CONSEJITOS DE MARU BON BON
¡Peiname pero no me toques!
Aprenda a decir no cuando quiere decir sí
¿Existe acaso mis queridísimas/mos recurso más antiguo que negarse mucho para asentir un poquito? Que pedir distancia, que te vayas te digo, que no me toques, que no quiero que no puedo, que bueno está bien un poquito pero sin que nadie nos vea y mejor después de que lo pensemos, o en todo caso la puntita, no, no, bueno está bien pero no te desnudes. Que no prendas la luz, que prendas la vela. ¡Ay, cómo se alarga, cómo se estira de este modo lo que queremos que dure! Sean prudentes mis amiguitas/tos, no entreguen galletitas si quieren comer tortas y jamás de los jamases tomen leche de la ubre si sabe tanto mejor pasteurizada. Y, como para todo, para esto también hay antiguos trucos que harán las delicias de los/las/les buenos/as amantes/es:
1. Prepare el escenario de la huida: Una película adecuada en la video, el guante bajo la almohada, el teléfono al alcance de la mano. Diga que no pero prométase lindos momentos en la soledad de su cuarto, seguramente de tanto repetir la operación descubrirá cosas sobre usted que jamás había imaginado.
2. Tenga a mano el teléfono del/la otro/a: Está vivamente desaconsejado abandonar a quien ya se le dijo que sí mientras se encuentra en la etapa del no con alguien más. Hay que ver cómo mejoran las viejas mañas cuando se las rocía con nuevo combustible.
3. Sepa dónde hay una disco abierta: ¿Y por qué creía que había quienes se hacían los/las/les lindes/as/os durante tanto tiempo? Porque las discos tienen oscuros túneles para deseos urgentes y hay discos para cada día de la semana. Descubra la más cerca de su barrio y ¡entréguese a la histeria!
4. Confíe en que su amante no lea Las/12: Porque un poco de sal está bien –decía una de las monjas con las que me eduqué– pero no todo el salero. Si ambos se la pasan diciendo que no cuando quieren decir sí, posiblemente el otoño los atrape antes de haber vivido la primavera.
Por último, dichosas/osos bacantes desbocados/as, recuerden que es mejor callar que prometer amor eterno, porque en definitiva aquí nadie está hablando de amor. Olé.