LA VENTA EN LOS OJOS
› Por Luciana Peker
Hay algo que no es reacomodar hasta el cuello la colcha despatarrada por la noche, que no es la pregunta del saquito, que no es apanar milanesas, ni dar la teta, ni dar para el alfajor de la tarde, ni quedarse despierta hasta que la llave cruje el principio del sueño, ni dormir con un cuento, ni lavar los dientes, ni la lista de altares cotidianos que forman parte del imaginario –y las exigencias– de la maternidad. Hay algo que no es ni nacer, ni hacer, ni ser madre. Hay un eje de la maternidad –una soguita fina e imprescindible, como una cuerda floja en un circo, que sostiene a los hijos sin asfixiarlos ni dejarlos en banda– y que es tan visual como invisible: la mirada.
Es la mirada de la mamá –y, claro, la del papá– la que hace que la bajada del tobogán sea tan visceralmente trascendente como la llegada a la luna, la que convierte a la primera letra en un augurio, la que hace de una continuidad de roles y verticales una fiesta de mirar y ser mirada o de un andar en bicicleta un rodar con la firmeza de los/las que se saben mirados y miradas. La mirada rompe la ley de gravedad en donde las frustraciones o dificultades derrumban. La mirada mira, ama y sostiene. En ese sentido –lastima que sólo en ese– la publicidad de “Bon o Bon” para el Día de la Madre es un acierto. El “Mirá ma” es un homenaje a la mirada materna que cuando no es indiferencia, reproche o codicia es abrazo, incondicionalidad y aliento.
Sin embargo, el problema viene con la mirada de “Bon o Bon” sobre las madres, pero, especialmente, sobre lo que las madres ven –o quieren ver– en sus hijas y en sus hijos (que en esta propaganda es determinantemente distinto). En el comercial de televisión hay sólo dos hijas mujeres. Una es, a su vez, también mamá y le muestra un bebé a su abuela. Y la otra intenta hacer una pirámide, pero se le cae. De hecho, es la única fracasada en el muestrario de miramemamá del bomboncito de Arcor.
“Mirá, ma, qué poco es ser mujer” tituló un sagaz comentario sobre esta pieza la investigadora Adriana Amado Suárez en un artículo del sitio http://catedraa.blogspot.com
Ella desmenuza: “La marca de golosinas ‘Bon o Bon’ decidió hacer un homenaje para el Día de la Madre. En su comercial muestra imágenes de hijos luciendo sus proezas ante los ojos maternos a los que se invoca con la dulce expresión ‘¡Mirá, ma!’. La idea es muy simpática. Pero también muy elocuente de lo que piensa la empresa que suscribe el comercial de la mujer (la empresa Arcor). El comercial lo protagonizan siete personajes. Los cinco protagonistas masculinos les muestran a sus sendas madres los siguientes méritos: su fortaleza para trepar los juegos en la plaza, su talento para sacar acordes en la guitarra, su fortuna al pescar un pez de considerables dimensiones, su madurez para cortarse el pelo largo, su capacidad de haber llegado a gerente con despacho propio. En cambio, las dos mujeres muestran a sus madres los siguientes logros: su histeria al ver desmoronarse una casita de naipes y su ternura ante el hijo recién nacido. Qué suerte que las empresas nos digan de esa manera tan clara qué piensan de sus consumidoras, ¿no?”.
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