Vie 28.11.2003
las12

INUTILíSIMO

El espárrago succionado

Cada vez con mayor frecuencia, la vorágine del diario acontecer nos lleva a olvidar detalles imprescindibles de una comida para invitados servida comme il faut. Para refrescarnos la memoria, nada más apropiado que la Enciclopedia de Educación y Mundología, de Antonio Armentereas (Ediciones Gassó, 1957). ¿Ultimamente sólo hemos puestos cuchillo y tenedor comunes junto a los platos? Graso error. Por favor, volvamos al buen tono recordando que “para las ostras, corresponde el tenedorcito de dos púas; para el pescado, el cuchillo-pala y el tenedor chato de anchas púas; el melón requiere el tenedor cortante, y el helado, la cucharita cuadrada...”
Pero el plato que plantea un serio problema, casi un dilema moral, es el espárrago, pese a que “hace unos años inventaron una pinzas con ojales como las tijeras para aprisionar los blancos tallos y morder, sin ensuciarse, la verde cabezuela”. Pero, ay, parece que el vegetal se escurría como pez enjabonado y el espárrago solía quedar colgando de los dientes del abatatado manducador. Razón por la cual, “actualmente en las comidas de cumplido solo se sirven las cabezas de espárragos. Empero, si se ofrecen enteros, la señora de la casa deberá dar el ejemplo, apresurándose a cogerlos con los dedos”. Luego de lo cual, “el sirviente colocará a la izquierda de cada comensal un pequeño bol con agua templada en el que nadará una rajita de lomón, para el lavado de los dedos”. Así, no nos privaremos de las virtudes de esta lilácea de vástagos comestibles, por más que el acto de succionarla pueda arrastrar el rouge o resultar chocante a personas demasiado imaginativas.

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