Viernes, 20 de diciembre de 2013 | Hoy
PANTALLA PLANA
La serie inglesa Downton Abbey, que cuenta en paralelo la historia de una familia aristocrática y sus sirvientes, sorprendió en su cuarta temporada por tocar temas como la violencia sexual y el aborto.
Por Silvina Herrera
En Downton Abbey se esconden secretos y se revelan injusticias cotidianas. Una enorme casona victoriana en Gran Bretaña sirve como escenario de esta serie que en su cuarta temporada sigue mostrando las relaciones de poder entre la aristocracia y un ejército de sirvientes que se mueven en dimensiones paralelas, en un juego de espejos entre lo que pasa arriba en la casa y abajo, donde viven los empleados. Desde el comienzo, la serie británica se planteó con sutileza y cierta incorrección política exhibir a la clase alta de las primeras décadas del siglo XX con gestos humanos y conciencia social, pero manteniendo las diferencias de trato, de derechos y de posibilidades. La serie hace referencia a la preponderancia de los individualismos personales y la importancia social de la propiedad privada, y muestra una realidad sin condicionamientos morales. Fue escrita por Julian Fellowes y tiene un planteo argumental similar a dos películas ineludibles: Lo que queda del día, de James Ivory, y Gosford Park, de Robert Altman, para la que Fellowes escribió el guión.
El hecho más comentado y criticado de la serie este año fue la violación que sufrió Anna, la doncella de Lady Mary. Mientras la aristocracia y los criados disfrutan de un concierto en un salón majestuoso de la casa, bajando las escaleras Anna es atacada por el sirviente de un invitado de la familia. La escena ni siquiera se muestra, pero los gritos mezclados con las imágenes de los pasillos vacíos generan desolación y angustia, en una serie acostumbrada a la calma. La actuación de Joanne Froggat conmueve por su credibilidad y compromiso. Lo más fácil hubiera sido que el personaje del violador lo encarara un miembro de la aristocracia, pero Downton Abbey no se permite esas obviedades y expone las hipocresías, el entramado de silencios encadenados de arriba y debajo de las escaleras y deja al descubierto a toda una sociedad capaz de ser cómplice pasiva del crimen contra una mujer.
La familia está compuesta por el matrimonio entre Robert y Cora Crawley, sus hijas Lady Mary, Edith y Sybill, que ya no aparece en esta temporada y que se mostraba como la rebelde de la casa, al reclamar el voto de la mujer y casarse con el chofer. Edith cobra más protagonismo en los nuevos episodios y se multiplican sus desdichas. Es una mujer a la que nada parece irle bien: ni el amor, la vida social o la relación con su familia. Pero nunca se da por vencida o se somete a la debilidad. En los últimos capítulos se revela que queda embarazada de un hombre que desaparece, una situación imposible de aceptar para el entorno social de la época. Para evitar los comentarios, es arrastrada a un aborto pero no se deja llevar y prefiere seguir sus propios deseos, que tampoco son extremos, lo que demuestra una vez más que Downton Abbey es una de las grandes series de estos tiempos en gran parte por los matices y la coherencia de los personajes.
Otra de las figuras relevantes es la de la condesa viuda de Grantham, interpretada por Maggie Smith, madre de Robert y abuela de sus hijas, quien siempre tiene una línea de discurso repleta de ironía y cinismo. La mayor carga de humor de la serie está en esta mujer que se burla de todo lo que la rodea y hasta de ella misma. También se introduce una pequeña trama que pretende cuestionar la discriminación y los prejuicios, a través de la relación de Rose, nieta de la condesa, con un cantante negro, pero no llega a estar suficientemente desarrollada.
El 25 de diciembre se espera el especial de Navidad, último episodio del cuarto año, y para 2014 ya se anunció la quinta temporada.
Jueves a las 23 y domingos a las 21 por Films & Arts.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.