INUTILíSIMO
El arbolito listo y el Pesebre armado, ya va siendo hora de empezar a pensar la decoración de la mesa navideña y/o de Año Nuevo, siguiendo las creativas indicaciones del número de diciembre de la revista Femirama (de 1969). Lo destacable de estas propuestas es su variedad, que se adapta perfectamente a distintos gustos y estilos, sin exigir demasiado dispendio, al contrario. Porque la idea es apelar a la imaginación, la fantasía, el ingenio y —no hace falta aclararlo— el buen gusto. Gracias a la publicación antes citada, disponemos de una serie de alternativas, a saber:
1) Sinfonía en rojo. “Uno de los colores navideños por excelencia para una noche joven y divertida”, nos alienta Femirama. Ton sur ton, dirían en Francia: la mesa circular laqueada, los individuales, los platos, el mango de los cubiertos, el adorno central hecho con cerezas y ciruelas, todo rojo. Y para completar, la mesa atravesada por largos collares de cuentas coloradas que parten del centro y la dividen en cuatro. ¿La pantalla de la lámpara? En el mismo tono.
2) Refinamiento rústico. Para una cena íntima en mesa rectangular de roble rodeada de sillas con asiento de paja. Dos manteles tipo camino de color verde con guardas rojas cruzan la tabla a lo ancho y, sobre ellos, vajilla de cerámica y grupos de velas encendidas de distintos tamaños (verdes y rojas, naturalmente) en los extremos, entre ramas de muérdago.
3) Ensueño transparente. Ideal para quienes tengan una mesa con tapa de vidrio y patas cromadas. No usar ninguna clase de mantel para que luzca mejor la transparencia. Platos de vidrio con adornos en relieve, copas y candelabros de cristal, los cubiertos de plata recién lustrada. Femirama nos garantiza “un efecto a las vez feérico y lujoso”.
4)
Envuelta para regalo. Aunque apenas disponga de una mesa sencilla y pequeña, puede muy bien “disfrazarla” de rica con sólo comprar unos metros de tela color oro que la recubra hasta el suelo (foto). Luego, cruce la superficie con tres cintas blancas que terminen en moños justo en el borde, plegando graciosamente el mantel, rematados con un globito dorado, quizás robado al arbolito. En el centro, roscas nevadas apiladas con un globo más grande —dorado— en lo alto. Un arbolito de fantasía, también dorado. Y tres elegantes velas sostenidas por finos candelabros —dorados— completan esta decoración que la hará sentir millonaria por una noche. Ah, la vajilla ha de ser de porcelana blanca con bordes de oro, detalle que se repite en las copas de cristal. Para que la impresión de opulencia se subraye, desde la lámpara que cuelga del techo cae una cascada de brillos gracias a un móvil hecho con aros de alambre de los que cuelgan sartas de discos plateados que al moverse ligeramente multiplican la luz.(Versión para móviles / versión de escritorio)
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