MARIELA SCAFATI:
Esta muestra involucra muchos aspectos de mi trabajo. Espero poder detectarlos ahora y contarlo. Son muchas las cosas que me movieron a hacer la instalación Pasos dorados. Ella consiste en tres paredes empapeladas con un wallpaper azul impreso en dorado. A la distancia se ven enormes rombos, de cerca son unos personajes imaginados con sus sombras doradas. Llegué a ella pensando en mis pinturas abstractas de estructuras simples, cuya construcción comienza en un extremo del cuadro y cuando llego al otro extremo, el cuadro existe. Pensando a mis pinturas como objetos surge esta idea extrema de pensar de dónde salieron.
En 2007, con el comienzo de la nueva etapa de Belleza y Felicidad, cuando Fernanda (Laguna) decide no trabajar más como galerista, tuvimos la idea de empapelar ByF con un gran maíz cuyas hojas fueran mis cuadros. De un gran ojo que lloraba dolorosamente, sus lágrimas al tocar la tierra se transformaban en diamantes. Los diamantes y las raíces eran lo mismo. Ahí nació el maíz, y de ahí mis cuadros, este gran maíz rodeado por toda la alta simbología protectora que necesitábamos para el nuevo lugar. Este empapelado se llamó Libertad. Ahora con el empapelado Pasos dorados mis propios cuadros son extremidades de unos personajes que sólo piensan en bananas. En el empapelado Libertad la locura está representada por un mono punk travestido, colgado de unas bananas.
A partir de estas fantasías comencé a trabajar y surgieron inesperadas mutaciones. Belleza y Felicidad se muda de lugar y algunas fantasías se volvieron realidad. En muy poco tiempo me pasaron muchas cosas y lo único que pude hacer es contarlas casi como collage en esta instalación. Muchos espejos, imágenes que se repliegan y se transforman o deforman. Ahora que lo pienso es como si las pinturas y platos que están colgados en esta muestra estuvieran jugando con un espejito, molestándose con el reflejo, mirándose a sí mismas, haciéndose morisquetas. Aparecieron sorpresas. Victoria (Northoorn) me propone agregar Scafati, un cuadro, que es una pintura que quiero mucho. Y se tentó con colocar en el empapelado dos pinturas. Un deseo que no le había confesado. Me dan ganas de preguntarles a mis pinturas: “¿Qué hacés ahí?”.
Para mí, los amigos artistas han sido siempre los curadores de mis muestras. Las decisiones de los nombres de las muestras y demás han sido parte de mi obra también. Para decidir el Ve, vete y vuelve, por ejemplo, hablamos mucho, nos escribimos. Me estimuló el diálogo. Y que Alejandra Seeber esté lejos ya no me pareció un obstáculo, aunque la extraño. Me interesa mostrar con ellas, Alejandra y Diana, porque son el tipo de artistas donde se desdibujan las lógicas del tiempo en cada obra, un desprejuicio conociendo muy desde adentro a la Pintura, la intocable. Diana, para mí, toma a la pintura como un juego y Ale con brutal confianza. Y lo genial es que tienen humor. No podría diferenciar en esto la persona de la artista. Nunca había mostrado con ninguna de las dos. Cuando vi montada la muestra me pareció natural que estemos juntas. Creo que somos pintoras con un recorrido extraño. Hay inmediatez en el goce de cada trabajo, pero es lento el entendimiento de cada una de nuestras cabezas. Cada rincón de la muestra es un mundo con micromundos.
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