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Viernes, 6 de marzo de 2015

ALBúMINA

Té para (muchos más que) tres

 Por Guadalupe Treibel

“Conforme a su obsesión por crear más allá de los confines del pincel, Red ha vuelto a la carga”, advierten sitios arty del globo al comunicar la última creación de la artista malaya Hong Yi (alias, Red), ducha en las bondades de los materiales poco convencionales, ciertamente inusuales. E intermitente favorita de una Internet que viraliza cuanto simpático trabajo ella pergeñe, ingenie, comparta. Ocurrió en 2013, cuando la muchacha creó y recreó “cuadros”, “pintando” con uvas, calamares, arroz, tocino o cáscara de huevo sobre platos/lienzos en blanco. O en 2014, cuando –paciencia zen mediante– retrató al karateca Jackie Chan valiéndose únicamente de 64 mil palillos. Y qué decir de la ocasión en que utilizó rimel, bases o esmalte, entre otros adminículos del maquillaje, para emular fehacientemente símbolos culturales y sociales de China. O, ya en modo mundialista, aquellos retratos de Cristina Ronaldo, Neymar y Messi concretados a pelotazo –y pintura– limpia, amén de usar balones y dominarlos con sendos pies. Qué va: gol de media cancha. “Uso objetos cotidianos, ordinarios y, a menudo, pasados por alto para –a través de mi arte y la web– conectar a las personas del globo”, se jacta la (también) arquitecta, que reparte su tiempo entre Shanghai y Malasia. Y que ahora ha hecho sonar las campanas de la novedad gracias a su más reciente pieza.

¿De qué trata? Pues, de mucho, mucho, mucho té, pero de ninguna infusión, no vaya a haber confusiones. En otras palabras: Hong Yi ha bosquejado a un hombre sirviendo el tradicional té Tarik, dulce y espumosa bebida nacional malaya. Pero, para hacerlo, claro que no se ha valido de lápices o brochas finas. No, no. En cambio, se dispuso a mojar 20 mil saquitos de té, sumergidos ellos en distintas temperaturas y cantidades de agua, obteniendo más de 10 tonalidades del marrón. Una vez teñidas (y secas) las bolsitas, las engrapó cuidadosamente, individualmente, en una enorme malla de alambre. Y voilà, Teh Tarik Man, como ha bautizado a su obra ¿maestra? Creada en Melbourne, Australia, y fletada a Davos, Suiza, para ser expuesta en el Foro Económico Mundial, la explicación está a la orden del día: “La pieza sirve como un puente personal y cultural con el que la artista espera compartir parte de las costumbres de su país natal”. Acerca de qué mezcla de hierbas contenían los saquitos, nada ha sido informado...

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