“¿Cómo se divierten las nenas?”, preguntaba el cartel pintado de rosa para no sorprender en el WalMart de Alto Avellaneda. Y se contestaba: “Disfrazándose, maquillándose, jugando a la mamá, jugando a cocinar, leyendo cuentos, haciendo manualidades”. En cambio, los varones –con letrero en azul– se divierten distinto, con más posibilidades, libertades, fuerza y descarga. “¿Cómo se divierten los nenes?”: “Construyendo, jugando al aire libre, andando en bicicleta, jugando a la pelota, con juegos de mesa, armando carreras de auto”.

La señalización de la división de la diversión –que deja a las niñas afuera del verde, el fútbol y el pedaleo– fue vista por Andrea D’Atri, dirigente del PTS en el Frente de Izquierda y fundadora de la agrupación de mujeres Pan y Rosas. Ella subraya: “La cadena norteamericana de supermercados WalMart, en 1997, fue denunciada porque hizo desnudar a treinta y seis cajeras de una sucursal de Córdoba por sospechas de robo y, en 2003, por obligar a las trabajadoras de la sucursal de Mendoza a usar pañales para evitar que fueran al baño en horario laboral”.

Ella convirtió el machismo capital en una protesta viral. “Mientras hacía las compras de rutina saqué fotos a dos carteles que decoraban las góndolas del sector juguetería porque me pareció insólito que se aseverara con tanto descaro cuáles son las conductas y los juegos apropiados para niñas y niños. La subí a las redes sociales y enseguida se viralizó. Son estereotipos de una multinacional superexplotadora que ya no se condicen con las infancias del siglo XXI, pero que pretenden seguir condicionando las conductas y los deseos desde un paradigma heteronormativo y misógino. No es inocente. WalMart es el principal empleador privado en Estados Unidos, con 1.300.000 trabajadoras/es que, en diciembre del 2014, protestaron contra los bajos salarios y las condiciones de trabajo.”