ALTA MODA
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En el Centro Cultural Borges se exhiben modelos únicos de los mejores exponentes de la moda italiana entra las décadas del ‘50 y del ‘90. Cedidos por sus autores o por las estrellas del cine y la realeza que supieron lucirlos, dan cuenta en sus detalles del exquisito placer de un arte en extinción: la alta costura.
Por Felisa Pinto
Hasta el 15 de este mes, pueden verse maniquíes vestidos de alta costura italiana, fechados entre los años 50 y 90, que forman parte de un núcleo temático. El objetivo fue mostrar las manifestaciones de la moda italiana, durante 2002, organizadas por el Museo para la Moda, MU-MO, de la fundación Sartirana Arte, para difundir el arte, el diseño y la artesanía, reflejados en un grupo importante de diseñadores-modistos, que influenciaron las tendencias mundiales entre los ‘50 y los ‘90. Lucidas, en gran parte por la aristocracia italiana de Roma, Florencia y Milán, y a la que hay que agregar los clientes del cine y el teatro, fueron espejo del glamour, después de finalizada la guerra y en los ‘50, después de que triunfara el New Look con Dior, en París, 1947, modistos como Roberto Capucci, Valentino, Irene Galitzine, Armani o las Sorelle Fontana o Mila Schon, sin olvidar al divino marqués Emilio Pucci, entre otros, enloquecieron de igual manera a las princesas de Savoia como a Jacqueline Kennedy, Audrey Hepburn, Liz Taylor, Anita Eckberg o Claudia Cardinale y la más fanática Ava Gardner.
La colección que se puede ver en el foyer del Centro Cultural Borges es una parte de los modelos singulares que aquí es presentada como Noches italianas para mujeres especiales (1950-1990). El toque argentino, en todo caso, es un video Donna sotto le stelle, conducido por Valeria Mazza en la escalinata de Piazza di Spagna, en Roma. Giorgio Forni, presidente de la Fundación Sartirana Arte, cuenta que “estos trajes exclusivos, en realidad piezas únicas, han sido cedidos por los propios autores o por las figuras que los han lucido, adonde se puede apreciar el desarrollo y el nivel que alcanzó la moda italiana particularmente en los años ‘70 y ‘80, cuando fue expandido el fenómeno del Italia Fashion Design, especialmente en la industria textil y sus manifestaciones más refinadas que siguieron a la tradición que siempre distinguió a Italia, desde las artesanías heredadas de los tiempos más remotos como las técnicas del bordado, siempre recreadas, en todas la épocas”. Sin olvidar que en los ‘50 si bien el uso de las telas nobles no fue eclipsado, en ese momento se empezaron a desarrollar nuevas fibras y textiles químicos que imitaban a la perfección las sedas, la lana o el lino.
Pucci, Scott y Ferré en los ‘70 fueron los más fanáticos de las texturas y tecnología modernas, unidas al uso del color vibrante, ideal para olvidar los tiempos grises de la Segunda Guerra Mundial. Para eso se desarrollaron telas como el banlon, el acetato y las fibras poliamidas, que al principio escandalizaron a modistos y clientas de la alta costura, y que Pucci sorteó con gracia y originalidad estampando volutas y arabescos en la tela denominada organzina, que no se arrugaba, y simulaba un jersey apto y recomendado para buenas siluetas, sin recurrir a casi ningún ornamento, eran simples túnicas, sin botones ni bolsillos.
Los principales diseñadores La lista de los principales diseñadores italianos entre los ‘50 y ‘90, a criterio de la curadora general Fiorella Arrobio Piras, agrupa a: Armani, Balestra, Biki, Capucci, Curiel, Ferré, Sorelle Fontana, Galitzine, Gattinoni, Lancetti, Emilio Pucci, Mila Schon, Ken Scott, Egon von Furstemberg, Moschini, Valentino, Veneziani y Versace. Etiquetas que tienen los vestidos que se muestran en el Borges.
Bien conservados y bien iluminados, se aprecia cada puntada. Lástima que no hay una dosis mayor de Pucci. Pero sí en cambio se puede revisar la estética de Roberto Capucci, modisto consagrado en 1953, cuando inauguraron los desfiles del Palazzo Pitti. Su estética se caracteriza por la oscilación entre el disfraz y la metamorfosis y la constante evocación del Barroco. Los italianos lo consideran el Miguel Angel del vestido.
Son míticas también las Sorelle Fontana, desde que las actrices de Hollywood las adoraron luego de que realizaron el vestido de Linda Christian para casarse con Tyrone Power, en 1949. Y Ava Gardner las eligió para vestirla en la maravillosa película La condesa descalza. Por otro lado, accedieron a publicar moldes para revistas populares, algo revolucionario y democrático en la época.
Un norteamericano, Ken Scott, hizo roncha entre los italianos en los ‘70, con la línea de fibras sintéticas banlon y jersey Dupont, muy geométrica y colorida, que llevó la etiqueta Falconetto, icono de la moda prèt-â-porter masiva. Mientras, Valentino había cautivado con lo opuesto a la aristocracia italiana con su letra V en metal, sobre túnicas de jersey muy despojadas que deslumbraron a Sofía Loren. Un solo ejemplar de Versace, de los años 80, se exhibe en la muestra del Borges. Un ejemplar que muestra su imagen siempre asociada a la mitología y al posmodernismo, en una solera muy corta, y un escote en V, pero esta vez, la V de Versace.
Noches italianas..., en el Borges, no pretende agotar la “moda-noche”, sino ser “una contribución a la difusión de un fenómeno que refleja la creación y desarrollo de la industria italiana de la moda, gracias a un sinfín de pequeñas y medianas empresas y de una economía sana y sólida”, subraya Fiorella Arrobio.