La justicialista Hilda “Chiche” Duhalde está preocupada. Dice que observa con inquietud “el tratamiento rápido que le dan a temas importantes”, y cree firmemente que los legisladores (léase diputados/as) “se aprovechan de la mayoría sin el debido debate”, pese a las diferencias profundas que se descubrieron la semana pasada en la propia Cámara baja, antes de que sus integrantes aprobaran con 147 votos a favor, 41 en contra y dos abstenciones la ley que habilita la posibilidad de que hombres y mujeres elijan para sí los procedimientos de vasectomías o ligaduras tubarias.

“No se puede aprobar una ley de esas características cuando hay ausencia por parte del Estado”, enfatiza. “Si estuviéramos en Noruega, donde sí están garantizadas las condiciones, donde hay libertad, otro sería mi parecer, pero en un país donde el Estado no garantiza las condiciones de salud, de educación, de justicia social, no podemos aprobar ligeramente estos proyectos.” Y se pregunta: “¿Sobre quiénes recaerá esta ley? Sobre los pobres, por supuesto. Y no se quiere ver que antes de echar mano a estos métodos existe un montón de alternativas”.

Chiche Duhalde se lamenta. La tiranía de lo que entiende como relojes políticos la tiene a mal traer. “No hay tiempo de reflexionar que previo a esto tendría que haber un Estado. En esta situación, ese dictamen no cuenta con mi acompañamiento.”

–¿Pero entonces qué intencionalidades ve en torno de la ley?

–Es la elección por el mal menor. No se deja actuar con la libertad absoluta. Es, en definitiva, la decisión de tener menos pobres por medio de la esterilización.