RESISTENCIAS
El Belladona es el primero y único festival de rock de mujeres que se sostiene de manera completamente independiente desde 1997. Ni completamente punk ni del todo feminista, este encuentro de chicas rebeldes combina lo uno y lo otro con el ánimo de “proveer arte conspirativo y agitar el entorno en el que nos encontramos”. A continuación la voz de la principal agitadora, Patricia Pietrafesa, auténtica enciclopedia viviente del punk nacional.
Patricia Pietrafesa se enteró de lo que era el punk por la revista Pelo,
en 1983. Después leyó en Crónica algo de los Sex Pistols,
y quedó shockeada: era lo que estaba esperando. “Empecé a
buscar desesperadamente cualquier cosa que dijera ‘punk’. En esas
épocas oscuras era difícil conseguir algo, estaba todo oculto,
tapado.” Después se enteró de que había punks argentinos,
y al principio le daba miedo ir a los recitales, porque pensaba que eran chicos
malos. “Me acuerdo de un show de Violadores y Los Laxantes en Vinicious,
año ‘83. Yo estaba en el público y le tenía miedo
a Marcelo Poca Vida porque él tenía un aspecto temible. Se dio
vuelta, me pidió un cigarrillo, y casi me muero de espanto.” Pocos
años después, Patricia estaba tocando con el temible Poca Vida
(y el Gitano) en Cadáveres de Niños (después Cadáveres),
una de las bandas más influyentes de garage-killer-punk de la escena
argentina. Pero al principio se fue involucrando de a poco. “El mismo año
fui a ver a Los Baraja en el Teatro de la Piedad y cayó la policía
a suspender el concierto. Estaban Laxantes, Violadores, todos, y nos pusimos
a cantar Police & Thieves. Fue muy emocionante.”
Veinte años después, Patricia es un archivo viviente del punk
argentino y sus derivados, y la mujer más inquieta de la escena. Desde
1997 organiza junto a su banda She Devils el Belladona, primer y único
festival de rock de mujeres con continuidad que convoca a bandas de chicas pero
también, según los volantes, a “vegetarianas, carnívoras,
satánicas, brujas, anarquistas, nihilistas, viejas, jóvenes, queer,
rebeldes multiformes” y ofrece, además de música, feria,
literatura, discos, pinturas, contactos, fotos, ropa, contrainformación
y sobre todo, ideas.
Mujeres
rebeldes
Patricia toca el bajo y canta en She Devils, la banda de garage-punk-rock-pop
y la acompañan Pilar Arrese (guitarra) e Inés Laurencena (batería
superpoderosa). Hace poco dejó el grupo el baterista Lucio “Lula”
Adamo pero la separación se llevó a cabo en condiciones inmejorables:
Lula sigue ayudando en cada Belladona, todavía es parte de los festivales
y queda detrás del mostrador vendiendo fanzines, pins y remeras o pasando
música. “Los festivales Belladona –explica Patricia– son
una situación planteada como lugar de expresión para mujeres que
realicen actividades artísticas. Las voces en las bandas tienen que ser
de mujeres: nuestro interés es proveer arte conspirativo y agitar el
entorno en el que nos encontramos, con bajos recursos, bajo presupuesto y altísimo
grado de interés y motivación.” El primer Belladona se hizo
el último día de abril de 1997 para celebrar la noche de Walpurgis,
y distanciarse de la fecha tradicional femenina del 8 de marzo. Los primeros
años (1998-01) fueron shows acústicos para que se desarrollaran
mejor las otras actividades (lecturas, baile, feria de ropa y fanzines), al
principio en un club de Once, después en el auditorio de FM La Tribu;
ahora se hacen casi siempre en El Dorado, uno por cada estación del año,
y por lo general son festivales eléctricos. Ya van por el número
quince, pero el del pasado domingo 26 de octubre fue el último, según
Patricia, con las características hasta aquí planteadas. “Me
gustaría no tocar y organizar mejor, traer a alguien de Brasil, hacer
más movida. En el verano seguro lo hacemos en Mar del Plata, y en Chile
hay chicas que tienen ganas de involucrarse: por ahí el año que
viene lo hacemos trasandino. Belladona tiene que seguir, pero también
tiene que cambiar. Hay que buscarle otra vuelta, algo más situacionista.
Ya se me ocurrirá.”
