Viernes, 28 de noviembre de 2014 | Hoy
ARTE
Cautivada por la plasticidad del vidrio, la artista Silvia Levenson estira los límites del material hasta volverlo resistente. En una alusión a la memoria, su muestra Identidad Desaparecida precisa los límites de lo doméstico desde la ropa de los bebés a los muebles en desuso, y los vuelve más fuertes que el acero.
Por Irupé Tentorio
En la hoja de ruta de la vida de Silvia Levenson hay un punto determinante marcado por la dictadura: su exilio al norte de Italia junto a su marido y sus hijxs en 1981. Fue luego de su militancia y como una bocanada de aire fresco que decidió ir a fondo con lo que venía experimentando en el campo de la gráfica, la pintura y más tarde, la escultura en vidrio, material que descubrió en un viaje a Nueva York de la mano de la exposición de Bertil Vallien. Un antes y un después en su vida como artista. “Lo que me fascinó del vidrio es que por un lado preserva la memoria, la mayoría de las personas lo utilizan para protegerse o aislarse, pero también, le tenemos confianza porque es uno de los pocos materiales que llevamos a la boca para tomar, aunque sepamos que es frágil y nos pude lastimar. Otro aspecto que me atrajo es que el vidrio fue siempre trabajado por las culturas más populares y es un material que se trabaja muy artesanalmente. Mi obra en vidrio intenta revelar lo que no se quiso ver y lo que cuesta aceptar”, dice.
En esta oportunidad visita la Argentina para exponer su obra Identidad Desaparecida, la que tuvo como primera instancia la nueva Casa por la Identidad de las Abuelas de Plaza de Mayo y a partir de ayer se podrá visitar en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti, de La Plata.
La obra, que con instalaciones, fotografías y esculturas en vidrio, plasma cuestionamientos tales como dónde está la identidad, cómo transmitir la memoria, cómo rearmar el rompecabezas de la propia historia, resalta además el coraje de los nietxs recuperadxs, necesario para poder salir de la comodidad incómoda y encontrarse con su propia identidad.
La creación de este trabajo tuvo sus inicios cuando la organización de derechos humanos italiana 24 de Marzo, presidida por Jorge Ithurburru, quien también es curador de la obra, la convocó para llevar a cabo unas postales. “En principio me pidieron imágenes de los vestidos de niñxs para armar postales en diferentes idiomas con el lema si tenés dudas sobre tu identidad ponete en contacto con Abuelas de Plaza de Mayo. A partir de este trabajo me convocó American University Museum para realizar una muestra, entonces pensé en trabajar sobre la lucha de las Abuelas, sobre todo porque nuestra sociedad invisibiliza mucho a lxs adultxs mayores y al contrario de este pensamiento, la lucha de las abuelas sigue al pie de la búsqueda como hace 37 años; así es que empiezo a crear una muestra que date sobre la identidad y la memoria. Cuando la presenté en Madrid, la inauguró Estela de Carlotto, fue en ese encuentro que me pidió que la trajéramos a la Argentina.”
Sus sensaciones por haber expuesto en el predio de la ex ESMA, en la Casa por la Identidad, fueron sesgadas por la alegría de la resignificación de su propio trabajo –no solamente del que vino a mostrar sino también de los pasados–, porque cada uno de ellos está atravesado por la ausencia y la lucha de su generación y también por la angustia de la desaparición de algunos de sus familiares y compañerxs. Todo lo que se hereda se plasma, por eso con Identidad Desaparecida, Levenson revisionó sus trabajos pasados para generar esta puesta que está centrada en la sustitución de la identidad por la verdad, la mentira, la dualidad, la memoria, lo auténtico y lo falso, es decir, la reversibilidad.
La muestra –que coincide con el 37 aniversario de la creación de Abuelas– consta de fotografías autorales de la artista plástica junto a su hermana de cuando eran niñas en Plaza de Mayo. La misma intervenida por escultura de vidrio, “ya que mi trabajo habla mucho sobre la ausencia corporal, pensé que si hay que poner cuerpos que sea el mío y el de mi hermana. Esta foto la elegí por lo que significa plaza de mayo para mí y para el resto de la sociedad. Nosotras posando, junto a las palomas, inconscientes de todo lo que iba a venir. Por esa razón también la intervine con vestidos de vidrios apoyados sobre la fotografía”, dice.
“Trabajé siempre sobre mi generación, porque fue la que sufrió el robo de sus hijxs y de sus identidades. Pensar en nuestra militancia es rever una lucha en conjunto. No éramos conscientes de la represión que existía por parte del Estado, porque era absolutamente ilógico pensar que quienes nos gobernaban fueran los mismos que nos reprimían y nos hacían desaparecer”, señala.
También hay esculturas en vidrios trabajados como ropas de bebés, diferentes colores, moldes y tamaños: todas son bellas pero obviamente imposibles de utilizar. A modo de hogar, una pequeña carpa opaca y unida por alambres de púas, la que alude a los bebés que nacieron en diferentes centros clandestinos. Sobre los materiales que acompañan, la artista utiliza muebles en desuso, y en este caso usó una carpa de camping y un par zapatos que acompañan que también son de vidrio, pero que parecieran no serlo.
En cuanto a la investigación para llevar a cabo esta obra, Levenson cuenta que “a modo de seguir adelante con mi vida, me preservé bastante de la historia pasada, pero con la convocatoria del American Museum University de Washington DC decidí asistir a los juicios por delitos de lesa humanidad de la megacausa ESMA. Revisé bastante material sobre la genealogía familiar. Rememoré mi infancia y la de mi hija y en esa labor de la memoria surgieron muchas puntas de esta muestra”.
Posado arriba de un mapa de Argentina y como emblema de la búsqueda de lxs nietxs puede verse un triciclo ubicado frente a una de las gigantografías fotográficas que reflejan a las abuelas y madres en una de las tantas marchas en Buenos Aires. Al contar cómo pensó esta puesta para la Casa por la Identidad, Levenson cuenta: “Entendí que tenía que armar una obra que tuviera relación con este lugar destinado al arte y la cultura, ya que no suelo exponer en museos o galerías que tengan que ver con nuestra historia pasada, entonces reflejé lo que ocurre en nuestro presente, la búsqueda de los nietos y los 115 recuperados”.
Por último, y tal vez una de las piezas más emblemáticas es una pequeña silla infantil de madera posada en una base de cemento y alambres de púas, de las que se usarían para comer, tomar la merienda, mirar la TV... pero que impide atravesar con facilidad para salir a encontrarse con la verdad o afrontar la mentira, en definitiva, a reconocerse. “Cuando trabajé sobre los niñxs, siempre intenté bajar mi mirada hacia ellxs. Lxs chicxs usualmente saben lo que ocurre en el hábitat más allá de no poder expresarlo. Por eso también el juego de té que reza de esto no se habla.”
Luego de estar en Buenos Aires, la muestra se presentará en Uruguay y en el Museo de la Memoria de Santiago de Chile. Porque la búsqueda sigue siendo inmensa y porque todo aporte es importante para seguir encontrándonos.
Identidad Desaparecida se puede visitar hasta el 15 de diciembre en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti, Calle 51 N 525 e/5 y 6; La Plata. Más info: silvialevenson.com
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