Suele decirse que las mujeres que viven en la calle están locas. Patricia Merkin dispara que “sería mejor preguntarse: ¿qué vino antes?, ¿el huevo o la gallina?”. Las protagonistas de estas historias coinciden: la calle enloquece a cualquiera con su falta de intimidad, de higiene, las enfermedades, las inclemencias del tiempo, la convivencia con piojos y ratas. “La Argentina es muy deficiente en sus políticas para la gente en situación de calle, que no es solamente la que vive a la intemperie sino también la que está a punto de ser desalojada o en un hogar o se pregunta cada noche dónde va a dormir. Los niveles de exclusión son tan profundos y voluminosos que no se trabaja con las personas. La problemática no está encarada desde un lugar integral, para que las personas descubran sus capacidades y puedan reinsertarse”, opina Merkin, directora de Hecho en Buenos Aires. "Se nota que no hay política porque esos hogares, si bien son necesarios y paliativos, son asistenciales. No ofrecen nada. La gente en la calle pierde la autoestima, se vuelve individualista, y es necesario un enfoque que permita a las personas solas resocializarse y romper el aislamiento.”