Viernes, 5 de agosto de 2005 | Hoy
MONDO FISHON › MONDO FISHON
Por Sonia Tessa
Con brillos que intentaron empardar el glamour de los Martín Fierro de la Capital Federal (a su vez un tímido remedo de los Oscar), el fin de semana pasado se entregaron las estatuillas que reconocen la labor de los medios de comunicación del interior del país.
Como se terna sólo a los programas que se presentan en la competencia, la arbitrariedad es ley en esta premiación. Eso sí: las mujeres que concurrieron, tuvieron trabajo y tema de conversación una semana antes y la posterior.
Fueron vestidas de largo a contemplar fascinadas a Mirtha Legrand, la única estrella de verdad que tuvo la fiesta. El conductor de la ceremonia fue Omar Maneh, un rosarino que también organizó el evento, acompañado por Ileana Calabró. Por supuesto que el hombre no se privó de hacer un chiste alusivo al sufrimiento de Juan Carlos Calabró por las actividades de su hija. Sin inmutarse, la chica se declaró discípula de Chiquita, cambió varios vestuarios, mostró su escultural cuerpo y se sacó fotos por doquier.
El salón del Patio de la Madera estaba repleto de mesas con personas de los más distantes puntos del país, cada uno con las expectativas puestas en llevarse un Martín Fierro para sus pagos. Hubo premiados de Misiones, Mar del Plata, Corrientes, Neuquén, de Puerto Madryn y de Salta, entre otros, pero 14 estatuillas se quedaron –como es costumbre en los degradados premios "del interior"– en la ciudad anfitriona. Divididos, eso sí, entre el único canal de televisión de auténtica propiedad local, el 3, y la radio LT8, propiedad de La Capital, un multimedios que controlan Daniel Vila y Alberto Manzano junto a un empresario local. Porque el glamour no paga, pero sí los negocios que se hacen a su alrededor.
Sentada a una mesa que compartió con Sergio Company, la periodista Alicia Petti y pocas celebridades más, Mirtha no tenía mucha gente para conversar, y debió pedirle a Alberto Mazzini que se siente al lado de ella para impedir que cholulos de toda laya se le acerquen a pedirle autógrafos.
La ansiedad de Chiquita para que termine la fiesta se evidenció durante toda la noche, pero se convirtió en agradecimientos al final, cuando se homenajeó a la diva en abierta alusión al pasado rosarino (vivió durante años en la ciudad). Y claro, las estrellas que llegaron no fueron las que hoy brillan.
Hubo de todo, y como siempre la Biblia se mezcló con el calefón. Durante unas horas, el mundo se redujo a observar los vestidos con brillo, los zapatos, los foulard, y también la emoción –en algunos casos excesiva– de los premiados. "Qué suerte que Juan Alberto Badía y Lalo Mir no son rosarinos, si no perdía", expresó el cordobés Adrián Gómez, que ganó el premio al mejor conductor del interior en una terna que compartía con los dos porteños cuyos programas se escuchan en San Luis.
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