Vie 19.03.2004
las12

EL MEGáFONO

Dicen Patria, pienso Pueblo

Por Rosario Fernández Hevia *

Eva tenía 30 años y trabajaba en una administración de lotería. Su familia la protegía mucho. Lo pasó mal, pero ahora estaba empezando a ser feliz otra vez, dice su hermano. Aunque tenía contrato fijo en una administración de lotería, estudiaba para ejercer su verdadera pasión: quería ser maquilladora. Era la hermana mayor, pero nunca ha ejercido.” Es el retrato que su hermano hace de una de las doscientas voces que se nos ha quebrado para siempre. “No estamos todos, faltan doscientos”, gritaban quienes exigían saber la verdad en las tensas setenta y dos horas pasadas entre el horror y la decisión del pueblo en las urnas. Se lo volvían a recordar al candidato electo el domingo por la noche.
“Mi hija apenas había terminado su doctorado en psicología y esperaba su primer trabajo. Ella nació en 1970. Tenía 33 años. Era muy lista. Todos decían que yo tenía una hija fabulosa. Ella pasaba todo el tiempo estudiando. Su cabeza metida en los libros. No le importaba salir a divertirse.” ¿Se acuerdan? Hablaba el padre de Nadia. Ella murió en Bagdad el 5 de abril de 2003. Pronto hará un año que con este recuerdo iniciaba uno de mis encuentros semanales con los lectores de este diario (N. de E.: ver aclaración al pie). Hace un año también, el 90 por ciento de las ciudadanas y ciudadanos de este país (España) nos oponíamos a la guerra. Unos cuantos millones, casi tantos como los que ocuparon las calles el viernes pasado, pedíamos en esas mismas calles y como ese mismo viernes, PAZ. Y no era una palabra hueca. Estaba llena del dolor, la rabia, la impotencia y la sangre que toda guerra trae consigo. Pero también de la solidaridad y del respeto a la vida de todas las personas, sea cual sea su credo, sea cual sea su nacionalidad. De la de Nadia, de la de Eva. Porque la distancia no debe hacernos olvidar que el espanto que nos conmocionó el día 11 es el mismo espanto que llena las vidas de los pueblos de Irak o de Afganistán o de cualquiera de las guerras olvidadas por los señores de todas las guerras.
Hace un año, y porque otro mundo es posible, exigíamos al gobierno como pueblo soberano, porque soberanos somos todos los pueblos, un empeño de paz.
Lo desoyó. Hemos cambiado de gobierno. Seguimos pidiendo la paz.

* Autora de la columna “Nosotras”, del diario La Voz de Asturias, Gijón, España.

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