Vie 21.03.2008
las12

VISTO Y LEíDO

Cuanto más conozco a los hombres...

› Por Liliana Viola

Todos los perros de mi vida
Elizabeth von Arnim
Editorial Lumen
208 páginas

La idea de este libro es atractiva y sobre todo aristocrática como su autora. Luego del éxito de su novela Elizabeth y su jardín alemán (llegó a las 21 ediciones en 1898) decidió contar la propia vida tomando como eje cada uno de los perros que fueron sus mascotas. Modo oblicuo de recorrer el segmento que va desde la infancia hasta la madurez para una mujer del siglo XIX que por momentos es caprichosa y, por otros, se revela como adelantada a su tiempo. Irónica y perversa, sumisa y cariñosa, aunque sólo sea con sus mejores amigos, los 15 perros que la vida le dio, organiza este relato homenaje a sí misma y a sus compañeros fieles con un capítulo para cada uno. Ninguno de ellos alcanza el carácter de Flux, el perro de Virginia Woolf, no es la intención. Aquí no hay uno sino una serie de azarosos visitantes, alegre jauría que a medida que pasan los años se prestan a ser espejos para reencontrarse consigo misma.

Al interés que despierta la idea original le sigue un elegante estilo de narrar y el carácter antropológico de este tipo de obras que permiten reconstruir la vida cotidiana de las mujeres de antaño. La excusa de cada perrito da entrada al repaso de la autoridad paterna que detesta a estos animales y que se ocupa de despachar mascotas en cuanto las descubre en casa. También se revisa el estereotipo de matrimonio por conveniencia, un conde muchos años mayor que consiente a la esposa niña con la mascota de su primera esposa muerta hace poco.

Las intenciones y el análisis de su propia escritura están contenidos ya en las primeras páginas del libro; quien busque aquí algo más conmovedor que un perro moviendo la cola, está perdido. “Para empezar, les diré que aun apreciando mucho a mis padres, mis maridos, mis hijos, mis amantes y mis amigos, ninguno de ellos es capaz del amor de un perro. Como yo también he sido madre, hija, esposa, amante y amiga, sé muy bien cuán tornadizos son los amores humanos. Los perros, cuando te aman, saben que eso es para siempre hasta su último ladrido. Así es como me gusta ser amada, y por eso os hablaré de perros.”

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