El domingo pasado, Belladona estuvo de lo más diverso. Hubo dibujos y
objetos de Florencia Carle, una muestra plástica de Mabel B. Montes,
fotos de Emma K, presentación del fanzine maldito domingo gris de Nadia,
imágenes luminosas de Carolina; faltaron las Tatoo Doll, que en los últimos
festivales participaron con body art extremo. Bailó Blanca Rizzo, tocó
el bandoneón Marina Bandoneón y las bandas de rock fueron Estoy
Confundida, The Brainerds (veinteañeras punk de Uruguay), Tributo a Misfits
y las She Devils. Marina hace siete años que toca el bandoneón,
es discípula de Charly García, está filmando un documental
con el director venezolano Alejandro Saderman y llevó a su hija Alatiel
al festival; la nena se la pasó bailando. “Mi impulso es punk más
allá del instrumento”, dice Marina, que toca el bandoneón
vestida de negro, con borceguíes y alfileres de gancho colgando del cuello.
“Me siento identificada con el género, empecé a tocar como
empiezan las bandas punk, sin tener la menor idea. Es genial porque te permite
llevar a cabo tu rebeldía con la música más primitiva,
la que sale del corazón. Y el público de punk es muy respetuoso:
no tengo problemas de subir con el bandoneón después de una banda
que tocó a todo volumen. Son personas abiertas, mucho más que
los tangueros: siempre algún malevo te subestima porque sos una papusa.”
Marina está tratando de armar un disco, y además toca con una
banda de punk-hip hop, Rey Momo. Este fue su primer Belladona.
Las uruguayas Brainerds y las Tributo a Misfits son veteranas del Belladona:
ya tocaron por lo menos en dos oportunidades. Brenda, la guitarrista de Tributo,
una chica escultural que en vivo pela una voz de ultratumba que asusta, fue
integrante de la única banda de death metal totalmente femenina de América
latina, Sarcástica. Tiene 27 años, y desde los 14 toca en bandas
de mujeres; tuvo un grupo que se llamaba Que te Nazca Muertito. Ella y Loli,
la bajista, son fans de Misfits y tocan las canciones de su banda favorita por
diversión, como catarsis, por placer. Loli es una autogestionada que
vende comida vegetariana, vive en Longchamps y tiene una nena de cinco años:
“Compartimos ideas con las chicas de She Devils respecto del rol que tiene
la mujer. Yo laburé en grupos de mujeres como Rajada, trabajando el género,
tengo una militancia”.
Hay varias mujeres militantes involucradas en Belladona, pero la política
no es un tema central en los encuentros, más allá del gesto claramente
político que implica abrir un espacio de expresión. Para Loli,
es normal: “Estamos en un ámbito re-machista, incluso acá.
El machismo está arraigado hasta en nosotras”. Patricia prefiere
no llamar a Belladona un “festipunk feminista”, como suelen simplificar
los medios. “No es festipunk porque no es ése el único estilo
que aparece, y no es feminista: es solamente un recital. Ser feminista es otra
cosa, es algo más serio, esto es diversión y expresión,
es demasiado llamarlo feminista: tendría que tener otra carga de más
responsabilidad. Belladona es una situación que se da, que tiene puntos
de contacto con el feminismo, pero es un recital. Si hubiera un verdadero planteamiento
feminista, no sé cuántos se lo bancarían.”
En el 2002, Belladona editó su primer CD que refleja el espíritu
del festival, un compilado de catorce bandas y solistas mujeres muy diversas
en versiones acústicas: Kim, Mujercitas Terror, Panorámica, Annie
Hall, She Devils, Pasto a las fieras, Virginia, Paula K., Acephala, Bambolinas,Lunatica
Groove, Fémina, Tender y Choque Generacional. Es el primer CD argentino
de rock completamente femenino, el primero grabado y producido por mujeres (Pilar
y Patricia), con diseño y arte de Irene Schnabel (guitarra en Bambolinas,
la banda “paralela” de Patricia), mezclado y masterizado por Inés
(baterista de She Devils) en sus Horror Studios y lanzado por un sello de mujeres,
Grrr Records (el de las Devils). Lo presentaron en un megafestival en Cemento:
se quedaron con $18 pesos para cada una, sin cubrir los gastos. Poco les importa.
