MONDO FISHION
Por un lado el jardín y los sabores de un restaurante de comida nórdica, por otro el interior de una tienda de muebles de madera despojados de todo artificio y devoto de la madera maciza de lapacho, del petiribí, del pino Brasil y del paraíso como escenarios para enmarcar un recorte de las colecciones de invierno de las firmas Vitamina y Clara. Las presentaciones de colecciones locales se jactaron de los modismos gastronómicos y decorativos en boga y difieren de la pompa y el protocolo de la primera fila. Mientras que una mañana de fines de marzo en el restaurante Olsen, apoltronados en banquitos forrados en piel o en la barra, mientras bebían jugos de frutos rojos o tragos con vodka, lxs invitadxs miraban expectantes una pasarela con apariencia de tablado dispuesta en el jardín. Fue allí donde a modo de estampida se desplazaron las doce modelos que llevaban vestidos largos, pantalones y foulards con estampas tan gráficas como gestuales –figuras de animales, hojas de maple y lunares–, coronados con bufandas a rayas y abrigos en color púrpura, visos abrigados con capelinas. El gesto arts and crafts emergió en un conjunto de shorts de telar con saco corto y asomó en otra prédica de moda: la de llevar un jean nuevo que se jacta de sus sutiles roturas. Cautivaron los abrigos de siluetas oversized, los trenchs en paño naval, los montgomeries con apliques de pelo en el cuello. Ninguna de las modelos se perturbó en el instante en que desde la medianera vecina alguien arrojó un baldazo de agua sobre sus cuerpos, luego se comentó que respondió a la repentina crispación ante el volumen de la banda sonora. Según rezó la publicación celebratoria de la marca y de la campaña protagonizada por Delfina Blaquier: “La sastrería es la inversión inteligente para el trabajo. De tweeds ingleses de lana, paño de mohair y telares artesanales, los abrigos fueron pensados en tipologías icónicas con propuestas de color, prints y textiles originales, y abrigos oversized de paño engomado y craquelado o con franjas ópticas”.
Otra mañana de abril y puertas adentro de Net, la tienda que cobija el taller-estudio de arquitectura de Alejandro Sticotti y donde los bancos y banquitos se despliegan cual altares, otro pequeño grupo de modelos predicó los modismos para el invierno de la firma Clara. Con un eje rector de rescates de texturas nobles junto con nuevos modos de la sastrería –trajes que se llevan con zapatos símil zapatillas– y pantalones que toman recursos de un jogging sumado a camisas de apariencia vintage, estampas tribales plus suéteres con estridencias geométricas y guardas en rosa, naranja, azul y verde militar, y un estilismo de chignons rematados con tocados con forma de flores asomaron desde el primer piso para posar junto a los muebles y concluir su recorrido en un pequeño jardín.
Otros gestos llegaron del lado de A.Y. Not Dead, la firma diseñada por Noel Romero que presentó la colección Stranger than Paradise –sí, como el film de Jim Jarmusch– en una locación majestuosa en decadencia: el palacio Piccaluga. Allí recrearon con gracia el clima y la efervescencia de una disco o de un after hour a la hora del almuerzo, en verdad un brunch del bar Farinelli: la puesta de luces de Sergio Lacroix iluminó de verde esmeralda, rojo y violeta las escalinatas de la mansión donde las y los modelos se desplazaron con atuendos de la colección dénim con profusión de ropa de cuero y de bondeados. Mientras sonaban viejos hits de Charly García, una sucesión de faldas, shorts y camperas de jean develaban la desnudez emulando a la campaña gráfica protagonizada por la nueva supermodelo Mica Argañaraz.
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