MONDO FISHON › MONDO FISHON
Si usted tenía la sensación de que la otrora edad de sentar cabeza se había desdibujado cual paso en el agua, pues estaba usted en lo cierto. No sólo porque sentar cabeza es una frase de poco tino sino porque últimamente las cosas están patas para arriba. Si antes los 30 era una edad en la que todavía se podía salir de noche sin culpa, derrochar el poco dinero del aguinaldo en placeres fútiles y andar de conquista en conquista aprovechando que uno o una todavía puede verse relativamente joven, relativamente glamoroso, pues ahora ese tiempo de mieles y placeres se ha corrido diez años. Al menos eso es lo que ha advertido JWT, la mayor agencia de publicidad de los Estados Unidos con 140 años de experiencia en el mercado: “Hay una especie de trueque de edades, los cuarentones andan de fiesta, se visten provocativamente, quieren verse jóvenes, traer criaturas al mundo, viajar y ahorrar casi nada; mientras que los trentones parecen preocupados por su jubilación, el pago de la hipoteca, el seguro de vida, el matrimonio”, dicen los expertos en tendencias. ¿Será que haber atravesado la infancia en la era de las utopías socialistas, la adolescencia en los ’80 –con su acumulación de yuppies y cocaína– y la juventud lisa y llana enfrascada en preservativos antisida será excusa suficiente para creer que la madurez puede esperar para siempre? ¿O será esta manera de aprovecharlo todo ahora un rasgo de la generación? Lo cierto es que los expertos en “mercadeo” se las están viendo negras frente a esta constatación de que los más jóvenes ahorran y los/las maduros gastan. Sencillamente porque tooooooodo el mercado está pensado para marchitarse frente a consumidores de más de 20. Vean si no las películas de Hollywood, las series de tevé y hasta las (nuevas) estrellas de la música que apenas resisten el paso de la adolescencia a la juventud. Sin embargo, el envejecimiento general de la población, la expectativa de vida cada vez más larga y las intervenciones sobre el cuerpo más efectivas que el retrato de Dorian Gray obligan a repensar las cosas. Porque aunque ellos y ellas quieran verse jóvenes, sí quieren –dicen en JWT– diferenciarse de los y las adolescentes que tendrán todo por delante pero a la vez, les falta tanto por detrás.
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