Escribe Pilar en el booklet del Belladona (el disco): “En otro momento
creímos que el 8 de marzo era una fecha importante, que era una reivindicación
a la voz oculta y oscurecida de las mujeres, luchando por darse a conocer, hacerse
oír, como lo diferente, lo ignorado, lo desplazado. Quisimos (¡y
lo hicimos!) participar de un acto central que creíamos unía a
todas las agrupaciones de mujeres y de todas las edades, orientaciones sexuales,
etc. Nos fue bastante mal y pudimos ver nuestras diferencias con el resto de
las organizadoras y decidimos encarar eventos de/por mujeres rebeldes que quizá
centralizara a personas que podrían tener algo más en común
con nosotras”. ¿Qué pasó ese 8 de marzo que las distanció
de las agrupaciones de mujeres? Patricia explica: “Después de que
editamos un simple con Fun People llamado El aborto ilegal asesina mi libertad,
las organizaciones de mujeres nos invitaron a tocar a todas partes, en contra
de la violencia hacia la mujer, por la despenalización del aborto y demás.
Tocamos muchas veces en la plaza de la Facultad de Medicina para agrupaciones
de mujeres. Pero en 1999 nos invitaron para el Día de la Mujer el 8 de
marzo y fuimos, no demasiado convencidas, para probar algo diferente. Propusimos
que también tocara Penadas por la Ley, un grupo punk medio cabeza...
los fans de ellas empezaron a hacer pogo violento y las viejitas feministas
volaron por el aire. Querían cortar todo, y las Penadas, que son bravas,
se calentaron. Cuando llegó nuestro turno empezó a llover y por
poco nos electrocutamos en vivo, se desarmó todo, y no nos llamaron nunca
más. Igual, ya teníamos decidido no tocar más en esos actos,
porque no tenemos nada que ver con la forma en que hacen las cosas: tenés
que ceder para compartir cuestiones con personas con las que en realidad no
compartís nada. Mejor hacer lo de uno y sentirse cómodo”.
El aborto ilegal asesina mi libertad, editado en 1997 como un split (temas de
dos bandas diferentes en un mismo disco, en este caso en compañía
de Fun People), causó mucho revuelo, incluso dentro del movimiento punk.
Cuenta Patricia: “Cuando hicimos la presentación en Cemento, lo
que sucedió fue que inesperadamente (o no tanto) muchos grupos de chicos
vinieron al festival con volantes donde criticaban la decisión de un
aborto llamándolo asesinato, y desde el mismo escenario una banda boicoteó
nuestro lema, que era la despenalización del aborto, sin que nosotros
lo supiéramos. Desplegaron una escenografía de bebés de
plástico dentro de bolsas, y dieron un discurso. Resultó que la
escena hardcore estaba llena de nenes y nenas muy (mal)criados por sus padres
o colegios católicos que habían visto esa peli con la maldita
escena de la madre pinchando y matando a un bebé con forma, cerebro,
nombre y todo. Pero fue una experiencia buena porque despertó la discusión
y ésa es la intención con que personalmente hago todo: que se
discuta, que se disienta, es la única forma de cambiar. Igual fue más
un tema de los hardcore y straight edge: los punks en su mayoría adhieren
a la libertad de decisión. Recibimos pilas de cartas discutiendo el tema.
Después de un par de años nos llamaban a todos los actos y cuestiones
que tuvieran que ver con el tema de aborto. Nos especializamos. Pero quisimos
desligarnos un poco, porque todos nos asociaban con eso. En seguida te meten
en un molde, como si fueras un flan”.
Un
volante vivo
Desde 1984, Patricia escribe su propio fanzine, Resistencia, donde arma, tipea,
edita y traduce notas, todo en fotocopias, todo con máquina de escribir
porque es el estilo que más le gusta. Pero lo va a cambiar, ahora que
se cumple el vigésimo aniversario. “Voy a hacer una revista, porque
sé que puedo ocupar ese espacio.” Los fanzines de Patricia son atesorables:
las notas traducidas que aparecieron en los últimos veinte años
de Resistencia son virtualmente imposibles de conseguir en cualquier otra parte,
y la suerte de diario íntimo que fue escribiendo en las columnas a través
de los años recorre desde encuentros anarquistas en el Uruguay hasta
la experiencia de las asambleas barriales post-12/01. Durante mucho tiempo ella
traducía notas interesantes y se las cambiaba a editores de fanzines
por una botella de vino. Su estilo personal es inconfundible. Así se
despide en el último Resistencia, editado el año pasado: “Yo
sirvo más para editar un reportaje movilizador u organizar Belladona
que para ir todos los jueves a una asamblea barrial. Cada uno elige su lugar
(si puede) y el mío es éste. También mi lugar es componer
canciones y emocionar de alguna manera, expresar mi visión del mundo
(pequeño, retorcido y limitado mundo el mío), y que todos tengan
la posibilidad de hacerlo. Yo voy a tambalear (seguro), dudar y perderme en
fatalidad cotidiana, pero cuando tengo mis buenos días sé que
debo aprovecharlos, y estoy en eso justamente ahora”.
