Vie 20.12.2013
las12

Viva Brasil

› Por Victoria Lescano

En su octava edición, “Santa Catarina Moda e Cultura” indagó en los iconos y los estilos de los habitantes de Florianópolis y su “cultura resort”. Los recursos fueron colecciones cápsula y films de moda exhibidos tanto en pantallas gigantes como en adminículos multimedia, pero el epicentro fueron los cubículos de madera reciclada que cobijaron los numerosos proyectos que ilustraron alianzas de moda e industria, gastronomía y estilos regionales, y que fueron curados por los directores creativos Jackson Araujo y Luca Predabon.

Desde un simulacro de camarote lúdico inspirado en los navegantes de la familia Schurmann –cuyas colchonetas y cuchetas lucían estampas de sábanas y de mantelería desarrolladas para la ocasión por la firma textil Karsten–, la colección de ropa para playa denominada Dive into your dreams aludía a modos de uso de la experta buceadora Karol Meyer, una de las grandes atletas del Brasil, no en vano apodada “la mejor mergulhadora del mundo”. El manual de estilo para bucear tuvo licencias y recreaciones en satén de seda, tules emulando el fondo del mar y un guiño a la silueta voluptuosa de la experta (quien fue retratada en blanco y negro junto con los demos iconos, ataviada con body negro a lo Gatubella y las ineludibles patas de rana, cual si un par de zapatos de Roger Vivier). Los ejes de Santa Catarina Moda e Cultura no omitieron la escena de la música, pasando por el lounge con maniquíes que reproducían atuendos para la espigada silueta de la DJ Emmy Betiol y su peinado garçonne algo rockeado, que se extendió mediante peluquitas que engalanaban la sala con dejos de psicodelia. Las prendas para la ocasión fueron ideadas en tonos negro, gris y plata por expertos de la fábrica de camisas Dalila y en colaboración con alumnos del instituto de modas Senai Blumenau: las premisas siguieron a rajatabla cierta androginia y la ausencia de bronceado de la DJ. Quienes asistieron al lounge pudieron escuchar una selección de hits desde auriculares ideados para la ocasión y también fotografiarse junto a Emmy, quien no dudó en fundamentar sus cadencias “como música que no intenta complacer ni agradar a todos”.

La pesquisa y los tributos a los lugareños se extendieron a los bordados Hoepcke, uno de los pioneros en prendas de la región, y para recrear la arquitectura de la isla de Santa Catarina se vieron encajes traspolados a bikinis, caftanes, faldas y pantalones de tul y satén, con prominencia de guipiures. La cultura del surf no estuvo ajena al tributo: emergió tanto en una colección dedicada al experto y guapo surfer Teco Padaratz como en “FreeStyle”, una colección de ropa deportiva con guiños a la estética de los boxeadores, en toallas y con pespuntes a contratono, trazada para la silueta del kitesurfer Sabastian Ribeiro.

El furor de la estética ciclista y los circuitos de turismo en bicis de diseño deliberadamente vintage disparó una colección de accesorios –de maletas a mochilas– recreando modismos de antiguos exploradores, que admitió tanto pequeñas cajas como bolsas.

Por otro lado, cautivó la colección “Folk Carijó”, con estampas florales con tropicalia y alusiones japonesas en jacquards, aplicadas a pantalones, chaquetas con bolsillos para portar cubiertos y curiosas morfologías. Fueron ideadas por Hi Etiquetaws para la silueta y el discurso estético del chef Víctor Gómez. La sala celebratoria de sus looks no omitió en la puesta una pequeña gallinita de cerámica. Se trató de un guiño cómplice a los gallináceos que ese sábado al mediodía –mientras transcurrió una conferencia de prensa– se paseaban por las laderas de su extravagante restaurante llamado Punto G. El anfitrión y chef, Víctor Gómez, convidó a los invitados y las periodistas convocadas por “Apex Brasil” a recorrer la cocina y el jardín salvaje contiguos a su hogar. Como correlato de esa experiencia, las cronistas –quien escribe y las de la agencia WSGN, con base en Nueva York– fuimos invitadas a apreciar el modus operandi de tres de las firmas participantes del proyecto. Por una lado la fábrica Karsten que dispuesta en alrededores de Blumenau (la ciudad con mayoría de población alemana), la fábrica de camisas Dudalina (que ilustran uno de los modismos de las ejecutivas brasileñas), así como también el cautivante museo de la democrática firma Hering, que en su sótano, además de exhibir los primeros diseños de remeras de algodón tramadas circa 1800, presenta una puesta avant-garde que no omite una artificial recreación del río Itajaí, así como también nadan peces virtuales coreografiados por un loop que alude al logo de la firma. Al salir nos invitaron a estampar nuestras propias remeras. La mía reproduce la fachada de piedra y madera del edificio histórico –pues allí comenzó la firma–, ¿acaso hay algo más representativo de estilos del sur de Brasil que las democráticas remeras que nosotros pronunciamos “Jering”?

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