ARQUETIPAS
la hija
Por Sandra Russo
–¿Podés creer que me estoy llevando bien con mi mamá?
–No.
–Es rarísimo, ¿no?
–¿Te llevás bien con tu mamá?
–Sí. Ahora que ella está medio chapa, me llevo bien.
–¿Cómo medio chapa?
–Se olvida de todo, me pregunta ocho veces las mismas cosas, a todo le pone ajo.
–¿Qué tiene? ¿Alzheimer?
–No, tiene 68.
–Che, es joven.
–Sí, bueno, pero patina.
–¿Pero tu mamá no fue siempre una malvada?
–¡Malvadísima! ¡Cuando era chica, me cortaba el pelo de prepo!
–Bueno, la mía también.
–¡Pero la mía dejó de hablarme seis meses cuando se enteró de que yo ya no era virgen!
–¿Cuántos años tenías?
–No, treinta y cinco no tenía. Unos menos.
–¿Y ahora? ¿Te llevás bien?
–Es rarísimo, ¿no? Está calmada, sonríe, le gusta mi ropa...
–¿Esa ropa?
–Qué boba. En serio: ¡¡me dice que me quiere!!
–¡¡No!!
–¡Te juro! El otro día antes de colgar el teléfono me dijo: “Te quiero mucho, nena”.
–Eso es muy fuerte.
–¿Qué te parece?
–¿”Te quiero mucho, nena”, te dijo? Tu mamá está chapa chapa.
–¿Sabés qué creo?
–No.
–Que hasta se olvida de ser mala.