Algunos la señalan como la heredera de Michelle Pfeiffer, pero Charlize Theron, bonita a rabiar, tiene suficiente talento y personalidad como para hacerse valer por ella misma. Woody Allen la convocó en dos oportunidades y esta semana llegó a la cartelera interpretando a una experta ladrona en La estafa maestra. A los 28 recién cumplidos, la rubia perfecta se ha impuesto como estrella glamorosa y actriz dúctil.
› Por Moira Soto
Estaba pensando
que sos la criatura más hermosa que conozco. Si el universo tiene algún
sentido, estoy viéndolo", le farfullaba el cholulo periodista erotómano
Lee Simon –alucinante mimetización de Kenneth Brannagh con el habitual
personaje cinematográfico de Woody Allen– en el restorán
de moda, a la súper top model que acababa de participar en un desfile
de ropa interior (pelo cortito, piernas larguísimas, un cuerpo de esos
que reiterativos cronistas locales suelen calificar "para el infarto",
apenas cubierto por minicamisones y bodies onda Victoria's Secrets). "Eres
perfecta, un milagro. No suelo babearme sobre la ensalada en mi primera cita",
machacaba el baboso incontinente a la muñequita de lujo, ahora con peluca
de largo pelo rubio, que con su sonrisa de portada de Vogue, le asestaba: "Bueno,
soy una perversa polimorfa", y ante el azoramiento de él, le aclaraba:
"No es un defecto, sólo una debilidad". Y para que Lee entendiera
de una buena vez, le daba detalles sobre su facilidad para llegar al orgasmo
si le acariciaban cualquier zona de su cuerpo: "Es algo dionisíaco,
me lo enseñó un griego". Lee estiraba sus manos hacia las
de ella, y la rubita empezaba retorcerse y a gemir con más convicción
que Meg Ryan en Cuando Harry conoció a Sally.
La top model en cuestión, que al primer estornudo exigía esquinancia
y terminaba plantando al mujeriego cuando éste chocaba su Aston Martin
contra una vidriera, no era otra que la inteligente (además de bonita
por donde se la mire) Charlize Theron, quien en ese entonces (Celebrity, de
Woody Allen, 1998) todavía no había cumplido los 23, pero ya se
notaba que su ascenso –como actriz, como estrella– era imparable.
Y eso que había debutado en el cine norteamericano apenas un par de años
antes, luego de tener que renunciar a la danza por causa de una lesión,
recién llegada de su Sudáfrica natal, previo pasaje por Milán,
donde trabajó desde los 16 como modelo. En realidad, las puertas del
cine (primero se la vio de refilón en una de la serie Los chicos del
maíz, sin figurar en el reparto, y luego ya compartiendo pantalla con
James Spader –como su socio y amante– en la alocada 2 Days in the
Valley, 1996, del debutante John Herzfeld), parece que se las abrió un
spot publicitario de Martini en el que la todavía adolescente Charlize
iba dejando ver lo que un periodista español llamó "su portentoso
culo" al tiempo que se le descosía la falda, enganchada al clavo
de una silla.
Bajo el signo
de Leo
La protagonista del estreno de esta semana –La estafa maestra, producción
en la que se reencuentra con el sexy Mark Walhberg, luego de La traición,
de James Gray, en el 2000– vio la luz en Benoni, un pueblito sudafricano,
el 7 de agosto de 1975, hija de una alemana y un francés. Una infancia
que ella recuerda como relativamente feliz, con cursos de danza y alguna actuación
en Johannesburgo, que empezó a ensombrecerse en la adolescencia, cuando
vio que su padre castigaba a su madre. La tensión creció y explotó
cuando Charlize tenía 16: su progenitora le disparó al violento
dándole muerte, un acto que la Justicia consideró como defensa
propia. No es de sorprender que la chica preciosa, que ya había ganado
un concurso de belleza, decidiera partir en busca de otro paisaje. Precisamente
el premio del certamen era un viaje a Milán, que incluía un curso
en una escuela de modelos (a la jovencísima Theron le sobraban cualidades
para la profesión con su casi metro ochenta, cara de muñeca y
esa esbeltez natural –pulida por la danza– que nunca necesitó
de dietas: hoy reconoce que no le apetece demasiado la comida sana, al menos
no tanto como el cigarrillo...). Así fue que Charlize trabajó
unos tres años en algo que llegó a aborrecer: "Sólo
lo hice para pagarme las facturas, he odiado cada minuto de esa profesión.
Viví un infierno cuando me ganaba la vida de ese modo y desde entonces
evito a toda costa esa basura, es un mundo completamente estúpido. Por
eso, en principio, no quería filmar Celebrity, aunque me halagó
que Woody Allen me llamara personalmente después de mi negativa. Entonces
decidí reírme de mi pasado, exorcizarlo, creando una modelo que
reflejara las poses superficiales de esta fauna".
A los 18, Charlize Theron enfiló hacia los Estados Unidos, recaló
en Nueva York, intentó retomar la danza, pero se lastimó la rodilla
y ya decidida a ser actriz –con unos pocos dólares, sin formación
dramática y sin contactos– se fue a Holly-wood y empezó a
presentarse a castings. Obviamente le fue muy bien, y no sólo por su
aspecto físico. En 1997, justo antes de Celebrity ya estaba coprotagonizando
El abogado del diablo, a la vera de Al Pacino y Keanu Reeves. A pesar de desarrollar
una carrera con altibajos artísticos, en la que sobresalen La maldición
del escorpión de Jade (de nuevo Woody Allen, quien ya pasando los 70
se permite resistir a la encantadora femme fatale que se le mete en la cama:
así son las ventajas de ser guionista, director e intérprete)
y sobre todo Las reglas de la vida (1999), la tocante película de Jasse
Hallström basada en Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra,
de John Irving, en la que la actriz sudafricana encarnaba con suma propiedad
a una joven que abortaba en los años '40 gracias a los buenos oficios
del compasivo doctor Larch, a cargo del gran Michael Caine.