Resistencia es también una minieditora que publica “Libros de lectura
punk”: entre sus muchos títulos está Best Before 1984, compilado
de letras y notas de la mítica banda punk-anarquista inglesa Crass, Gore
Gore Feast, compilado sobre cine de horror y clase B, Take Back Your Life, una
guía de salud para mujeres y ahora dentro de poco Angry Women in rock,
traducción de entrevistas a mujeres rockers y punks como Chrissie Hynde
y Joan Jett.
Pero su trabajo de agitación permanente nunca se quedó sólo
con la palabra escrita. En 1985, estaba tocando con Sentimiento Incontrolable,
banda mítica del punk porteño. “En esa época yo era
muy politizada, me tomaba todo con mucha seriedad. Nos considerábamos
una banda política, y lo fuimos por tres años. Con eso me alcanzó.
Estábamos muy influenciados por un grupo que se llamaba Million of Dead
Cops, que hacía discursos sobre el escenario, y los imitábamos:
yo escribía discursos y el cantante los leía. Tenía la
cooperativa de músicos independientes, estaba a full.”
La militancia, en aquellos años, se concentraba en el enfrentamiento
con la policía, y la lucha por la derogación de los edictos policiales.
“Sufría mucho el tema policial: empezamos con las marchas en el
Congreso, pidiendo la derogación de Averiguación de Antecedentes
y 2º H, y después ya la abolición de la institución.
Yo estaba con Raúl Eugenio Zaffaroni en la comisión por la derogación,
él me explicó mucho sobre la policía, y me regaló
un reglamento de contravenciones. Armaba volantes basados en ese reglamento
y los repartía en la marchas: creía que si la gente se enteraba
de lo que decían las contravenciones, nadie iba a querer que existieran.”
En 1991 los edictos fueron derogados, y lo vive como un triunfo personal.
Patricia estuvo detenida más de sesenta veces por averiguación
de antecedentes, y bastantes más, no se acuerda cuántas, por edictos.
“Entre el ‘84 y el ‘87 caía dos o tres veces por semana.
No estaba muy producida, nunca tuve cresta ni nada, en esa época era
muy The Clash o andaba de traje negro, pero la policía era terrible:
tenías una cara o una actitud, y caías, caías por llevar
un pin o una muñequera, te ponían ‘desorden en la vía
pública’ sólo por andar por la calle.” Hay una detención
que Patricia recuerda más que cualquier otra: “Una vez estuve presa
seis días, por desorden en vía pública, ebriedad, desacato
a la autoridad e invasión de propiedad privada. Tenía para treinta
días, pero salí antes. Empecé una huelga de hambre al segundo
día de detención, y cuando mi mamá me visitó le
dije que había empezado la huelga por lo injusto de la situación.
Le pedí mi libro de Malatesta, me acuerdo. Estaba detenida con una campera
de corderoy negra que tenía una A roja en la espalda y la consigna ‘anarquía
y libertad’... En esa época yo era un volante caminando, tenía
toda la ropa llena de consignas”. Después de Sentimiento Incontrolable,
Patricia entró como bajista en Cadáveres de Niños –86/90–,
que después se acortó el nombre a Cadáveres, hasta 1995.
“Fuimos muy influyentes: todas las bandas killer o garage de hoy eran público
de Cadáveres, hay una escena de ese estilo. Pero en aquel momento fue
jodido, nos sacaban a pedradas de todos lados, no le gustaba a nadie.”
