Vie 09.06.2006
las12

INUTILíSIMO

El crochet da para todo

Salgamos un poco de las carpetitas, los echarpes y los gorros, y despleguemos nuestra imaginación y nuestra pasión por el crochet tejiendo cosas tan sorprendentes e inesperadas como, por ejemplo, un cubrerrollo (de papel higiénico) con forma de sushi roll (en verde alga y blanco arroz, con una pincelada de relleno colorido en la tapa). No necesitamos para nada ser expertas tejedoras: con cadena simple, medio punto, vareta y picot ya estamos hechas para fabricar primores que engalanarán nuestro hogar o que entusiasmarán a familiares y amigas que sepan apreciar el valor artesanal y la originalidad, cualidades éstas tan difíciles de encontrar en el mercado.

Esta vez no recurriremos, como de costumbre, a publicaciones del pasado sino a ediciones bien actuales, como la revista norteamericana Crochet!, sin duda animada por el espíritu hacendoso que distingue a esta sección. Entre las propuestas más incitantes figuran las fajitas realizadas en hilo de lino ideales para identificar juegos de toallas o de sábanas, destinadas tanto a dar un toque de finura a la zona de blanco de nuestro placard, cuanto a adornar obsequios. Se tejen con agujas de 1,10, obviamente salteando puntos a fin de lograr el calado que luego ha de realzarse con una cinta de raso en tono vivo.

Entre las innumerables posibilidades para mejorar la presencia de ciertos objetos de la vida cotidiana, probablemente la más novedosa resulte el vestido acampanado para el envase de detergente, confeccionado como un arco iris de tonalidades contrastantes, perfecto para alegrar nuestra cocina, aun en los días más grises. Otra idea afín es embutir la botella de vino o la de agua mineral en un tejido que combina el doble punto y las flores, con las correspondientes agarraderas. Tampoco la botellita de salsa Perrins (o de lo que fuere) ha de quedar desnuda: ¿por qué no cubrirla con un envoltorio personalizado que evoque al Tío Sam?

Quizá para las que recién se lanzan al abordaje del crochet, lo más recomendable sea tejer en primera instancia una agarradera cuadrada, debidamente festoneada y con una cadenita simple para colgarla (los colores pueden hacer juego con el vestido del detergente). Por supuesto que si hay un perro de raza en la casa, nada más indica que un elegante moñito mariposa en su cuello. Y si usted o sus amigas son de lágrima fácil o de resfríos frecuentes y consumen pañuelos de papel tisú, pueden ponerse ya mismo a realizar varios coquetos cubrecajas: el del Día de San Valentín, blanco con corazoncitos rojos; el otoñal, en ocres y marrones, el de verano, con dos mariposas posadas en la parte de arriba. Y sucesivamente, siguiendo el curso del almanaque...

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