COSAS VEREDES
La mítica actriz Nichelle Nichols, famosa por interpretar a la teniente Uhura en Star Trek, anunció que viajará a la estratosfera en una misión de la NASA. ¡Con 82 años!
› Por Guadalupe Treibel
Hace unos pocos meses, fanáticxs de Star Trek rezaban a su santo de devoción pidiendo por la salud de Nichelle Nichols, única señorita que integrase el elenco estable del hit de los ’60, la perenne serie norteamericana en versión original. NN había sufrido un accidente cardiovascular, estaba en reposo, mejoraba. Y, acaso por su voluntad férrea y sed de todo, dejó el mal trago atrás, a punto tal que hoy vuelve a ser noticia, por razones más que felices. Según ha anunciado por redes sociales, la actriz y cantante de 82 años se ha embarcado en una nueva aventura que, como no podía ser de otro modo, acontecerá en los aires. Porque, en septiembre, la doña será una de las pasajeras de SOFIA (Observatorio Estratosférico para Astronomía Infrarroja), aeronave de la NASA con telescopio última generación que se elevará a 50 mil metros de altura para estudiar agujeros negros, nebulosas, cometas, asteroides, sistemas solares, nacimiento de estrellas, etcétera. Y devolver a la mítica teniente Uhura a su lugar de preferencia: el cielo.
“Uhura... Su nombre significa ‘libertad’. Camina en belleza, como la noche”, ofrecía el Sr. Spock sobre esta excelsa oficial de comunicaciones de la USS Enterprise en cierto episodio de la serie original, dedicándole con galantería el She walks in beauty, like the night de Lord Byron. Por aquel entonces (los ’60), Nichols percibía menos salario que colegas como George Takei (Sulu) y Walter Koenig (Chekov), secundarios de mismo grado; razón por la cual, al desayunarse de la brecha, el querido Leonard Nimoy –un auténtico feminista– puso el grito en el cielo, demandando a la producción que se corrigiera tremendo oprobio. No fue con Nimoy/Spock, sin embargo, que la teniente estelarizó el primer beso interracial en la historia de la tevé ficcional norteamericana: el privilegio se lo llevó el capitán James Tiberius Kirk (William Shatner), y Estados Unidos lo vio en noviembre de 1968 para alegría y jarana de integracionistas (no así de algunos estados norteamericanos, que censuraron la escena al son de “es antinatural e inmoral”). Ok, ok: el ósculo ocurrió gracias al empujón de humanoides que controlaban la mente de la dupla espacial vía telequinesis, pero ¿quién les quita lo besuqueado?
Cuenta la leyenda (léase, la propia doña Nichelle) que tras terminar de rodar la primera temporada de Star Trek ya estaba con medio pie afuera del proyecto: tan poquitas eran las líneas que pronunciaba su personaje que NN había decidido renunciar y hacer carrera en Broadway. Empero, días previos a anunciar su decisión, la muchacha asistió a un encuentro de la Asociación Nacional para el Progreso de Personas de Color y se topó con Martin Luther King, fan de la serie. “Muchas gracias, señor King; voy a extrañar mucho a mis compañeros cuando no regrese”, respondió Nichelle y procedió a comentar su pronta dimisión. A lo cual el líder activista replicó con un “¡No! No puede abandonar el show. ¿Acaso no entiende? Usted ha cambiado la cara de la televisión para siempre. Este no es un rol negro. Este no es un rol femenino. Puede ser interpretado por una mujer de cualquier color o un hombre de cualquier raza. Es un rol único en un momento único que respira la esencia del motivo por el que marchamos: la igualdad. Lo quiera o no, usted se ha vuelto un símbolo”. Al lunes siguiente, Nichols volvió al trabajo, poniéndose en la piel de Uhura, algo que repetiría en cada episodio o film trekkie que acaeciera durante décadas.
Por supuesto, además de la “minucia” de ser una de las primeras negras en interpretar un rol no estereotipado y de –colmo de bienes– demostrar que la conquista del espacio también incluía a las mujeres, Nichelle se ocupó de otros menesteres. Continuó cantando (ya había hecho lo propio de pebeta, en tour con Duke Ellington) y editó discos como Down to Earth y Out of This World; participó de películas blaxpoitation como Truck Turner (1974); publicó su autobiografía (Beyond Uhura: Star Trek and Other Memories); protagonizó en Chicago una puesta del mítico musical Carmen Jones de BizetHammerstein, adaptación de la ópera basada en Merimée; tuvo un papel recurrente en la serie superpoderosa Heroes; continuó participando como invitada favorita de cientos y cientos de encuentros ComicCon (lo sigue haciendo); recibió laureles varios, incluida la correspondiente estrellita en el Hollywood Walf of Fame... Y, caramba, trabajó para la NASA.
Sí, sí, sí; tal como suena: no conforme con sus viajes a las estrellas en el universo ficcional creado por Gene Roddenberry (con quien, por cierto, tuvo un vibrante romance), la mujer accedió a colaborar con la agencia espacial en los ’70 y ’80. ¿La misión que le fue asignada? Reclutar candidatxs a astronauta, tarea que abrazó con entusiasmo, siempre y cuando se respetase su única condición: “Si van a terminar aceptando sólo a tipos blancos, me retiro y los denuncio por discriminación”. No hubo necesidad de concretar la advertencia: tras recorrer de cabo a rabo los distintos estados de EE.UU. en busca de mujeres y minorías con pasta e interés de cosmonauta, el rastreo dio sus frutos, y Nichelle enlistó a quienes serían personajes memorables en materia estelar: entre ellos, Sally Ride, primera dama yanqui en viajar al espacio exterior en 1983, y Guion Bluford, primer astronauta afroamericano.
“La ciencia no es un juego de varoncitos: es juego limpio para todos. Es sobre lo que somos y adónde vamos”, declaró recientemente la eterna Uhura que, ya sin su troupe trekkie, volverá a probar su amor por los viajes cósmicos cuando esté entre “los primeros integrantes del personal no esencial para experimentar el telescopio más reciente de la NASA, SOFIA, a partir del próximo 15 de septiembre”, tal como detalla en su blog. “Hice un vuelo similar en 1977; entonces viajé en el primer observatorio aerotransportado, una experiencia increíble que me ofreció una perspectiva complemente distinta de la Tierra”, recuerda la teniente. Aunque, por lo bajo, suspire nostálgicamente por la USS Enterprise; después de todo, a su entender, “la sociedad hoy tiene mucho que aprender de la tripulación a bordo de la USS Enterprise del siglo XXIII. Star Trek encarnaba la libertad de ser quien quisieras, y demandaba que respetases a todos igualitariamente. Tan simple como eso.” Tan simple y tan alto.
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