Los shows de Cadáveres eran intensos: una vez el cantante, Marcelo Poca
Vida, se cortó el abdomen con una botella y tuvieron que llevarlo al
hospital: recibió veintisiete puntos. A Patricia le gustaba la banda,
pero cree que los muchachos eran muy bravos. “Yo soy brava, pero quería
cantar, y en Cadáveres no podía ni me dejaban poner mis temas;
eran muy blandos, decían. Los chicos eran demasiado retorcidos.”
Para entonces conoció a Pilar Arrese, editora del fanzine queer Drag!,
y quiso tocar con ella. Completaron formación con Lula y armaron She
Devils. El grupo, que creció muchísimo desde entonces y hoy es
uno de los mejores del under local, editó un disco, La piel dura (Bésotico,
1999), que tiene canciones preciosas como “Horas Muerta”: “¿Sabías
qué hacía en la estación de Tapiales un martes a las tres
de la mañana?/ ¿Por qué me perdí, por qué
me perdí?/ Durante horas, durante horas muerta/ Un día de sol
me desperté/ Por los golpes de mi cabeza/ Contra la ventana del colectivo/
Ida y vuelta, ida y vuelta/ Durante horas muerta”. Otra canción,
“L’ultimo gesto di liberazzione”, está dedicada a Soledad
Rosas, la chica argentina okupa que fue detenida en Italia, acusada de ecoterrorismo,
y que acabó suicidándose en su arresto domiciliario. La canción
fue editada en un compilado italiano contra la violencia del Estado en la marcha
contra el G8 en Génova (2002). “Seguí su historia por los
diarios, y pensé en poner parte de una carta suya en una canción
que compusimos con Pilar y Lucio. También investigué sobre su
vida, y me llegaron fanzines de sus compañeros italianos. Siento una
gran identificación con sus vivencias en Italia, con el encuentro con
una forma de vida que buscaba. Me pasó algo parecido, no sabía
qué hacer con mi vida hasta que me di cuenta de que el activismo en mi
pequeño mundo era lo que quería.”
Después del disco, She Devils participó de Perversos, desviados,
invertidos, simple de vinilo que editó el pequeño sello Sebo Discos,
primer compilado nacional homocore, o punk-gay (otro gesto pionero). También
participan de los festivales Homocore que organiza Rafael, editor del fanzine
Homoxidal. “Hay un prejuicio que supone que, si sos gay, te gusta otro
tipo de música, cuando la historia del rock siempre estuvo muy ligada
a la cultura homosexual.” También organizó los Rock-o-rama
Shock Festival (en octubre del 2000 y diciembre 2001), recitales de hombres
rockeros: “Para mí fueron recitales en los que si She Devils no
nos poníamos en el cartel, no teníamos chance de que nos llamaran.
Tocaron Killer Dolls, Satan Dealers y Motosierra de Uruguay, además de
las Devils. La idea original era juntar bandas de killer rock garage: pero al
último fue muy poca gente, y me quedé en la ruina. Fin de los
rock-o-rama por el momento”. Hizo radio junto a Marcelo Poca Vida, Irene
Fasta y Lula en “Frecuencia Zombie”, programa en FM La Tribu que,
cuándo no, también organizaba recitales acústicos. Los
últimos proyectos de la infatigable Patricia son Bambolinas, un grupo
de garage pop donde puede canalizar su costado más dulce, junto a Irene
Schnabel, Pipo D (guitarra) y Andrés (batería), y pronto la edición
de un nuevo disco con She Devils: por ahora tienen un E.P. de edición
bastante casera con canciones nuevas que se llama Ninguna línea recta,
ningún camino fácil, grabado sólo para llevarlo a Uruguay
y tener un material que le sirviera de presentación a Inés, la
flamante baterista. Y Garageland, su local en avenida Santa Fe, disquería-videoclub
y demás sobre cultura punk y rock ultraunderground. También seguir
con las clases de inglés, su entrada de dinero más o menos fija,
y los pins (“tengo precios accesibles, soy puntual, hago pins de lo que
sea”). ¿Nunca se cansa? No, pero a veces siente que su entusiasmo
y su capacidad de trabajo es intransferible: “Siempre soy la más
entusiasmada, yo alucino con un reportaje, con un disco, y por ahí nadie
le da bola.Pero siempre hay alguien que se engancha. Aunque sea uno. Hay receptores,
a veces los menos pensados. Por eso vale la pena seguir adelante”.
Para contactarse con She Devils
e info sobre Belladona:
www.iespana.es/shedevils
[email protected]
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