Viernes, 29 de julio de 2016 | Hoy
Por Mariana Carbajal
Uno de los objetivos generales del Plan Nacional contra la violencia machista que presentó Mauricio Macri esta semana –y tal vez el más ambicioso–, es “la transformación de los patrones culturales que naturalizan la violencia contra la mujer en nuestra sociedad”, esas prácticas incorporadas a la vida cotidiana, como el acoso callejero, entre tantas, que sufrimos diariamente en el ámbito público y el privado. Es uno de los compromisos que fija la Ley 26485, sancionada en 2009. Para lograrlo, la propuesta del Gobierno prevé la concreción de una serie de acciones en los ámbitos de la salud, el trabajo, la comunicación y la educación. Voy a focalizar la mirada sobre las que están previstas desarrollar en el ámbito educativo, por su poder multiplicador para enfrentar y desterrar micro y macro machismos.
Una de ellas es la incorporación de la perspectiva de género en la currícula para “promover una educación no sexista en el sistema educativo formal”, desde el nivel inicial hasta la educación superior. Y para ello está prevista la creación de un “Programa de Transversalización de Género en la Educación”, que se detalla en el Anexo 2 del Plan, con recomendaciones para los distintos niveles. Por ejemplo, para el inicial propone el uso equitativo de los juegos sin diferenciación en “espacios para niñas” y “espacios para niños” para desarrollar en forma igualitaria destrezas y habilidades tanto intelectuales como motrices; para la educación primaria, entre otras medidas, “hacer referencia constante a los dos género”, “incentivar a niños y niñas a utilizar un lenguaje no sexista, valorando positivamente los ejemplos usados”; tener en cuenta incorporar en las situaciones problemáticas de Matemáticas propuestas no asociadas a estereotipos de género (mamá compró un kilo de manzanas, papá maneja a xx km x hora…); para la secundaria, abordar conceptos de género, sexo, sexualidad, identidad de género, diversidad y varias más. La lista con recomendaciones es extensa para cada nivel. Algunas de esas propuestas forman ya parte de los contenidos que viene promoviendo el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, dependiente del Ministerio de Educación, que paradójicamente por estas horas está tratando de sobrevivir frente a la resistencia del nuevo subsecretario de Gestión Educativa del cual depende, Ezequiel Newbery, un ex CEO de la tabacalera Philips Morris. Puntualmente en lo que se refiere a la prevención de la violencia machista, el Programa de ESI publicó en 2012 el Cuaderno para la Educación Secundaria II, dirigido a docentes, donde se incluyen talleres para abordar la problemática de la trata de personas, la violencia en el vínculo de parejas adolescentes y la discriminación por diversidad sexual. Ese material no se ha vuelto a imprimir este año, para seguir distribuyéndolos en escuelas (quedan pocos ejemplares).
El Plan presentado el martes por la cúpula del Gobierno de Cambiemos prevé “la creación de un mecanismo de acompañamiento para el cumplimiento de los objetivos del Programa de ESI”. Entre otras medidas, se compromete a cumplir también con la Ley 27.234, aprobada en noviembre por el Congreso y publicada en el Boletín Oficial el 4 de enero de este año, que establece que la prevención de la violencia machista sea abordada, al menos, en una jornada anual, en escuelas primarias, secundarias y terciarias. El Programa de ESI ya tiene la cartilla redactada para trabajar el tema, con la idea de que se lleven adelante en cada institución una serie de acciones y no solo una jornada. El material y la propuesta se presentaron a los referentes de todas las provincias en una reunión convocada a mediados de junio en el Ministerio de Educación (antes de la llegada del Newbery). A los referentes de las provincias se les prometieron fondos para poder llevar adelante capacitaciones con supervisores y equipos técnicos de las escuelas, en cada distrito. Están preocupados porque desde entonces no tuvieron novedades.
El Plan contra la violencia machista incluye también la formación de docentes y no docentes de todos los niveles educativos en perspectiva de género, una medida que está prevista que se lleve adelante desde el CNM y las áreas de Educación de las provincias y Nación. Esa es otra tarea que se viene desarrollando desde el Programa Nacional de ESI. En 2012 comenzó a realizar capacitaciones masivas de docentes. Ese año llegaron a 12 mil docentes, en 2013 sumaron 20 mil más, en 2014 alcanzaron a 28 mil y en 2015, a otros 29.400. En total, durante la gestión del ex ministro Alberto Sileoni, pasaron por las capacitaciones presenciales, 89.400 docentes y directivos, de 37.400 escuelas de gestión pública y privada, de las provincias de Formosa, Salta, La Pampa, Chubut, Chaco, Córdoba, Entre Ríos, La Rioja, Buenos Aires, Misiones, Mendoza, Santa Cruz, Río Negro, Jujuy, San Luis, Corriente y Catamarca. Un requisito para quienes participan de las capacitaciones era hacer luego una jornada institucional en sus escuelas, con suspensión de clases, para compartir sus conocimientos con el resto del personal docente. Desde que asumió el macrismo esta política, fundamental, no tuvo continuidad. El equipo del Programa de ESI está preparado para continuar. Recién hace unos días tuvo la venia para abrir la inscripción para los cursos virtuales, creados paralelamente en 2009 –por los que pasaron 29.536 docentes más–: en pocos días, fueron cubiertas cerca de 2800 vacantes de las 4000 previstas, según surge de la página del Instituto Nacional de Formación Docente, lo que demuestra el interés que despierta este tipo de propuestas.
El flamante Plan propone además, la creación y/o fortalecimiento de las áreas de género en Universidades e Institutos de nivel superior.
La otra cara de la violencia contra las mujeres es su discriminación histórica en la sociedad. Ahí se debe apuntar para pensar en el largo plazo, en la utopía de una vida libre de violencias machistas en los distintos ámbitos en los que circulamos. Las medidas y acciones que propone el Plan son muy necesarias. Fortalecer el Programa Nacional de ESI es fundamental en ese camino. Finalmente, es imposible dejar de recordar que el propio Macri mostró cómo esos patrones culturales que naturalizan las violencias hacia las mujeres nos atraviesan –a algunos y algunas más que a otrxs–, cuando dos años atrás, siendo jefe de gobierno porteño, aseguró –y luego tuvo que retractarse, y van…– que a todas las mujeres les gustan que les digan un piropo” y que “aquellas que dicen que no, que se ofenden, no les creo nada”. Y agregó: “No puede haber nada más lindo (que un piropo), por más que esté acompañado de una grosería, que te digan qué lindo culo que tenés, está todo bien”. Capacitar a todos los funcionarios y funcionarias del Poder Ejecutivo, para que incorporen la perspectiva de género, sería otra medida fundamental, educativa, que no está incluida en el Plan.
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