Vie 20.03.2015
las12

¡Basta!

› Por Marta Dillon

Daiana apareció muerta, su cuerpo maltratado descartado como basura dentro de una bolsa, sus fotos íntimas expuestas como una advertencia alentando el chiste misógino, el fisgoneo, la masturbación colectiva sobre un cuerpo que ya no latía pero todavía sostenía con su presencia física el nudo de sus vínculos, el duelo compartido, el breve parpadeo de su paso por el mundo. Fue el sábado y hasta entrada la semana cada quien digirió la noticia como pudo. Tal vez al principio se mezcló entre otras, se tragó en el desayuno como la medicina amarga de una enfermedad crónica sin cura. Al fin y al cabo, vivimos con estas noticias, nos acostamos con ellas, amanecemos al día siguiente contando las horas hasta la próxima. Una mujer muerta cada 30 horas según cifras no oficiales y un subregistro que elude a las mujeres trans porque total ellas, como Daiana, se lo merecen. Elude a las desaparecidas porque sus cuerpos no habilitan el duelo. Elude a las que a toda costa ejercen la soberanía sobre sus cuerpos y abortan en la clandestinidad, sin más medios que su desesperación. Vivimos con eso como vivimos con el mapa en nuestros cuerpos de los abusos en la niñez o la adolescencia, la mano boba en el colectivo, el pajero compulsivo, el tío que no se contiene, el amigo de la familia que se mete en tu cuarto porque antes de que tu propia voz se oiga estará el bisbeo de la culpa en tus oídos. Como en los de Daiana si pudiera escuchar, qué querés así vestida, algo estás buscando y no es trabajo. ¿Quién puede decir que nunca tuvo la experiencia de que su no fuera elidido como si nunca se hubiera pronunciado? ¿Quién no sintió miedo alguna vez de que imponer su no tuviera represalia? Es lo que se escucha en ronda de minas, apenas emerge la confianza, ahí donde se sabe que no habrá incredulidad del otro lado. Una se anima, otra la sigue, lo que se pone en común pesa menos. Vivimos con eso, pero fue suficiente. Algo se soltó con la evidencia del cuerpo de Daiana en la basura. La náusea llegó pronto porque hace eco en otras arcadas, la memoria del cuerpo se tensa antes incluso que las palabras. La rabia acude y esta vez, vaya a saber por qué desborde, no mastica impotencia si no lucubra acciones espontáneas, diversas, autoconvocadas, cruzando generaciones, todas diciendo basta —la primera se realizó ayer—. En las redes sociales un relato empujó a otro, las marcas personales de la violencia se expusieron como una evidencia, como un consuelo, como el festón que acompañó el cuerpo de la niña muerta. Si la prueba dice que ser mujer, ser vista o leída como tal, es un riesgo al que cada una se asoma apenas pone pie firme en la vida, seamos también la rabia, que por aquí no se pase más. No queremos más víctimas. No vamos a vivir como víctimas. No se puede enseñar el silencio aunque el miedo atenace porque empoderarse tiene riesgos y no es fácil ver a las pendejas poniendo el cuerpo y reclamando su derecho a la violencia ahí donde antes la resistencia sugería el repliegue. Será que habrá que cobijarlas después. Pero mientras tanto, seamos la rabia, expropiemos la consigna contra los femicidios, el pico más cruel que emerge del inmenso magma de violencias y microviolencias cotidianas que ya no se toleran. Algo se soltó de la trama de la resignación y de esa hebra hay que seguir tirando, por una, por todas. l

  • Mañana, sábado 21 a las 16, Siluetazo. Acoyte y Rivadavia. Recorremos las calles pintando siluetas de las mujeres asesinadas cercadas de las leyendas que justificaron sus muertes. Acción autoconvocada.

  • Jueves 26, desde las 16, Ni una menos, escritorxs, periodistas, artistas y activistas convocan a un maratón de lectura, proyecciones y performances contra el femicidio. Plaza Spivacow —Museo de la Lengua y el Libro—. Av. Las Heras y Austria. Acción autoconvocada.

  • Jueves 28 de mayo, Marcha #28M, convocada por el grupo A la violencia de género le decimos basta y Red Informativa de mujeres de Argentina. Acción federal para marchar a las 17 horas en la plaza principal de cada ciudad del país en contra de los femicidios y los abusos judiciales contra las mujeres.

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