› Por Alicia Ganduglia *
El ataque a los profesionales que intervienen en las situaciones de maltrato infanto-juvenil es uno de los frentes que ha configurado la reacción contra la visibilización del maltrato. El abuso sexual infantil es paradigmático. Una vez legitimada la credibilidad de los dichos de un niño y su padecimiento en estos casos y superada la época de la teorías sobre las mentiras y las fantasías no es difícil conjeturar que se trate ahora de invalidar a quienes están en el lugar de portavoces de la verdad que estos dichos transmiten, sean psicólogos, trabajadores sociales, abogados, operadores judiciales y familiares protectores, especialmente “madres”.
De la desmentida de la palabra de los niños se ha pasado a la desmentida de la palabra de quienes trabajan en función de la protección de su subjetividad. ¿Cuál es la consecuencia en el momento actual? La vigencia de un alto grado de visibilidad de la victimización sexual de los niños y sus consecuencias, coexistiendo con el intento de paralizar e impotentizar a quienes deberían seguir siendo los portavoces de la auténtica palabra de los niños. Atacar maliciosamente a los profesionales dedicados a intervenir en situaciones de maltrato infantil es volver a silenciar a los niños e implica dejarlos nuevamente solos frente a su pedido de ayuda.
* Psicóloga y docente del seminario de posgrado Abordaje Interdisciplinario del Abuso sexual Infantil de la Facultad de Psicología UBA
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