Por Sonia Santoro

Si no me ataran estas faldas, hasta el mismo trono de la reina llegaría a pedirle justicia”, se lamenta Isabel de Guevara, una de las primeras mujeres que pisó Buenos Aires en la fallida primera fundación de la ciudad. En una carta escrita desde Asunción a la princesa gobernadora doña Juana, el 2 de julio de 1556 –20 años más tarde–, De Guevara describe la corrupción de la colonización y pide que le otorguen los mismos derechos a tierras y a indios que a los hombres. Precursora, según Alfonsina Storni, de la literatura femenina americana. Y feminista, aún sin quererlo, desde el momento que no pide compasión ni consuelo sino igualdad, Isabel de Guevara se puede ver hoy en una obra escrita por Alicia Muñoz y dirigida por María Esther Fernández en El Búho - Espacio Cultural, declarada de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
–¿Por qué la necesidad de rescatar a Isabel de Guevara? María Esther Fernández: –En el año ‘88 hice un espectáculo con Leonor Manso sobre Alfonsina Storni. Y empecé a investigar porque quería leer todo lo que ella había dicho y escrito al margen de su poesía. Y me encuentro con una conferencia que dio en 1936, al cumplirse los 400 años de la fundación de Buenos Aires, donde habla del primer antecedente de literatura femenina en América, la carta de Isabel de Guevara. Para ella era el primer antecedente, puesto que las cartas están dentro del género literario. Entonces le pedí a Alicia que hiciera un monólogo porque me parece que es muy importante que se sepa cuál fue el papel de la mujer en la colonización, papel silenciado injustamente. Segundo, algo que me parece maravilloso, que es cómo los indios querandíes defendieron esta tierra.
En 20 años, Fernández y Muñiz hicieron seis obras juntas. La coronela, Allá por el año 8, La chalequera, Qué te pasa, dos fragmentos de Pasión y coraje e Isabel...; todas ocupadas en revisar la historia para pensar mejor el presente.
–¿Cuán fiel se es a la historia en una obra de teatro testimonial?
Alicia Muñiz: –Yo priorizo siempre, más allá de lo ideológico, el teatro como forma de que esas ideas lleguen a la gente. Hago un rescate histórico desde un punto creativo, no tanto ateniéndome a la información. Trato de ver el personaje y la situación histórica desde el momento que ocurre, sin tomar distancia. Entonces tomo todo lo que sea del momento, cartas, memorias, diarios de la época.
–¿Y cómo fue en esta obra, con una carta como única información?
A.M.: –Me tuve que informar de cómo fue la primera fundación a partir de lo que escribieron los cronistas de la época, y de la idiosincrasia de los españoles que vinieron, que no fueron los mismos que fueron a Perú o a México. Los que vinieron acá eran andaluces y fantasiosos, ambiciosos; tenían un gran orgullo de no volver vencidos. Y, a partir lo que se lee entre líneas en esa carta, tuve que crear una personalidad para ella. Deduje que era de buena familia porque sabía leer y escribir, y que debía estar ligada a la Corte porque era amiga de la princesa gobernadora en esemomento. Y una cosa curiosa es que es la única que vino sola, soltera. Evidentemente debía tener un carácter muy independiente. Y me imagino que al padre no le habrá gustado mucho que viniera porque las fantasías que se decían sobre este cruce... se hablaba hasta de dragones en el medio del mar. Entonces debe haber sido muy valiente y muy ambiciosa de gloria.
–Se dice que también vinieron mujeres vestidas de hombres.
A.M.: –Se calcula que hubo 11 mujeres pero, como no hay datos fidedignos, muchas más pueden haber venido vestidas de varones. Lo curioso de esta expedición es que es la primera en la que vienen mujeres “de familia”, con sus maridos. Incluso los primeros cronistas no hablan de que existan mujeres, lo hablan tangencialmente. Dicen, por ejemplo, que después de la fundación, cuando iban río arriba, se produce un desmoronamiento de una barranca del Paraná, cae sobre el barco y mata a 11 hombres y 3 mujeres. Entonces existían.
M.E.F.: –¿A nosotros qué nos enseñaban en el colegio? Que las mujeres venían para otros menesteres...
A.M.: –Por eso la importancia de Isabel de Guevara, porque esa carta reclama a partir de la injusticia que se cometió, porque las mujeres hicieron gran parte del trabajo. Los hombres, al ser más fuertes, necesitaban mucha más comida para sustentarse y, frente al hambre, ellas tardaban más en caer. Además de esa pasión que tiene la mujer, de madre, de enfermera, de todo... Entonces es muy lógico que ellas en un momento se hayan tenido que hacer cargo hasta de subirlos a los barcos.
–¿Quién podría ser hoy Isabel de Guevara?
M.E.F.: –Yo pienso que el país está lleno de mujeres silenciosas, que nadie las conoce más que la familia y que son como Isabel de Guevara. Hay heroínas en las casas más comunes que inventan la comida, como siempre.
A.M.: –Yo creo que, a lo largo de la historia, la mujer, como el zorro, desarrolló la astucia. Los zorros primero no eran todos astutos, pero la evolución natural hizo que los más tontos sucumbieran. A lo largo de la historia se ve siempre a las mujeres en lugares oscuros, luchando detrás de los hombres y no sólo apoyando. Sólo que las crónicas no las nombran.
M.E.F.: –El hombre también frente a ciertas situaciones se paraliza.
A.M.: –Aunque yo creo que todavía las mujeres somos seres libertos. Los esclavos, cuando se los liberaba, conservaban su servilismo porque no se animaban a ser libres. Llevó generaciones a los negros en Estados Unidos considerarse libres, siempre frente al blanco había que callarse. En los indios también pasó eso. Yo veo ese mismo comportamiento en las mujeres, todavía sentimos que el hombre tiene el poder.