revisa el pasado de Troilo y redescubre sus joyas, con una cintura fundamental para moverse en “este” terreno, ya que hace años su voz recorre diferentes ambientes tangueros. Lleva bajo el brazo cuatro discos editados (Tango, Nada es casual, Aquí y ahora tangos, Porque quiero), intervenciones en la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto dirigida por Atilio Stampone, el disco homenaje a los 70 años de Carlos Gardel y el tributo a Astor Piazzolla como voz de la agrupación Undertango. Además da clases de canto a Soledad Villamil, José Angel Trelles y Dolores Solá, entre otros.

En este disco se puede encontrar catorce tangos poco transitados por Troilo y fue ese puñado de canciones, encontradas por medio de arduas investigaciones, que a la cantante le entusiasmó llevarlo a cabo. Por ejemplo, el que escribió con Cátulo Castillo para Virginia Luque cuando se iba a Japón –“Fujiyama”– del que sólo existe la versión de Virginia en el programa de televisión Grandes valores del tango. También, “La Cantina junto a Cátulo”, “Alejandra”, con letra de Ernesto Sabato y una milonga que hizo con Jorge Luis Borges. “Son canciones que empecé a investigar y que me parecían interesantes. Se trata de un trabajo que se mete en lugares no tan conocidos, que propone ir más allá de las cosas clásicas que me gustan de Pichuco”, dice. Pero a no desesperar, el repertorio es equilibrado y también se puede escuchar los clásicos, tales como, “Barrio de tango”, “Sur”, “Che bandoneón”, “María”, “Garúa”.

Jacqueline en el escenario no está sola, la acompaña un sexteto compuesto por bandoneón, violines, piano y contrabajos y además en cada show sus invitados, como el guitarrista admirable Javier Algañaraz, se hacen presentes “al menos para tocar un valsecito”, como le gusta decir a ella.

Este homenaje fue pensado porque existían pocos homenajes a Pichuco: “Cada vez que yo escuchaba un tango que tenía coherencia la melodía con la letra era de Troilo. Creo que las melodías de él hablan por sí mismas. Cuando las vas cantando te vas imaginando las diferentes historias. Además, me gustan mucho todas sus obras”, señala.

A Jacqueline se la ve segura en el circuito del tango, dice que ya no siente tanta diferencia entre mujeres y hombres, pero señala que “sí tenemos que pagar un derecho de piso más alto, hay una exigencia mayor del tanguero, del músico. La diferencia entre músicos varones radica en que hay más camaradería pero no creo que eso me preocupe. La mujer tiene que demostrar más, tenemos diferentes maneras de ser, aunque lo bueno es trabajar juntos sin competir y sacar de cada género lo mejor. A nuestro favor, las mujeres no tenemos referentes tan pesados como los varones, que tienen cantores muy históricos y les resulta más difícil ser originales. Al tener pocas referentes tangueras tan fuertes nos permite mostrarnos personales. Hay muchas mujeres en el tango de hoy con maneras de decir muy diferentes una de la otra. Nos cuesta pisar el ambiente tanguero pero, cuando lo pisamos, después tenemos más libertad”.

El año de presentaciones del disco fue exhaustivo: yiró por toda la provincia de Buenos Aires y además por el interior del país. “Me gustan más los shows, y además siento que el tango tiene que estar alrededor nuestro constantemente, en las calles, en los clubes, en la milonga... es decir como en aquellos tiempos.” Para lo que viene en el 2013, la voz de Jacqueline se irá a recorrer parte de Latinoamérica y seguramente Bélgica, ya que ese país la llena de abrazos. No es para menos, su voz, los arreglos de Franco Polimeni y el sexteto lo valen.