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Por Analia Venanzi*
A ellos los une la fe y a nosotras el espanto. Cuando se confunde fe con fundamentalismo y se negocian la diversidad y la pluralidad de ideas y creencias intentando una universalidad que margina y excluye, perdemos todos y todas.
Sin más explicación, ni consulta, dos senadores de la provincia de Entre Ríos presentaron un proyecto de modificación a la Ley 9501 de Salud Sexual y Reproductiva y Educación Sexual, firmado por nueve legisladores más.
La ley, un logro del movimiento de mujeres entrerriano, es considerada una de las más avanzadas en el país, ya que, entre otros avances, contempla en su artículo 4º que el Consejo Gral. de Educación deberá conformar un consejo asesor interdisciplinario (Federación Sexológica Argentina, Carreras Profesionales de Salud, Humanidades y Cs. Sociales, Institutos Superiores Pedagógicos y Organizaciones no Gubernamentales) que acredite experiencia de capacitación en educación sexual. Asimismo, el artículo 2º en su inciso b) habla acerca de la responsabilidad respecto de la prevención de embarazos no deseados y de enfermedades de transmisión sexual y el inciso c) establece la orientación en el ejercicio de la sexualidad desde una perspectiva de género. Cabe la aclaración, la norma se sancionó en julio de 2003, por casi la unanimidad de los votos, y aún se encuentra sin reglamentar.
Las modificaciones que se pretenden introducir son lisa y llanamente un cambio sustancial a la letra de la ley. Se reemplazaría el art. 4º introduciendo el respeto por la naturaleza biológica del ser humano, se suprimiría la orientación de la educación sexual desde una perspectiva de género y la prevención de los embarazos adolescentes estarían modificados por el respeto a la concepción de la vida desde la fecundación.
Tanto la Organización Mundial de la Salud como la Organización Panamericana de la Salud recomiendan –y así lo suscribe la ley nacional– que la perspectiva de género es insoslayable a la hora de diseñar políticas públicas respecto de la salud sexual y la procreación responsable. Con lo cual estaríamos en presencia de un sutil intento de derogación, ya que el instrumento que constituye hoy la ley se vería cercenado por una vuelta a la idea de la sexualidad sólo para la procreación –sin respeto por las diversidades– como único destino para mujeres y varones, desconociendo –en forma totalmente consciente– que la educación de niños y niñas, adolescentes, hombres y mujeres, es la única manera de formar ciudadanos y ciudadanas libres y responsables en el ejercicio de sus derechos y obligaciones sin patrocinios patriarcales, ni divinos.
* Fundación Mujeres Tramando
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