Equipo Verde, entrenamiento adolescente para un documental, dirigido por Alejandra Almirón, reconstruye la época de la secundaria de tres chicas durante la dictadura. Fue la adolescencia de la generación que vino después de la perseguida y que tuvo que entender lo que pasaba descifrando, como pudo, algunas pistas sueltas. Una investigación que no sólo corrobora desde un lugar poco analizado mucho de lo que ya sabemos, sino que se detiene en la burbuja escolar, esa nave insólita en la que atravesaron esos años tantos adolescentes perplejos y solitarios, formateados indirectamente para no volver a reunirse bajo ninguna consigna libertaria.

El Equipo Verde quedó conformado por las chicas que no entraron en ninguno de los equipos normales de gimnasia: tres preadolescentes en el borde. Era 1978 y pertenecían a la primera camada de jóvenes que siguió al genocidio. Una escuela secundaria, el Normal 8. Alejandra Almirón se pregunta si pertenecen a una generación o si simplemente “vinieron después”. Natación en la YMCA los sábados a la mañana y después comer hamburguesas en un Pumper Nic o ir a ver La guerra de las galaxias, Encuentros cercanos del tercer tipo, Fiebre de sábado por la noche. Pasó un tiempo hasta que descubrieron los ciclos de cine de la Hebraica, y que funcionaron como la primera resistencia inconsciente. Estas mujeres de hoy recuerdan la primera vez que oyeron hablar de la Masacre de Trelew o qué pensaban de los montoneros, desde un escaso, fragmentado o nulo conocimiento. Después de los 15 las matinés en la discoteca New York City o en El Alvear, las zapatillas All Star y las remeras de Hello Kitty, pero a medida que el poder de la dictadura aflojaba, ya en los ’80, contactaron con el rock. El rock y la subversión estaban relacionados y “estos eventos fueron nuestros primeros actos políticos involuntarios, que terminaban en corridas y detenciones a la salida. En estos recitales escuchamos por primera vez los gritos de ‘Se va a acabar, se va a acabar... la dictadura militar...’. La importancia que adquiría un ejemplar de El Expreso Imaginario o de Humor, donde percibían la existencia de un mundo paralelo, y lo que escuchaban decir en sus casas. Cómo se interpretaba la canción de María Elena Walsh que decía: “Gilito de Barrio Norte que la vas de guerrillero...”. Las grandes divisiones musicales: Queen o ABBA y en la vereda de enfrente Seru Giran o Spinetta. Corridas entre gases y ruidos de explosivos el 30 de marzo de 1982, a pocos días del viaje de egresadas a Bariloche. Pero faltaba una figurita más en el álbum antes de llegar a la universidad y sentir que el mundo al fin se mostraría por completo: la guerra de Malvinas. Al finalizar la guerra, las tres se habían convertido en otras personas, muy diferentes de las que siempre habían creído ser.

Las imágenes de un pasado escolar en blanco y negro donde tres niñas representan a las tres integrantes del Equipo Verde parecen alejarse mucho más de los finales del ’70, principios del ’80, pero es una licencia válida en función de la construcción del documental, ya que crean un clima histórico enrarecido más allá del tiempo, donde la música de Diego Vainer y el tratamiento suavemente ralentizado y estroboscópico funcionan como un transportador emocional de las conversaciones y los textos escritos. Y el presente, en las mismas aulas o en los encuentros con profesores y otros entrevistados, una imagen actual pero con cierto recorte en la luz y el encuadre, se alterna fluidamente con la franja más climática del blanco y negro. Es que Alejandra Almirón, además de realizadora –El tiempo y la sangre fue su primer largo documental, parte de la competencia argentina del Bafici 2004–, es montajista con gran experiencia y se nota.

Equipo Verde, entrenamiento adolescente para un documental se estrenó en el Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (Fidba), que termina este domingo. Hoy, a las 22, se proyecta en el cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635.