MONDO FISHION
› Por Flor Monfort
Teléfonos blancos, grandes escalinatas, plumas y capelinas que marcaban los perfiles de las estrellas: Libertad Lamarque, Mirtha Legrand, Zully Moreno, Mecha Ortiz... Ellas le ponían cara y cintura a los grandes títulos de la época de oro del cine argentino y Horace Lannes (Buenos Aires, 1931) tallaba sus siluetas con sus geniales e inolvidables creaciones. Por eso es tan justo y merecido este homenaje que hoy recorre su vida y obra: por iniciativa del Museo de Arte Decorativo y con el apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación se acaba de inaugurar Horace Lannes. Elegancia y glamour en el cine argentino, exposición que recorre los atuendos de clásicos como Sábado a la noche, cine, La mujer de las camelias y La sonrisa de mamá.
Guapo y esbelto, elegante y sobrio, Lannes, que hoy transita su octava década, fue vestuarista de cine y teatro y participó en 106 películas de industria argentina. Las grandes divas lo amaban, al punto de que la propia Legrand se encargó de mostrar el catálogo de esta muestra en su programa del último sábado y dedicar un extenso espacio a alabar la maestría del autor, que supo conquistar al público con inolvidables atuendos. Para ella creó, entre otros, el vestido de novia de Sábado a la noche, cine (1960), donde la Chiqui se interpreta a sí misma y hace dupla con Diulio Marzio, ataviada de guantes drapeados, una tiara principesca y el formidable escote a lo dama antigua con guiños a alguna bailaora flamenca. Es que el manual de Lannes contempla acentos modernos en épocas en que las salas explotaban con sus continuados y la gente hacía cola para ver a las luminarias, pero, como dice Lannes, “les importaba más lo que llevaban que lo que decían” y jovencitxs se grababan en la mente y pegaban en la pared de sus habitaciones los trajes para imitarlos y remixarlos hasta el cansancio. Si bien los vestuarios seguían la línea de Hollywood y sus musas Greta Garbo y Marlene Dietrich (que, vestida por Travis Banton, fue una gran inspiración para Lannes) había que adaptar ese estilo al local, mucho más amable con las curvas y la baja estatura de nuestro ADN.
Alberto Belluci, director del museo que hospeda la muestra, destaca que lo valioso de este recorrido es la exaltación de medio siglo de moda, que abarca desde 1953 hasta 2004, y que contiene croquis originales, dibujados de trazo maestro y otros documentos de interés, como los recuerdos de desfiles, homenajes, producciones y amistades cultivadas en tantos años en el mundo del espectáculo. Cabe destacar el perfume a Yves Saint Laurent que se desprende del Gaucho look, un estilo que llevó a Lannes hasta Nueva York y que se pudo ver en el maravilloso porte de la modelo Elsa Peretti. Lannes tuvo relación con grandes de la alta costura como Emilio Pucci, Oscar de la Renta y Norman Hartnell y se confiesa fan de Givenchy, el coiffeur Franzosi y sus peinados complejos de altura y Guy Laroche. De ellos ofrece anécdotas, confesiones y fotografías de su álbum personal, así como detalles de sus influencias.
Lannes, oriundo de Flores, veía a su madre decorar algunos rincones de su casa con las imágenes de las estrellas (sus favoritas: Ginger Rogers y Fred Astaire), y la acompañaba a los cines Real y Fénix a verlas en acción. Impulsado por ella, a los 21 años ganó un concurso para diseñar el vestuario de La mujer de las camelias, con dirección de Ernesto Arancibia, protagonizada por Zully Moreno y estrenada en 1953. “Llego al cine por el amor de mi mamá a las estrellas y su álbum de fotos. Es decir que al cine lo vi y amé desde siempre: de chico mi premio consistía en ir todos los días al cine, leer libros de cuentos e ilustrar sus historias. Todo eso fue mi formación autodidacta, y libros como Le Cinéma Nôtre Métier, de Jacques Feyder, y otros del género como los de Annenkov”, dice. La muestra abre con este recuerdo y reparte con astucia y cierto guiño a los diseñadores que la visiten y los amantes de la moda en general. En el salón principal, una zona de vestidos rosados. Por mencionar algunos: el de Lolita Torres en Joven, viuda y estanciera (1970), y el de Libertad Lamarque en La sonrisa de mamá (1972).
Luego, en el Salón de Baile, un área en Blanco y Negro para Zully Moreno, Nelly Panizza, Mecha Ortiz, Sabina Olmos, Tita Merello, Aída Luz, Nati Mistral, Susana Giménez, Susana Traverso, Osvaldo Miranda y Jairo. En el Jardín de Invierno, más concentrado temáticamente, se exhibe vestuario de la película dirigida por Héctor Olivera en 2004 Ay, Juancito para Laura Novoa, Inés Estévez, Norma Aleandro y Leticia Brédice, destacándose una airada mixtura entre aquella época a representar y toques modernos, como el fantástico strapless de Brédice en la escena de gala, morado intenso, jugado y eterno.
De su paso por el teatro también hay una documentación profunda y de esa etapa Lannes destaca su aprendizaje en el teatro de revistas, donde el desafío de sugerir sin mostrar era una constante que el creador amasaba con paciencia. Zulma Faiad y Susana Giménez trabajaron con él y son las que más se menciona. De la diva blonda se puede ver además un traje dorado que vistió en su vuelta a las tablas con Molly Brown (1991): espléndido y al cuerpo, no sólo habla por su contundencia, sino que es símbolo de una época. Otros hits: imperdible el traje de Sandro en Tú me enloqueces (1975), coronado por una cadena dorada y un dije propio de la cultura rap, bien podría venderse cual joya sexy en cualquier tienda actual con prédicas a la cultura urbana y ese glam importado de la era de Bowie.
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