“Editor de gráficos rasterizados principalmente utilizado para el retoque de fotografías y gráficos”, saluda la explicativa definición generosamente ofertada por Wikipedia sobre el harto conocido, harto utilizado, harto explotado Photoshop. Y aunque evidente, vale el comentario: pocas imágenes le escapan a sus garras (léase: el filtro de la modificación digital) hoy día. De allí que sorprenda gratamente que alguien –una artista coreana– decida diseñar paisajes surrealistas inspirados en el propio camino de los sueños o, mejor aún, en el folclore popular oriental y los fotografíe con resultados óptimos sin caer en las bondades –o facilismos, según quién mire...– del ya mencionado programa. Y ante la novedad del no-recurso, los aplausos.

Sólo ponderaciones ha recibido la chica Jee Young Lee (1983), nueva sensación viral, desde que lanzó su última serie, Stage of Mind: una seguidilla de imágenes fantásticas que tomó en su estudio de Seúl (un cuartito de 3x4) tras pasarse días –o hasta meses– instalando puestas escenográficas cuidadosa y artesanalmente diseñadas. Donde, dicho sea de paso, ella misma se para, sienta o posa al momento de gatillar el instante eternizado. Así como hacedora y protagonista, la también performer JYL se tira de panza frente a situaciones oníricas, entre objetos suspendidos, ratoncitos, paneles, hormigas gigantes, flores de loto de papel, cuervos y tantísimo más.

A la espera de la inauguración oficial que exhibirá tamaño logro desde el 7 de febrero hasta el 7 de marzo de 2014 en la galería Opiom, en Francia (su primera muestra europea), la señorita recientemente graduada de la Universidad Hongik sigue recolectando encomios por la paciencia (zen) que involucró su creación, y por la imaginativa cruda ejecutada “por arte de magia”. Digno de verse.