Viernes, 8 de junio de 2007 | Hoy
Además del trabajo, la casa y los baños, los gimnasios son uno de los ámbitos en donde los estereotipos de género conducen a roles y posibilidades distintas. En las escuelas, las nenas aprenden voley, con suerte handball y, con un empuje de palo y clase social, hockey y los chicos se dedican al fútbol y al básquet. No es fácil romper con estos estereotipos que también se reproducen en la actividad de los gimnasios. Aunque, según Roxana Blanco, especialista en Estrategia y Gestión Deportiva, del Sport Club sede Body, algo, al menos algo, está cambiando. Ella asegura: “A medida que vamos avanzando cada vez son menos los varones que se sienten incómodos haciendo una disciplina de la cual realmente disfruten. De a poco, ellos comenzaron a hacer clases de spinning, body combat, abdominal power, body pump, etc. Hoy podemos ver tanto a hombres y mujeres en clases de baile, latino, reggaeton”. Pero ni los nuevos power nombres de la gimnasia para combatir las grasas logran barrer con el final de los prejuicios. “De todas formas, si bien hemos avanzado mucho, Argentina tiene una fuerte cultura machista, que es difícil de modificar. En otros países esto no sucede, cada uno va al gimnasio concentrado en sí mismo y no le presta tanta atención al entorno”, compara la profesora de educación física. Ella también estipula que, en este caso, los varones son los más condenados por los estigmas. “Las mujeres son las que más se animan a ‘pasarse de bando’ y los varones son más tímidos porque temen ser juzgados. La lectura que hacen los hombres argentinos es que ‘es mucho más sexy ver a una chica en la sala de musculación que ver a un hombre haciendo glúteos en una clase de localizada’. Por eso, nosotros tratamos de fomentar la igualdad”, remarca Roxana. Uno, dos, tres: paridad.
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