INUTILíSIMO
Aunque escrito hace ya varias décadas, el libro Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida, del pionero de la autoayuda Dale Carnegie, mantiene absoluta vigencia. Dicho manual nos enseña, por ejemplo, las cosas fundamentales que hay que saber acerca de este tipo de tribulaciones, las técnicas básicas para analizarlas y erradicarlas y así procurarnos paz y felicidad estables. Como si lo antedicho no fuese suficiente, el maestro Carnegie nos regala seis modos de conservar la energía y el buen ánimo, eliminar el aburrimiento y añadir una hora diaria a nuestra vida activa (sic).
En la Parte X del citado volumen se recogen testimonios de los discípulos que llegaron a: convertirse en magníficos optimistas en menos de una hora; se liberaron de complejos de inferioridad; encontraron las respuestas adecuadas. Entre los casos comentados, figura el de un señor que tuvo seis (6) grandes preocupaciones a la vez, y salió del paso revisando uno por uno esos seis motivos de angustia. En todos los asuntos se dio cuenta de que: a) eran infundados, b) tenían solución: “Me alegra mucho haber tenido que luchar en vano contra aquellas seis terribles preocupaciones”, dice C.I. Blackwood, de Oklahoma. Conclusión de Dale Carnegie: “Recuerde que hoy es el mañana que le preocupó ayer. ¿Cómo puedo saber que esto que me preocupa en estos momentos ha de suceder necesariamente?”. He aquí otro recurso voluntarista para salir del pantano de las preocupaciones vanas: “Trate de pensar un punto de vista de diez mil años y verá lo insignificantes que son sus problemas en función de la eternidad”. ¿A alguna lectora se le ocurre un sistema más práctico y eficaz?
Pero si no queremos mirar las cosas con la perspectiva de tantos siglos, sigamos al pie de la letra los cinco puntos de otro alumno de Carnegie, William Lyon Phelps: 1) vivir con afán y entusiasmo, como si cada día fuese el primero y el último; 2) en estados depresivos o de malhumor, leer libros interesantes como La vida de Carlyle; 3) practicar juegos y deportes, aunque tenga que forzarse; 4) tomarse descansos durante la jornada de trabajo; 5) tratar de analizar los problemas bajo su propia luz y así todo se aclarará.
Si no llegáramos a obtener resultados positivos, hemos de pasar a las reglas de Jim Birdsall, que son las siguientes: a) determinar con precisión el problema; b) averiguar las causas; c) hacer inmediatamente algo constructivo para resolver la cuestión. Y como broche de oro, he aquí la frase del estribo, de puño y letra de Dale: “No tratemos de aserrar el aserrín, aceptemos lo inevitable. Si ya no podemos bajar más, tratemos entonces de subir”.
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