De todos modos, Charlize Theron siempre se empeñó a fondo en todas
sus labores, jugando con la misma soltura el drama o la comedia, el policial
o la ciencia ficción (en The Astronaut's Wife, con Johnny Depp, fue una
inquietante prima hermana de Rosemary, la del bebé). E incluso en Joe,
el gran gorila, pasteurizada y tecnológica remake de Mighty Joe Young
(1949), Theron aceptó feliz la idea de interpretar a Jill, la amiga y
protectora del gran gorila, pariente lejano de King Kong. Es que Theron, si
bien dejó el Africa, además de militar contra el uso de las pieles
como abrigo y de amar en general a los animales, está preocupada por
los gorilas en extinción y se ha interesado mucho por los trabajos de
Dianne Fossey, Jane Goodall y Biruté Galdikas, tan dedicadas al estudio
y defensa de los grandes monos.
La
amable estafadora
En pocos años, Charlize Theron ha devenido una estrella, gracias a su
belleza y glamour (cuando lo requiere su trabajo, porque para andar en su Harley
Davison prefiere los jeans y las zapatillas), y en una actriz estimada, que
brilla en los grandes festivales: fue a Venecia a presentar La maldición...
y acaba de estar en la muestra de San Sebastián, junto a Mark Walhberg,
acompañando La estafa maestra (The Italian Job), una grata versión
del film que protagonizara Michael Caine en 1969. El elenco lo completan Edward
Norton, Seth Green y Donald Sutherland. Se nota que Charlize se divirtió
mucho interpretando a Stella, una avezada ladrona de cajas fuertes que se une
a una pandilla que, después de dar un gran golpe, es traicionada por
uno de sus integrantes. Tampoco los autos tienensecretos para Jill, que maneja
un Mini Cooper con suma destreza. "No es una simple copia de la película
de Caine", declaró la actriz, también aficionada al automovilismo.
"Hay un nuevo guión y una diferente puesta en escena, en realidad
es un homenaje a la realización de Peter Collinson." Una vez más,
Charlize –que no es afecta a los reportajes, pero se presta a la promoción
de las películas en las que actúa– conquistó a la
prensa en San Sebastián con humor y buenas maneras. Ya hace un par de
años, en la presentación de La maldición..., a un periodista
que en la rueda de prensa le comentó, comparándose con Woody Allen,
que a él que era igualmente esmirriado seguramente no le llevaría
el apunte, Theron le pidió que se pusiera de pie, lo midió de
arriba abajo y le soltó un: "Vamos". En la reciente presentación
de La estafa maestra, la actriz personalizó sus respuestas, elogió
graciosamente el fervor de una cronista y puso en su lugar a otro periodista
descomedido.
Con su vestidito claro cubierto de flecos y sus sandalias de taco aguja, Charlize
Theron no dejó de reconocer ante la prensa que había llegado a
la actuación de manera ingenua, desconociendo la técnica interpretativa
y los peligros de la fama: "Sólo quería ser buena actriz,
la celebridad no era mi objetivo", sostuvo. Y aclaró que "la
mano dura" de su madre la ha ayudado a enfrentar y soportar las presiones
de Hollywood. Pero Theron, en sus declaraciones públicas, no suele restringirse
al mundo del cine: además de su apoyo a Nelson Mandela, la protagonista
de La estafa maestra –sin duda motivada por su historia familiar–
ha participado en Africa en campañas contra la violación tan fuertes
que se la acusó de estar contra el género masculino en general.
Volvió sobre este tema en el festival vasco, añadiendo la problemática
del sida: "En mi país, una de cada tres mujeres es violada, hay
una violación cada 26 segundos y los violadores son en su mayoría
portadores de sida. Sudáfrica es uno de los territorios más bellos
y con mayor mezcla de culturas. Tengo mucha esperanza de que todo mejore para
mi país, aunque soy consciente de que los problemas no se resuelven todo
lo rápido que desearíamos".
Como para compensar el haberse perdido a la Roxie de Chicago, Charlize no para
un segundo: entre sus últimas películas figuran The Husband I
Got, con Ashley Judd y Vince Perez, y Head in the Clouds, con Penélope
Cruz y Stuart Townsed. Este último se convirtió en su novio oficial
–extraoficiales: George Clooney, el cantante Stephan Jenkins– luego
de actuar a su lado en Acorralada (2002), una producción conducida por
Luis Mandoki –en la que también participan Kevin Bacon y Courtney
Love– lanzada aquí directamente en video y DVD (LK-Tel). En este
modesto entretenimiento, a la pobre Charlize le secuestran una hijita monísima,
para colmo asmática. Como de costumbre, la actriz se tomó su trabajo
a pecho ("de quinceañera, ya lo sé, pero no pienso siliconarme",
ha dicho) y sufre como una (amante) madre. El premio no fue precisamente una
candidatura al Oscar sino quedarse con ese lindo chico irlandés llamado
Stuart Townsed. Previsora e independiente, Charlize Theron ha fundado su propio
sello: ya fue productora ejecutiva de Sweet Home Alabama, de gran éxito
comercial, y también produjo la reciente Monster, una de hechos de sangre,
con Christina Ricci, en la que también actuó. En los ratos libres,
cuando no sale con su moto, la rubia se dedica a los idiomas, para los que tiene
una facilidad prodigiosa. Cuestión de ser bella y no callarse...
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux