LA VENTA EN LOS OJOS
› Por Luciana Peker
La llegada de una mujer a la Presidencia de la Nación es un símbolo de igualdad, entre varones y mujeres, inversamente proporcional al mensaje que la mayoría de las empresas —de las que la Presidenta dijo no querer ser su gerenta— están eligiendo transmitir a los varones sobre las mujeres. Las publicidades que enfatizan la imagen de las mujeres como locas, tontas o sumisas no pueden dejar de verse como la cara y contracara entre las noticias y las tandas. Las chicas que se golpean por el aire después de cuestionar a un varón (Axe), las locas que queman con agua hirviendo a sus compañeros de oficina cuando están menstruando (Anaflex), las pechochas que sirven como cartas de una apuesta entre amigos (Pepsi Max) o las novias que embarazan a sus novios sin que ellos se den cuenta (Renault) muestran algo más que un ramillete de publicidades sexistas: muestran una tendencia a resistir —a través de la burla, el desprecio, los prejuicios, las exigencias— el ascenso, no de una mujer, sino de las mujeres, a mayores lugares de poder, en la casa, en la cama, en las oficinas, en el Estado o —incluso— oh, oh, (¿tal vez sea ahí adonde los empresarios y publicistas no quieren que ellas lleguen?) a las gerencias.
Pero la tendencia sigue. Este año, Brahma subió la apuesta con la publicidad “Soy Tuya”, en donde un varón se arroga “Son mías”. Y a él se le entregan japonesas, francesas, inglesas, policías, viudas, enfermeras y colegialas. “Soy tuya, hago todo lo que a vos te gusta”, dice una modelito descolgada de un cartel en la imaginación de un hombre (que no se atreve a compartir una fantasía con su novia) sino que tiene la fantasía de sumisión (de una gauchita) con la que no hay que dar, ni compartir, ni conquistar para recibir. Pensar que una mujer ES de un hombre, con el “son mías” bien marcadito no es pensar en nada como piensa la marca de cerveza.
Muchos varones piensan, lastiman, agreden o matan por pensar que las mujeres son suyas. Una noticia de El diario de La Pampa contó que el 4 de enero, a las 7 de la mañana, un joven de 25 años le clavó un cuchillo a su novia, de 19, en una plaza de Santa Rosa, porque él no quería que ella —que había llegado de Trenque Lauquen— se anotara en la Universidad Nacional de La Pampa. Una noticia que ni siquiera se cuela en la tanda. Pero que sí está avalada por los discursos publicitarios que se escuchan en la radio. La nueva de Axe llega muy —alguien va a tener que decirles que demasiado— lejos. La tanda radial habla de todo eso que los varones no quieren escuchar. Y se escuchan supuestos lugares comunes de mujeres. “Me lo prometiste”, es la molestia femenina número 1. La molestia número 2 es “mis amigas quieren conocerte”. Hasta ahí: clicherismo puro. La molestia número 3 es grave. “Sí, estudio. Estudio paleontología”, dice orgullosa una chica que se dedica a la investigación de los rastros de dinosaurios. Que una mujer estudie una carrera difícil, apasionante, rara y jugada no puede ser, no todavía, no en la Argentina, un discurso negativo sobre esa chica para que un chico use Axe, a modo de repelente contra las mujeres apasionadas e inteligentes.
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