TALK SHOW
Invitación a la danza (del vientre)
Por Moira Soto
Olvídense por completo de odaliscas contoneándose en algún almuerzo de Mirtha Legrand para regocijo de cierto ex presidente que más vale no nombrar, o de bailarinas tintineantes de restorán que, además de comida árabe, venden color local al uso occidental. Paula Lena –profesora superior de danza del vientre, formadora de bailarinas y docentes aquí y en el exterior, investigadora de historia y técnica de la danza árabe femenina– hace algo bien diferente en su espectáculo –que cierra mañana– Dos solos y un dúo (los solos los baila ella, el dúo Ana Laura Estelrrich y Magali Freire, igualmente alejadas de lo que se suele tener por folklore arábigo).
Empero, Paula Lena no es una purista intransigente dispuesta a borrar toda huella de exotismo. En su estilizado show que transcurre en un ambiente despojado, con cálidas luces que valorizan figuras y gestos, realiza una personal síntesis del intercambio de influencias entre las dos grandes culturas: su profundo conocimiento de la danza femenina –”del vientre” es un invento italiano– en sus distintas manifestaciones en Oriente, le da la suficiente libertad como para incorporar la fantasiosa visión que entre el siglo XIX y comienzos del XX se cultivó en Occidente a través de la pintura, la escultura, el teatro, la literatura...
De este modo, su primera actuación, “Sólo una gitana”, remite a una de esas pinturas orientalistas de fines del XIX, protagonizada por una gitana de Egipto, que baila alegremente consigo misma en plazas y mercados, armando con el sonido de los crótalos, dice Paula, “su propio espacio escénico”. La danzarina pasa información por medio del traje y sus aderezos mientras que la música –laúd, la voz de un nubio– habla del sol de la mañana. Un tema entonces tomado de un cuadro francés que la bailarina regresa a sus fuentes. En la segunda intervención, “Diva Art Nouveau”, Lena homenajea a Colette, Ruth St. Denis, Tórtola Valencia, Mata Hari y otras locas subversivas, “todas del tomate que no se bancaron las restricciones del machismo, vivieron en el límite, probaron todo, se inventaron personajes”. En este baile, una silueta femenina de bronce con las ondulaciones del Nouveau de la Belle Epoque cobra vida y entre suspiros –la música de Farid El Atrash exhala la pasión desfalleciente de un bolero– se levanta para despedir a un amor que parte. Lena baila improvisando, como siempre lo hace, y su arte nos transporta, desde esa sala de Palermo Soho, a un ámbito de ensoñación que fusiona y retroalimenta fantasías occidentales y realidades orientales.
Paula Lena –de padres italianos, criada en Brasil– pasó muy joven de la danza contemporánea a bailes genuinos de otros pueblos hasta que se “convirtió” a la danza del vientre ni bien supo que la llevaba en el cuerpo. Años de estudio le revelaron que esta forma de baile aparece en la remota época de las Diosas Madres, en los primeros rituales de fertilidad, cuando las mujeres que vivían en comunidad, y menstruaban al mismo tiempo, advirtieron la importancia de los ciclos lunares. “Ahí comienzan a practicar una danza pélvica que manifiesta sus diversos estados emocionales, físicos. Una forma de bailar orgánica que no sólo se da luego en Arabia sino también en la Isla de Pascua, Bali, Polinesia...”
Entre los malentendidos que se produjeron en la Europa del XIX figura el de llamar odaliscas –en verdad, esclavas de los harenes– a las bailarinas, cosa que hicieron escritores y pintores que no habían pisado ni un baño turco. Por otra parte, comenta P.L., las mujeres fatales del cine mudo –Pola Negri, Theda Bara– se inspiraron en esa corrienteorientalista churrigueresca. La bailarina las mira con simpatía, pese a lo distantes que estuvieron de Sherazade. Para Paula Lena, la danza del vientre es la expresión más específica de la feminidad: “Es muy fuerte lo que te pasa cuando la aprendés a conciencia porque se devela el propio cuerpo, su potencial. Yo bailé embarazada hasta último momento y enseguida de parir. Es una danza que te tonifica y te expresa, para todos los cuerpos y todas las edades de las mujeres”.
Dos solos y un dúo se ofrece mañana sábado por última vez en Costa Rica 4684, estudio 9, a $ 5 (incluye té y tortas caseras).