TALK SHOW
› Por Moira Soto
Un hombre y una mujer con aspecto de cartoneros en último grado de indigencia, él soñando con la gloria militar, ser condecorado por presuntas hazañas mientras aplasta mosquitos, ella memorando sus tiempos del circo cuando hacía afiebrada a una cautiva, aunque ahora sus fantasías son de ser bataclana, ambos detenidos en un espacio de llanura sin atreverse a pasar del otro lado de ese horizonte, donde quizá suceden cosas. En una pulpería donde unos hombres beben y otros hacen música, entra una mujer madura embarazada que será identificada como “cautiva, puta y roñosa” por uno de los parroquianos; ella hace su compra y se va, llega al lugar una chica apenas adolescente en busca de una cautiva, obtiene un dato y sale a buscarla en el desierto. Allí, un desertor herido que ha sido asistido por la embarazada salvará a la niña del ataque de un soldado antes de que la cautiva y su buscadora se encuentren.
Bajo el abarcador título Advientos —lo que viene, así denominado el período que abarca cuatro domingos y que precede a la llegada de Cristo a la Tierra como Salvador— se están representando dos valiosas piezas de Patricia Zangaro, en el marco de la séptima edición de Teatro x la Identidad. Aunque se trata de obras escritas hace alrededor de diez años y que no fueron pensadas expresamente para estar en este ciclo, tanto El confín como Ultima luna son dos textos diferentes y complementarios que, a su inusual calidad literaria y poética, suman un fuerte poder evocador en relación con la reciente historia argentina, desde los nuevos pobres excluidos para siempre hasta la búsqueda de los nietos, hijos de sus hijos secuestrados y desaparecidos, por parte de las Abuelas. En ambas piezas se recorta la figura de la Cautiva, como personaje interpretado en un circo primero, luego como personaje de carne y hueso, partido entre dos mundos sin pertenecer ya a ninguno.
En principio, Patricia Zangaro se propuso indagar “sobre un espacio mítico de la literatura argentina, poco explorado en el teatro: el territorio de la pampa”. Así surgieron estas obras publicadas en 1998, a las que se sumó Agón (no editada) formando una trilogía que llamó Advientos (“siempre aparece algo vinculado con lo religioso en mis piezas”). Primero fue El confín, después Ultima luna, y en este orden se están representando actualmente. En la escritura de la segunda, incidió la propuesta de Françoise Thanas de trabajar sobre el tema del nacimiento con el fin de participar en el Festival Scènes de Naissance, del Théâtre de la Folle Pensée, en Nîmes, donde este texto se estrenó dirigido por Robert Canterella. Ultima luna también se presentó, en portugués, en un festival en Brasil, mientras que de El confín se hicieron algunas lecturas, pero ninguna de las piezas llegó a estrenarse formalmente acá. “Siempre las consideré como muy literarias, me costaba sospechar su posibilidad escénica, imaginar una puesta que diera forma a ese mundo que en el registro lingüístico aparece fluido, pero que había que transformar en otra cosa que funcionara sobre la escena.” Daniel Fanego —una figura de intensa actuación en Teatro x la Identidad desde sus inicios— y Daniel Marcove resultaron los directores ideales para transponer el universo pampeano de Zangaro, tan alejado de los ríos, montes y cañadas, tapera donde he nacido, llanuras, sendas, lomas y quebradas, del tango escrito por Ivo Pelay.
Si bien vistas hoy ambas obras parecen plenamente integradas al ciclo, cuenta Patricia que “cuando en el 2000 nos acercamos con Daniel Fanego a Abuelas, en realidad el puntapié inicial de lo que es hoy Teatro”, yo ofrecí El confín, ya conocida en Francia, porque descubrí su relación con la temática de Abuelas, cosa que no había advertido antes. Pero después, yo misma decidí que no era el texto apropiado para lo que nos proponíamos hacer, una suerte de acto político desde el teatro. Entonces surgió la idea de los testimonios, y nos quedó esta obra en el tintero. De modo que cuando me propusieron el año pasado que acercara material para el 2007, recordé estas piezas y se las propuse a Fanego, quien puso en escena El confín. Hacer de la carencia una virtud creativa fue lo que sucedió con la idea de que las acotaciones de la dramaturga fueran pronunciadas en escena: en off, en El confín, en la voz de Liliana Herrero, y dichas por el propio director Daniel Marcote en Ultima luna. El hallazgo vale no sólo para sortear la precariedad de los recursos materiales (y estimular la imaginación del público) sino también para salvar la belleza de esas acotaciones.
El género masculino, representado por milicos con distintos grados de degradación, evidencia una mirada crítica hacia conductas particularmente ligadas a la guerra (la violencia, la tortura, la violación, el odio), en tanto que los personajes femeninos están preservando de alguna forma la vida, la esperanza. “Me parece que en ellas aflora esta posibilidad de lucha, de transformación, aunque no se trata de ponerlo en términos de buenas y malos. Obviamente, en Ultima luna esa apuesta a la vida está acentuada.”
Con contados pero sugerentes elementos escenográficos, inspirado diseño de vestuario y de iluminación, estas dos piezas se enriquecen con la presencia de dos grandes actrices, Catalina Speroni y Lucrecia Capello. Y sin desmerecer para nada al elenco masculino, muy a la altura, vale decir que quien impresiona por el aplomo y la intensidad con que se mide con Capello, es la muy joven intérprete Paloma Contreras Manso.
Advientos (El confín y Ultima luna), los lunes de agosto y septiembre a las 20, con entrada libre, en el Teatro Payró, San Martín 766, 4312-5922.
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