“Mató al marido, pero fue absuelta”, fue el título de un diario, el 22 de septiembre pasado, para informar sobre Gladys Bulacio, una bonaerense de 39 años (mamá de dos hijos de 16 y 9 años) que denunció cuatro veces a su ex marido en la policía de Mar del Plata. El la golpeó, la violó e, incluso, le disparó con un arma de fuego. Pero nadie intervino para ayudarla.

A diferencia de la experiencia realizada en Londres, en Argentina no se fomenta que las mujeres denuncien las agresiones de sus parejas o maridos. Pero, además, cuando una víctima se anima a llegar a una comisaría generalmente no se toman las medidas necesarias para cortar el ciclo de la violencia, ni para asistir a la mujer, ni para avalar un proceso judicial, ni para frenar las agresiones del golpeador. Gladys decidió matar a su agresor el 18 de agosto de 2004. Y el Tribunal Oral número 3 consideró que el asesinato fue por “legítima defensa”. Igualmente, la jurisprudencia no es unánime y el fiscal de la causa, Oscar Deniro, había pedido prisión perpetua.