PERLAS EN TV
La era de los estudios autoritarios y controladores empezaba a resquebrajarse cuando una joven mujer, de 31, que nunca se había bancado como actriz el sistema de Hollywood, fundó una compañía independiente, la Emerald Productions (luego rebautizada The Filmakers), en 1949. La bellísima Ida Lupino, harta de ser presionada, subestimada y suspendida cuando tenía algún gesto de rebelión, junto a su marido de entonces, el productor y guionista Collier Young, puso en marcha este proyecto audaz con una primera película, Not Wanted, escrita por ella, sobre una madre soltera obligada a separarse de su hijo. Al empezar el rodaje, el realizador Elmer Clifton tuvo un malestar cardíaco, había poca guita y plazos que cumplir. Entonces Ida, que algo había aprendido desde el lugar de actriz, se hizo cargo de la dirección. Este film, que había costado 100 mil dólares, reportó un millón a la productora, cuya declaración de principios firmada por Lupino y Young decía: “Nos gusta la independencia porque es buena para la iniciativa. La lucha por hacer cosas diferentes es saludable por sí misma, permite explorar nuevos temas, nuevas ideas, descubrir nuevos talentos”.
Ida Lupino había nacido en Londres, descendiente de una familia de origen italiano con 300 años de tradición en el circo y el teatro. Su padre, Stanley Lupino, era una estrella de la comedia musical y su madre, Connie Emerald, tuvo fama de ser la más rápida bailarina de tap en sus tiempos. A los 10, ya entrenada para cantar, bailar y payasear, Ida escribió y protagonizó una obra en el colegio, lo que llevó al papá a fundar un pequeño teatro para que la niña actuara a sus anchas. A los 13, convenientemente vestida y maquillada, declaró que tenía 15 y pudo entrar a la Academia Real de Arte Dramático.
Al año siguiente acompañó a su madre –de quien heredó esos inmensos ojos violetas– a una audición, pero el director prefirió quedarse con Ida. A los 15, llamada por Hollywood, Ida se marchó en compañía de su progenitora. Empero, la Paramount no supo bien qué hacer con una chica que parecía mayor, con tanta personalidad, con formación actoral: la platinaron, le afinaron las cejas, la vistieron de vamp, la mandaron a abanicar a Claudette Colbert en Cleopatra. Hasta que a los 18, por su cuenta y riesgo, IL decidió volver a su pelo negro, a sus cejas espesas, y no renovó con la Paramount.
En 1938 se casó con el actor Louis Hayward y al poco tiempo aceptó el rol de la modelo del pintor que tiene un brote de locura en The Light That Failed, y su trabajo fue muy aplaudido por la crítica. Después se hizo notar junto a Humphrey Bogart en They Drive by Night (1940) y High Sierra (1941). Su marido se fue a la guerra y ella, a los 25, asumió el antipático papel de una mujer ávida de poder en The Hard Way (1942) y se ganó el premio de los críticos de Nueva York. Pese a su fama de difícil y temperamental, la actriz cumplió sus compromisos y brilló en The Man I Love (1946) y Escape Me Never (1947), entre otros films. Pero no renovó con la Warner donde la consideraban “la Bete Davis de los pobres”, según sus propias palabras. Ahí fue cuando, ya divorciada de Hayward, se casó con Collier Young y fundó la citada productora.Al igual que otra directora pionera, Lois Weber en los años 10, Lupino se interesó en temas de conciencia, en problemas poco glamorosos de gente común, sobre todo de las mujeres. Ni ella ni Young se dejaron intimidar por el auge del macartismo y produjeron films (que Lupino dirigió con estilo propio, inspirado en el cine negro) como Outrage (1950), sobre la violación y sus secuelas; Never Fear, donde una bailarina contrae polio y queda inválida; Hard, Fast and Beautiful (1951), que tocaba la corrupción en el tenis amateur y mostraba a una madre en plan de explotar a su hija. Divorciada en buenos términos de Young, que siguió siendo su socio, Lupino dirige en 1952 la insólita The Bigamist (vista cada tanto por Cinecanal Classics), en la que se reserva el papel de la otra mujer (que queda embarazada) de un tipo casado cuya esposa legal no puede tener hijos e intenta adoptar. Apartada de la moral media, Lupino propone que el tipo las ama a las dos, y no lo juzga. Aunque sí lo hace un tribunal, que lo condena por bígamo.
En 1953, Ida Lupino, poco antes de que disolviera The Filmakers, culmina su gran etapa de creadora (después haría algún film de encargo y muchas series de TV) con The Hitch-Hiker, inquietante road movie sobre dos amigos que se van de paseo a México y levantan a un tipo que resulta ser un psicópata de aquéllos, casi todo en un coche, en paisajes desolados, con mucho suspenso. La directora escribió el guión con Daniel Mainwarning, que no figura en los créditos porque estaba en las listas negras de la RKO.
Progre de alma, IL –que murió hace diez años– se propuso integrar a actores negros a sus elencos, sin apelar a estereotipo y en Outrage puso a un policía afro (algo inusual en ese entonces) en un puesto jerárquico. También intentó explorar los conflictos entre mexicanos y norteamericanos. “Las personas deben aprender a amarse, a respetarse entre sí”, dijo en una entrevista publicada en 1950, en Negro Digest. “El cine es un buen sitio para empezar a hacerlo.”
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