Vie 08.03.2013
las12

MONDO FISHION

RADAR DE MODA

› Por Victoria Lescano

El romanticismo y las extravagancias emergieron como indicadores de modas y modos en la semana de prêt-à-porter 2013 que transcurrió en París los primeros días de marzo. En el desfile de Riccardo Tisci, el creador de Givenchy, que festejó sus ocho años al frente de la firma, el show tuvo un cruce con la música; un dato nada casual, puesto que Tisci suele vestir a Madonna en situaciones de escenario. En la pasarela circular de París irrumpió la figura regordeta, la voz de soft barítono melancólico y celestial de Antony Hegarty, el cantante de “Antony and the Johnsons”. Su performance admitió tres canciones y entre ellas cautivó “You Are My Sister”, la más hermosa y triste sobre el amor fraternal que allí ofició cual guiño cómplice a la historia familiar del diseñador (es el menor de un clan de nueve que en su mayoría componen mujeres). Tisci afirmó que su método de diseño remite a revisitar los archivos de la maison Givenchy y que también se dio el gusto de incluir prendas que no había desarrollado pero que sí bocetó en los ocho años transcurridos desde que asumió la labor creativa. Así se vieron remeras con prints de bambis llevadas a la categoría de prendas fetiche, suéteres oversize, chaquetas con prints florales –en su mayoría lilas y estampas victorianos– a modo de atuendos de noche y vestidos enagua see trough con calados y bordados.

Cautivaron, aunque no tanto como la voz de Hegarty, las combinaciones de faldas de cuero que emulaban trompetas y chaquetas derivadas de la célebre “Perfecto”. Como señaló la experta de The New York Times, Cathy Horyn, en su reseña: “Desde la pasarela circular y sin sentimentalismo, Tisci pareció observar los diseños más representativos para la firma con la mirada de un joven diseñador que contempla su recorrido”.

Otro gran hit fue la presentación de Chanel, con una puesta en escena que emulaba un globo terráqueo y, entre sus “países”, banderitas simbolizando las 180 tiendas Chanel que admite el mapamundi de la moda. Cautivaron las pelucas, en verdad, sombreros de piel teñidos en gamas de rosa, azulino y violeta, y que según comentó Lagerfeld celebraban el corte bob de la editora de la Vogue americana Anna Wintour. Claro que además hubo sastrería, proliferaron faldas cortas, largas botas a la rodilla, reversiones de la silueta A, remixes de estilos que aludían al pasado y al futuro.

El repertorio de moda de la semana listapara-usar admitió a los actuales diseñadores y estrategas de tendencias. En Kenzo, Carol Lim y Humberto Leon hicieron una apuesta estética desde la selección de la locación: el desfile transcurrió en la tienda departamental La Samaritaine, casi desmantelada y a punto de convertirse en un hotel de lujo. Los invitados fueron abrigados con frazadas de etiqueta Kenzo y café de Starbucks. Dijeron Carol y Humberto, también creadores de la tienda Opening Ceremony acerca de los disparadores e hilos conductores de la colección: “Partimos de la iconografía de los moños con cinta gros característicos de los años ’70 que representan la línea de vestidos que más buscan los coleccionistas de la marca; rescatamos citas a templos de la India, los jacquards de cocodrilo, la construcción de capas sobre capas (que llevaron a variaciones de vestidos irregulares y chaquetas en color dorado). Otro hit fue la estampa de un tercer ojo traspolado a suéteres, remeras y chaquetas.

La diseñadora Tsumori Chisato, una figura de culto similar a la de Rei Kawakubo, cuando irrumpió con su lenguaje dark se preguntó y llevó a la pasarela con lenguaje surrealista que recordó hits de Elsa Schiaparelli con la premisa: “¿Acaso las langostas sienten dolor? ¿Qué les pasa cuando mueren?” Su colección admitió variaciones sobre los polka dots y siluetas con recursos de los años ’30. Sus modelos parecían flappers atiborradas de color y estampas pintadas a mano para la ocasión.

Muchos dardos fueron lanzados sobre el diseñador Hedi Slimane. Tal vez resulte difícil perdonarle su transformación del logo YSL en Saint Laurent, y haber mudado el imaginario de la firma francesa a las playas de California, si bien Slimane realizó fabulosas colecciones masculinas y que modificaron las siluetas de comienzos de 2000. Su colección se refirió al grunge y sonó una banda de garaje llamada The oh Sees. Como esgrimió el experto Tim Blanks: “La invitación traía una pintura de la artista californiana Theodora Allen. Casi nada de la colección lucía inédito, pero a las clientas y fans de la marca no pareció molestarles, todo lo contrario”. Así como su colección debut había aludido a la bohemia chic de California mediante largos vestidos y caftanes, la nueva colección aludió al apogeo de las camisas de Kurt Cobain y los vestidos baby doll venerados por su mujer Courtney Love. Abundaron los vestidos cortos, los miniskirts de cuero con medias de red y borcegos (las botas con guiños a la militaría y cañas altísimas por encima de la rodilla representan el ardid indumentario para el invierno 2013 europeo).

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